3º ¡No soy de piedra!*

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Me arde todo el cuerpo. Sentí su mirada sobre mí todo el tiempo y casi me caigo en un momento pero pude evitar hacer el ridículo. Evité mirarlo, habría sido imposible para mí bailar sabiendo que me miraba. Ya con sentirlo era muy difícil. Y luego cantar... Dios, casi me desmayo. Se supone que soy una luchadora feroz, implacable, y ahora resulta que, un luchador de ojos azules, me tenía hecha una gelatina.

- Alto, sexy y peligroso mirando y acercándose.

- Ay no.

Trato de resistir el impulso de mirar pero, como soy débil, miro por el espejo que está en la pared detrás de Marissa. ¡MALA IDEA! Sus ojos me atrapan mirándolo y una sonrisa asoma en las comisuras de sus labios. Se acerca lentamente a la mesa, ignorando a todas las regaladas que por poco le ponen las tetas en la cara. Es como si no las viera, como si tuviera anteojeras puestas y no viera más que el lugar donde nos encontramos nosotros.

Mi nerviosismo aumenta, pero lo disimulo como puedo. No quiero que note que su presencia me afecta. Bajo la vista a mi cerveza y me bebo el medio botellín de un solo trago, tengo que relajarme. Marissa me mira, pone los ojos en blanco y suspira pesadamente: la estoy exasperando. ¿Qué quiere que haga? Nunca me había pasado algo así, nunca ningún hombre (luchador o no) me había afectado de este modo. ¡NO SOY DE PIEDRA!

Casi siento su respiración en la nuca cuando Tomás me llama la atención y me planta otra cerveza en las manos al ver que la mía está vacía. Me tomo media de una y suspiro. Aunque no puedo emborracharme porque mi hígado por poco parece de acero, al menos puedo relajarme. Me froto el cuello, distraída por unos segundos de la presencia detrás de mí por la cerveza, tratando de aliviar la tensión, pero pronto mi mano es retirada y sustituida por otra mucho más grande y fuerte. Sus dedos se mueven en mi nuca y no podría estar más satisfecha. Estoy a punto de ronronear por el placer que estoy sintiendo.

- ¿Siempre terminas así después de bailar?

¡LO SABÍA, ME ESTABA MIRANDO BAILAR! Su voz se escucha tan cerca de mi oído que su aliento me hace cosquillas. Cierro los ojos disfrutando del masaje tan necesario en mis músculos; no debería de sentirme tan a gusto. Siento como pega su pecho a mí espalda, esto se está poniendo intenso.

- ¿Te gusta?

- Sí...

- ¿Quieres que siga o me detengo?

Soy incapaz de contestar, me relajo tanto que me siento adormilada. Mi celular vibra y me despierta del hechizo. Sobresaltada miro y vero que es un mensaje de Marissa:

"¡DESPIERTA Q T COMRÁ VIVA! Mjor cómtlo tú a él. ;) "

Me pongo roja al instante y oculto el teléfono, no sea cosa que Chris lo vea. Me llega otro mensaje, esta vez de Tomás:

"Tn cuidado cn Chris, su apodo no es solo x el ring, pro diviértete q seguro q lo pasas bn. ;) "

¿Cómo se supone que debo tomar eso? ¿Su apodo no es solo por el ring? Eso me deja pensativa mientras vuelvo a ocultar el teléfono. Él se sienta junto a mí y me mira sonriendo de lado.

- ¿Estás mejor?

- Sí, gracias.

Trato de sonreír, de ocultar mi confusión. No puede ser mujeriego, o no habría obviado a todas esas Barbies con minifalda que estaban a su alrededor. La intriga se clava en mi lóbulo frontal, pero trato de no prestarle atención. Intento disimular la repasada que le doy pero al parecer fallo porque se ríe.

- ¿Te gusta lo que estás viendo o buscas si tengo manos extra o algo así?

Su comentario me hace gracia pero también me avergüenza porque me ha pillado observándolo con tanta intensidad que podría pasar por rayos X. Aparto la vista con la mente a mil, tratando de encontrar una respuesta ingeniosa, algo que me saque del patético agujero donde yo solita me he metido. Pero antes de que pueda siquiera pensar dos palabras juntas, su mano me toma del mentón y me obliga a mirarlo.

- No te preocupes, no me molesta que me mires. Tengo que estar acostumbrado al igual que tu ¿no te parece?

- Sí, supongo que sí. Aunque yo no llevo bien otras miradas que no sean en la jaula.

- ¿Se puede saber el porqué de eso siendo tan sexy?

- ¿Yo? ¿Sexy? ¿Te has olvidado los anteojos o tienes sucias las lentes de contacto?

- No, mi vista es perfecta y lo que estoy viendo en este mismo instante es muy sexy.

Miro para atrás para ver si está hablando de alguna Barbie parada detrás de mí, pero no hay ninguna. Vuelvo a mirarlo y me sorprendo al casi chocármelo. Mientras miraba para atrás se me ha acercado y tengo su rostro a escasos centímetros del mío.

- Estoy hablando de ti Vampiresa. No hay ninguna otra.

Sus labios se mueven de manera tentadora al pronunciar mi apodo; ese mojín que se le hace al pronunciar la P me da ganas de besarlo y morder sus labios, pero me contengo. No soy una chica fácil y no dejaré que piense eso de mí. Si está buscando eso que se valla con alguna de las muñecas inflables que se le arrojan a los pies sin necesidad de que él lo pida. Yo no pienso hacerlo ni en un millón de años. Aunque por otra parte...

¡NO! ¿Qué demonios estoy pensando? Nunca lo haré.

- ¿Estás en este mundo Mina?

Sacudo la cabeza, debo volver a la realidad, estoy quedando patética ante este adonis. Y yo que pensaba que podría negarme sin ningún problema. Que equivocada que estaba.

- Sí, estoy aquí.

- Bien.

Su sonrisa se ensancha hasta que su celular vibra. Me suelta el mentón, que hasta recién estaba acariciando en círculos con la punta de los dedos, y saca el teléfono. Al mirarlo frunce el ceño y suelta una maldición.

- Tengo que irme, mi hermano me está buscando.

¿Qué? ¿Se va? NO, NO, NO, NO. No puede irse justo ahora que estaba logrando juntar algo de control.

Lest-Out-Love (Serie Amor Enjaulado I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora