18° La despedida*

749 51 1
                                    

  Por un momento creo que va a decir que no. Todo el cuerpo se me tensa a la espera de su respuesta. Su pecho se infla en una respiración onda, aquí viene.

- De acuerdo. ¿Dónde está tu auto?

Su contestación me relaja el cuerpo, no me había dado cuenta de que tenía los músculos como cables de acero. Ya tranquilo, le tiendo la mano y ella, sin dudar, la toma con gusto. Le beso los nudillos y nos encaminamos hacia mi Aston Martin. Cuando salimos a la calle el aire se ha enfriado así que, me quito la capa y se la pongo sobre los hombros.

- No quiero que te enfermes o pases frio.

Veo como se envuelve en mi capa, abrazándose a sí misma, respirando profundo el aroma de mi colonia como lo hizo en el escenario. Tomo nota de eso. Le paso un brazo sobre los hombros y nos encaminamos hacia mi auto. La siento como encaja perfectamente con mi cuerpo, sus curvas se adaptan perfectamente a los músculos de mi costado. No quiero soltarla pero, cuando llegamos al auto debo hacerlo para poder abrirle la puerta para que entre. Mina me mira y me dedica una sonrisa de lado mientras pliega su elegante cuerpo para entrar en el auto con absoluta facilidad. Es simplemente perfecta.

Luego de cerrar su puerta, me encamino a la mía y me siento tras el volante. Ella me da su dirección e iniciamos el camino a su casa en un silencio tranquilo y relajado. El ambiente está distendido y me permito mirar de reojo a Mina con la intermitencia de las luces de la calle. Aún en la penumbra, sus ojos brillan como la plata fundida y, cuando la luz los ilumina, son simplemente increíbles.

Una necesidad de tocarla, de sentirla en mis manos surge de la nada con fuerza pero, queriendo comportarme, le tomo la mano y le beso los nudillos. Qué bueno que se quitó los guantes mientras el auto avanzaba, necesitaba su piel de seda contra mí, necesitaba tocarla. La sonrisa que me dedica es como electricidad directa a mi entrepierna. Vuelvo a dejar su mano con cuidado sobre su regazo y respiro profundo de manera disimulada, o me calmo o haré otro espectáculo patético como el de mi borrachera.

Siento su mirada sobre mí.

- ¿Estás disfrutando de la vista?

- Podría decirse que sí.

- ¿Cómo en el escenario?

- Bueno, eso fue un poco más que vistas ¿no te parece?

- Cierto, eso no lo niego. ¿Me vas a negar que te gustó?

- Naaa... sería mentir y mucho. Bailas bastante bien.

- ¿Bastante?

- Ok, muy bien pero esta vez no fue "bailar" propiamente dicho.

Las comillas de sus dedos me resultan cómicas. Si yo bailo bien ella es una diosa. Y tiene razón, eso no fue bailar propiamente dicho. El semáforo se pone rojo y freno. Dirijo mi mirada hacia ella.

- Cierto también pero, ¿cómo lo llamarías tú?

- No estoy muy segura. ¿Qué te parece: "follar a la distancia"?

Su idea me causa gracia y una carcajada escapa desde la profundidad de mi pecho. Mina también se ríe a su vez y su risa es como música celestial. Se tapa la boca en un intento por dejar de reírse, pero no lo consigue y sus mejillas se ponen de un adorable tono rosa. Mientras me quito una lágrima del ojo la veo agarrarse el estómago mientras su ataque de risa cesa. El semáforo se pone en verde y arranco mientras hablo.

- Ok, no me esperaba eso pero podría ser.

- Estoy segura de que hiciste llegar a muchas disfrazadas borrachas.

- ¿Tú crees?

- Sí, estoy segura. Seguro que muchas buscarán consuelo hoy en la noche, a menos que estén tan borrachas como tú el lunes.

Eso me corta la comicidad al instante. Los recuerdos inundan mi mente como un tsunami y, la culpa y el remordimiento vuelven con más fuerza que antes. Realmente hice el ridículo con ella y aún le debo una compensación. Menos mal que ya tengo planeado lo que haré para ella. Por más que me disculpé en el pasillo la necesidad de hacerlo de nuevo hace brotar las palabras de mi boca sin que pueda detenerlas.

- En serio lamento lo de la otra noche. Debiste de pasarlo fatal.

- Chris, ya te lo dije, no hay problema, ya pasó.

- Lo sé, sé que dijiste eso, pero no puedo sacarme la idea de la cabeza.

- Ya está, ya pasó. Tú quieres compensarlo aunque te dije que no es necesario, confórmate con eso. Yo estoy bien.

Un sentimiento de infinita gratitud inunda mi cuerpo de manera inesperada y vuelvo a tomarle la mano para besar sus nudillos como agradecimiento. ¿Qué demonios está pasando conmigo? Cada vez me comporto más extraño, actúo menos como yo mismo y ella es la que lo está haciendo. No sé cómo, pero sí que es ella.

A los pocos minutos llegamos a la puerta de su casa. No caí en la cuenta cuando ella me dijo su dirección pero, vive cerca de mi casa. La miro y la encuentro mirándome con intensidad. Podría besarla, tal vez.

- No me había dado cuenta de que vives cerca de mi casa.

- Yo sí, por la otra noche.

- Sí, debí de parecer todo un idiota.

- Ya olvídalo ¿sí?

- De acuerdo.

Salgo y le abro la puerta para que pueda bajar. Su cuerpo vuelve a estirarse, modelando su figura curvilínea y tan sexy que me produciría un cortocircuito, si no lo hubiera hecho ya. La acompaño a la puerta y, haciéndome el caballero, me inclino y le beso la mano.

- Buenas noche Mi Lady, nos veremos pronto. Ha sido un gusto compartir su presencia.

- El placer ha sido todo mío Messie.

Mina sonríe y abre la puerta para entrar, pero antes de dar un paso en esa dirección, se gira y me besa con suavidad en la mejilla. Sonríe y se mete en el interior de la casa, dejándome en la entrada con cara de pavo. Ese contacto tan delicado de sus labios me ha causado un cosquilleo por todo el cuerpo, tan agradable como una caricia con una pluma o una tira de seda.

Negando con la cabeza por mi estúpida reacción, me encamino de nuevo al auto. Una vez dentro, bajo el parasol y me miro en el espejo: una leve marca de labial rojo, con la forma de sus labios, descansa sobre la piel de mi mejilla. Paso un dedo por alrededor, me encantaría que la marca fuera un poco más permanente que un simple labial, aunque sea de larga duración o extra resistente.

Arranco y derrapo en la entrada encaminándome hacia mi casa. Cuando llego la luz del salón está prendida, señal de que mi hermano no está. Mejor, no quiero tener que responder preguntas sobre la marca de labial en mi rostro, no tengo por qué andar dando explicaciones. Aparco en el garaje y me meto en la casa. Subo las escaleras de dos en dos y entro a mi habitación. Voy a quitarme la capa pero no está. ¿Dónde la dejé? Y entonces viene a mí: está en los hombros de Mina si no se la quitó ya.

Termino de desvestirme y me meto al baño. Me miro en el espejo; la marca del labial de Mina resalta contra mi piel bronceada. Quiero atesorarla pero como no puedo arrancarme el pedazo de piel y me tengo que duchar, decido sacarle una foto; necesito una prueba de que no me lo imaginé. Una vez que la tengo dejo el teléfono a un lado y me meto en la ducha.

El agua caliente recorre mi cuerpo y no puedo evitar revivir las vivencias de esta noche. Relajo el cuerpo antes de que mi deseo haga acto de presencia de manera física, sin embargo no lo consigo y requiero de otra sesión de "manitas" para acallar a mi cuerpo. No es lo que quiere pero por lo menos lo mantiene tranquilo por un rato. La fantasía es tan vívida que si no hubiera dejado a Mina yo mismo en su casa hace menos de una hora, podría jurar que la tenía aquí, arrodillada delante de mí.

Cuando al fin salgo de la ducha, me ato una toalla a la cintura y me encamino a la terraza. El clima está perfecto, apenas tibio. Me recuesto en la reposera acolchada y miro el cielo estrellado. El teléfono me dice que son las cuatro de la madrugada. ¿Mina seguirá despierta? ¿Podrá dormir o estará pensando en mí?

Su número está en mi pantalla, con grandes caracteres en negro, y mi dedo hace círculos alrededor del punto de la pantalla donde dice "llamar" pero sin tocarla. Dudo un instante, si ya está descansando no quiero molestarla pero mi deseo de escuchar su voz me pide a gritos que presione la pantalla.

Lest-Out-Love (Serie Amor Enjaulado I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora