20° Recuerdos...*

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 Así que a Mina le gustan los perros... La Vampiresa tiene debilidad por las cosas peludas de cuatro patas...

No debería sorprenderme, su personalidad, su forma de ser, sus gestos, todo denota un ser interno sensible y que se preocupa por los demás. Estoy seguro de que le gustan más que solo los perros. Su dulzura al acariciar a Diablo me afectó profundo pero no en el sentido sexual. No puedo explicarlo pero esas caricias significaron mucho más.

- ¿Hace cuánto lo tienes?

- Desde hace casi diez años.

- Wow, eso es mucho tiempo.

- Sí, es mi compañero y mi mejor amigo. Me ha ayudado en los momentos difíciles.

- ¿Cómo llegó a ti?

- Fue un regalo de mi madre cuando cumplí los 20.

Un recuerdo del día en que Diablo llegó a mi vida vuelve a mi cabeza.

Flachback:

- ¿Te gusta?

- Sí, ¡gracias ma!

Un Golden de dos meses me lame la cara mientras mueve el rabo de manera enérgica. Miro la caja donde estaba metido y veo que está rota y hecha un desastre por dentro.

- ¿Y cómo le pondrás?

- Se llamará Diablo.

- Interesante nombre.

- Sí, es un revoltoso.

- Buena puntualización.

Agarro a diablo y lo llevo al patio. Al soltarlo empieza a correr por todos lados.

Presente:

El recuerdo se esfuma y vuelvo al presente. Mina se ha agachado y le hace mimos a Diablo en el estómago ya que, el muy granuja, se ha tumbado en suelo de espaldas. Con la lengua afuera, disfruta de las caricias mientras ella le habla como boba y se ríe. La imagen es de lo más divertida.

Silbo y Diablo se levanta mirándome alerta. Le enseño su pelota favorita y la lanzo lejos. Éste sale corriendo tras ella entre ladridos de felicidad y me divierte el ver cómo se enloquece por ese simple juguete aunque, yo no puedo hablar mucho de eso tampoco ya que tengo otra cosa que me está volviendo loco.

- Tu madre eligió muy bien.

- Sí, lo hizo.

Un deje de tristeza inunda mi voz sin previo aviso. Trato de recomponerme tan rápido como puedo pero es inútil, Mina ya lo ha notado y su mirada de intriga y preocupación se le ha plantado en los ojos. Sé que quiere preguntar y, de hecho lo hace con la mirada, pero permanece callada y se lo agradezco. El tema de mi madre es algo complicado. La visión de ella, postrada en la cama, siendo una sombra de la mujer llena de vitalidad que conocí desde mi primer segundo de vida, es algo muy difícil de soportar. Decido cambiar de tema tan rápido como pueda, necesito distraerla de ese tema lúgubre que recorre su mente y la llena de preguntas a las que no estoy seguro de poder responder.

- ¿Y qué me dices de ti? ¿Has tenido mascotas?

Veo que baja la mirada y sé que he tocado una fibra sensible. Me maldigo por dentro, quería desviar la conversación de temas tristes y solo he desviado el dolor de mí hacia ella. Mina suspira y desvía la vista hacia el océano.

- Su nombre era Philip, era un rottweiler. Lo había tenido desde los 3 años.

- ¿Y qué pasó?

Veo como sus ojos se ponen vidriosos y enseguida me arrepiento de mi pregunta.

- Lo siento, no quise molestarte, no hace falta que contestes Mina.

- No, no pasa nada es solo que...

Suspira de nuevo y creo que se está armando de valor para hablar.

- Philip siempre fue protector conmigo, y por esa razón hubo que sacrificarlo.

- ¿Por protegerte?

- Tenía once años, estaba en la calle jugando con él, era un barrio seguro. Yo fui a buscar una rama para tirarle y de repente sentí una mano que me agarraba con fuerza del cuello de la camiseta. Fue solo un segundo ya que, al instante, sentí como esa mano me soltaba y escuché un grito de dolor. Cuando me di vuelta, Philip estaba mordiendo a un hombre en el brazo.

Veo el dolor en sus ojos y quiero decirle que frene pero, antes de que pueda decir una palabra respira hondo y continua su relato.

- Los gritos alertaron a mis padres que salieron a la calle. Agarraron a Philip y lo separaron del brazo del hombre. Él se vino a mi lado, mirando de forma amenazante al que había mordido. El hombre mintió, diciendo que él solo estaba pasando por ahí y que Philip lo había mordido sin ninguna razón. Presentó cargos y, como la única que había estado ahí fui yo y no podía probar que no era cierto lo que él decía, la corte falló a su favor. Mis padres debieron pagar una indemnización y, luego...

Una lágrima resbaló por su cara, llena de dolor y angustia. Su voz se quebraba y denotaba cuánto sufría ese recuerdo.

- Te obligaron a sacrificarlo.

Solo un asentimiento con la cabeza mientras se mordía el labio fue la respuesta.

- Dijeron que un perro así de peligroso no podía vivir entre las personas y nos obligaron a sacrificarlo por el bien de los demás. Tuve que despedirme de él. Su rostro estaba feliz al verme, hasta que notó que lloraba. En ese momento se puso a mi lado y frotó su hocico contra mi mano. Fue lo más duro que tuve que hacer. Al día siguiente vinieron a llevárselo.

- Lo siento mucho Mina.

- No te preocupes, ya pasó. Él intentó salvarme y yo no pude protegerlo a él. La culpa fue mía.

- No es así Mina, tú lo intentaste pero no te creyeron. Si Philip estuviera vivo y pudiera hablar estoy seguro de que te diría de todo por echarte la culpa de algo que no pudiste evitar y te agradecería por hacer todo lo que pudiste por él.

Atraigo a Mina a mis brazos y, a diferencia de lo que esperaba, ella acepta el abrazo y suspira. Le froto la espalda y la verdad es que se siente bastante bien el consolarla. Nunca lo había hecho, abrazar a una mujer no es muy común en mí salvo para otro tipo de tema, pero esto se siente... correcto. Después de unos minutos, ella se separa y me mira con una sonrisa ladeada.

- Que no se te suba a la cabeza, esto fue solo un mero desliz.

- Nunca me lo permitiría.

- Ya, claro, si tú lo dices.

Diablo se frota de nuevo contra su pierna y ella se agacha a acariciarlo. Mientras la observo una idea cruza mi mente.

- ¿Y nunca has tenido alguna otra mascota?

- No, digamos que después de eso no me fascinaba mucho la idea.

- Es comprensible, aunque apuesto lo que sea a que te pueden las bolas de pelo ¿no es así?

- Bueno, si somos sinceros sí, y más cuando son bebés.

- Es normal. ¿Ya terminaste tu entrenamiento o seguirás corriendo un poco más?

Me mira con una ceja alzada. No puedo evitar sonreír ante su cara. Parece que va a decir algo cuando Diablo le empuja la pelota contra la pierna. Mina se ríe y le lanza la pelota.

- Me falta un poco ¿por qué?

- A mí igual. ¿Qué te parece si terminamos el entrenamiento juntos y luego te invito un café?

- Muy bien, si tú pagas trato hecho.

- Vale.

Empezamos a correr nuevamente y Diablo nos sigue de cerca. Corre a nuestro alrededor con la lengua afuera, jadeando y moviendo la cola feliz. Desvío la vista hacia Mina y veo como el viento mueve su larga melena negra. Algunos mechones se le salen de la cola de caballo y se le pegan a las cienes y al cuello. Se la ve muy sexy.

Lest-Out-Love (Serie Amor Enjaulado I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora