¡DIOS! Unos segundos más y quién sabe lo que habría pasado. Me separo lentamente de Chris, mi respiración es tan rápida que parezco una locomotora a todo vapor. Él no está en mejores condiciones, es más, parece molesto. Me suelto antes de que el teléfono deje de sonar y atiendo ante una maldición de Chris por lo bajo. Es Tomás.
- Dime.
- Hola preciosa, ¿estás en casa?
- Sí ¿por?
- ¿Irías a mi habitación y me dirías si ahí me dejé los guantes? Porque los he estado buscando y no los encuentro por ningún lado.
- Sí, dame un minuto.
Me encamino hacia su habitación mientras le hecho una mirada de reojo a Chris. No se ha movido, tiene la cabeza a gachas como si estuviera reflexionando o intentando calmarse. Entiendo que lo haga, yo también lo necesito y lo intentaré mientras estemos separados. Si sigo estando a su lado no lo lograré. Al entrar noto su típico "orden-desorden" y rebusco entre sus cosas algún rastro de los guantes.
Ropa por aquí y por allá, objetos personales como cepillo de pelo y desodorante están por doquier, encima de la cama, de la cómoda, del sillón, etc. La alfombra necesitaría una buena aspirada y las esquinas que les pasaran un escobillón. Se nota que a mi queridísimo amigo no le va la limpieza.
- Podrías ser un poco más ordenado, ¿no? No te va a matar.
- Yo estoy ordenado en mi desorden.
- Claro, pero así no se encuentra nada.
- No es cierto, yo sé dónde está cada cosa.
- Si así fuera, no estaría buscando tus guantes en tu habitación y tú sabrías dónde están para no tener que pedírmelos a mí. ¿Qué me dices de eso?
- Corazón solo dime si están ahí o no ¿sí? No empieces con los sermones sobre el orden. Ya hasta pareces mi madre.
- Tienes suerte de que no lo sea y, si no quieres que empiece, no me hagas entrar aquí. Menos mal que solo te limitas a desordenar tú habitación.
- Lo sé, tienes suerte, ¿no es así?
- ¿Suerte de qué? ¿De qué respetes el límite que te impuse?
- De tenerme contigo.
- Ya quisieras, tú eres el que tiene suerte.
- También pero admítelo, sé que me amas...
- ¡LOS ENCONTRÉ! Eso te enseñará a hacer la cama.
Escucho a Tomás expulsar un improperio y unas quejas de Morgan por el desastre de mi amigo. Mientras él lo sermonea en mi lugar, corto la llamada y vuelvo a la cocina. Chris parece más calmado ya, su respiración es normal y su ceño fruncido ha desaparecido, pero no me engaña, sé que me está observando con la intensidad suficiente para encender una hoguera. Su postura relajada, apoyado contra la mesada, no sirve para despistarme, se nota que está al acecho.
Paso junto a él hacia las ollas. Él no se mueve, solo me observa. Casi desearía que retomáramos lo que habíamos empezado antes de que Tomás nos interrumpiera, pero mejor que no. Necesito mi cabeza fría junto a él y eso es imposible si estamos en contacto.
Termino de preparar el almuerzo bajo su atenta y penetrante mirada fija en mí. Él se encarga de la mesa consultándome la ubicación de algunos elementos que no están a simple vista mientras sirvo los platos. La verdad, entre el olor delicioso que expulsa la comida y la imagen de Chris en modo doméstico (aún con la ropa de correr puesta y sudado), la boca se me está haciendo agua.
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Lest-Out-Love (Serie Amor Enjaulado I)
RomanceA unos pocos meses de ganar el cinturón de campeonato, Mina está en la cima de su carrera y su vida es muy buena. Aun siente que algo le falta pero no le importa, ella es feliz con su vida tal y como es. Todo es perfecto hasta la noche de la pelea a...