4° Fantasías bajo el agua...*

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Atención mis lectores: este capítulo contiene escenas de sexo explícito.



Maldito sea Damián. ¿No podía elegir otro momento para irse? Maldigo por dentro por no haber traído mi auto. Y lo peor es que al fin estaba entablando una conversación más o menos normal con Mina.

La miro y parece decepcionada. ¿Le molestará tanto como a mí que me tenga que ir? No estoy seguro, no puedo leer bien sus rasgos con la poca iluminación que nos rodea. Pienso rápido: si le molesta tal vez pueda volver a verla, pero si por el contrario, ella se alivia, ahí mi ego va a sufrir un duro golpe. Nunca antes alguna mujer se había alegrado de que me tuviera que ir, suelen tratar de que me quede a toda costa. Tendré que arriesgarme. Le tiendo mi teléfono.

- Anótame tu número y dame el tuyo que te anoto el mío.

Me entrega su celular y veo que en el fondo de pantalla hay una imagen de ella y su amiga, ambas disfrazadas (ella de vampiro y su amiga de militar) haciéndose las peligrosas. La imagen me causa gracia, sus caras son divertidas. Le anoto mi número y ella me entrega mi teléfono con su número ya escrito. Antes de que le devuelva el suyo, Tomás la distrae y aprovecho para pasarme esa foto.

Cuando se vuelve, le entrego el teléfono y, en contra de mis instintos, le beso con cuidado la comisura de la boca en lugar de besarla como quiero. Me demoro unos segundos y, cuando me separo de nuevo, su mirada muestra un brillo, que antes no estaba, mezclado con curiosidad. Sonriendo por esa reacción, le guiño el ojo y me voy.

En la puerta me encuentro con Damián que me mira exasperado, de brazos cruzados sobre el pecho, apoyado en la puerta.

- Tu buen tiempo te has tomado.

- Ni que hubiera tardado tanto.

- ¿A quién te estabas follando en el baño esta vez?

- A nadie, piensas muy mal de mí.

- Será porque te conozco demasiado bien.

- Sí, puede ser, pero esta vez te equivocas.

- ¡QUE MILAGRO!

Alza las manos al cielo como dando gracias y yo pongo los ojos en blanco ante su exageración. Es cierto que suelo llevarme a alguna que otra mujer al baño cuando salimos y disfrutar de un buen polvo rápido, pero como si él no hiciera lo mismo. Puede que no con la misma frecuencia que yo, pero también lo hace. Sé que sueno como un niño que no tiene argumentos para defenderse y usa el típico "los demás también lo hacen" pero es verdad, no soy el único con una vida sexual activa.

Nos encaminamos al mercedes de mi hermano, él es nadador olímpico y gana muy bien al igual que yo. Cuando llegamos a su auto noto algo que no estaba ahí antes. Un impala negro brillante está aparcado delante del nuestro. Parece ser todo original, muy bien cuidado. Me acerco a mirarlo, los autos son algo que me fascina, al igual que las motos. Paso la mano por el capó, ni siquiera una mancha. El dueño de esto debe amarlo con su vida y no me extraña. Con semejante auto seguro que es todo auténtico o, por lo menos, el 90%. Hay piezas que son muy difíciles de conseguir.

Mi hermano se acerca y se queda tan impresionado como yo. Es coleccionista de autos antiguos. Me pregunto si el dueño querría venderlo. Lo dudo por el cuidado con el que lo tiene pero valdría la pena el intentar hacer una oferta. Él saca una birome de la puerta del mercedes y, en un papel, escribe su número y una nota breve donde pide que lo llame si le interesa vender el auto.

Luego de colocarla enganchada en el limpiaparabrisas, nos montamos en el auto y nos vamos. Cuando llegamos a la zona residencial donde vivimos, el guardia de la puerta nos saluda con una inclinación de cabeza y abre la valla. Mi hermano avanza tranquilo, es tarde para andar a los arrancones. Echo la cabeza hacia atrás y suspiro pensando en la mujer que me ha dejado con un dolor casi insoportable en la entrepierna. Esto es ridículo, si hubiera buscado a cualquier otra no estaría dolorido como lo estoy ahora. Pero parecía que no existía nadie más en el bar.

Lest-Out-Love (Serie Amor Enjaulado I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora