Preciosa:
Tuve un problema en casa, D me llamó y me pidió que volviera. En cuanto termine, volveré antes de esta noche para pasarla contigo y acompañarte a buscar a Alex mañana. Disfruta de tu día, te llevaré una sorpresa cuando valla.
Besos, Chris.
¿Qué habrá pasado? Espero que todo esté bien, despertarme esta mañana sin él a mi lado fue... Me estremezco, esto no me da buena espina.
Decido ducharme, pero todo me lo recuerda, no puedo dejar de pensar en él. Antes de que la ducha pueda relajarme, ya me estoy tocando y termino en un orgasmo fantástico. Decido ir al gimnasio, en ningún lugar de la casa puedo dejar de pensar en él.
Cuando llego voy derecho al vestidor, me cambio y me dirijo a la cinta. Auriculares, música y a correr; los miedos, las inseguridades, todo pasa con la carrera. Después de veinte minutos, me bajo de la cinta y me ejercito con abdominales, lagartijas, pesas, máquinas y, cuando ya pasó todo, me dirijo a la bolsa, a la pera y a los elásticos.
Para cuando termino, han pasado tres horas y son apenas las once de la mañana. Con una toalla sobre los hombros y, secándome la frente, me paseo por el gimnasio con dirección a la jaula. Al llegar veo a Morgan: con su rapada rubia y esa manga japonesa, tiene un aire de autoridad que muestra su vida de campeón. Siempre fue un gran luchador y, como entrenador, es el mejor.
Me apoyo en el marco de la puerta y observo la clase que le está dando a los más chicos: en este momento dos nenas de entre diez y doce años están practicando en la jaula, me recuerdan a mí de pequeña. Mis días de infancia vuelven a mi mente, esas lesiones que me divertían y espantaban a mis padres al principio, las victorias y las derrotas, las locuras que hacíamos en la jaula. A veces, cuando estoy en el ring, encerrada entre esas paredes de reja, mi mente me devuelve a esos momentos en los que recién empezaba con mi carrera y volviendo a eso me cuesta creer hasta dónde he llegado después de tanto esfuerzo.
Morgan me ve y me hace un ademán para que me acerque, quiere que sus alumnas me conozcan al parecer. Veo las caras de asombro de las niñas, todas saben quién soy y están emocionadas de conocerme por lo que puedo entender de las veinte o treinta voces que escucho a la vez. Morgan ordena silencio y todas se acomodan a mí alrededor para poder escucharme.
Una a una me van haciendo preguntas sobre mis peleas, la mejor forma de hacer llaves y tomas, etc., y yo las contesto lo mejor que puedo, tratando de ser lo más específica y explícita posible. Les cuento de mis vivencias durante mi entrenamiento a su edad, de mis locuras y los dolores de cabeza a los que lo sometía a Morgan. Veo como él aguanta la risa y sé que, a pesar de que en su momento lo volví loco, siempre se divirtió conmigo y que lo pasó bien.
Él me pide que lo ayude con la toma que les está enseñando y ambos nos metemos en la jaula con los protectores bucales y descalzos, y empezamos la demostración. Las chicas sacan fotos con sus celulares mientras nosotros nos trabamos en la llave que quiere mostrar. Al terminar salimos de la jaula y las niñas practican lo que acaban de ver. Lo hacen muy bien y entrenan en parejas mientras voy supervisando en compañía de Morgan.
Al finalizar, mientras las niñas son recogidas por sus padres, el resto charla con nosotros y se ríen de las anécdotas que Morgan les cuenta sobre mí, Tomás y nuestras locuras (que yo he omitido u olvidado), son demasiadas para recordarlas todas. Una más boba que la otra, cada locura mayor que la anterior. Como la vez que me trepé sobre la jaula y caí sobre Morgan y Tomás, o aquella en la que, estando sola y aburrida, me vestí como luchadora y la ropa me quedaba enorme. Tomás no me dejó de molestar con eso durante más de una semana diciéndome enana, pitufa y sobrenombre similares.
Una vez que quedamos solos Morgan y yo nos marchamos a comer juntos, estamos famélicos. ¿Quién diría que esas niñitas nos harían gastar tanta energía causándonos tanta hambre? Salimos del gimnasio y nos encaminamos a un Burger King a comprar unas hamburguesas con papas y gaseosa; algunas veces hay que excederse ¿no?
Mientras comemos, algunas personas nos reconocen (como siempre) y nos piden autógrafos; que Morgan tenga varios años más que cuando peleaba no significa que no sea conocido.
- ¿Y bien?
- Te pareces a Marissa, ¿y bien qué?
- Puede ser pero, aun no has respondido mi pregunta.
- ¿Y qué se supone que es lo que quieres saber?
- ¿Qué es lo que ha estado pasando con tu decisión del domingo?
Me quedo a mitad de un mordisco, debí imaginarme que sacaría ese tema a relucir. Había estado tan segura en mi decisión esa tarde en el gimnasio que, cualquiera que me hubiera escuchado, habría creído que no habría marcha atrás pero, miren por dónde, he vuelto a caer en la misma. Otra vez estoy con él, otra vez lo he dejado acercarse a mí, otra vez lo deseo en mi cama junto a mí. En realidad esa última nunca cambió, me he dado cuenta que lo he deseado desde el día en que lo vi, de hecho, desde el momento tan vergonzoso en el que caí de cara sobre él. Corrección, desde que Tomás me empujó hacia él y caí sobre su pecho, que es distinto.
Mi mente vuelve a ese momento, a la mirada tan brillante de esos ojos que ahora se me antojan tan familiares como los de cualquiera de las personas cercanas a mí. Estaba en un estado tan atontado mientras bailábamos juntos, mientras estaba en sus brazos desinhibiéndome bajo el sonido de la música. Gracias a Dios que bailamos o me habría quedado tan sosa que no me habría ni mirado, ¿o quizás sí? La música es lo único que puedo hacer (aparte de luchar) que no importa con quién sea o esté, siempre da el mismo resultado: me suelto y lo hago.
Y hablando de Chris, ya es medio día ¿qué pasará que no me llama? ¿Me debería preocupar o solo estoy sacando conclusiones de la nada? ¿Me estaré volviendo paranoica?
- ¡Mina vuelve a la realidad, te estoy hablando!
- ¿Qué? Lo siento, estoy en cualquiera.
- Sí, ya lo he notado, ¿vas a responderme o no?
- ¿Cuál era la pregunta?
Morgan suspira frustrado, debo dejar de perderme en un mar de mis pensamientos, pronto me lincharán si sigo haciendo eso e ignorando a quien me esté hablando de manera incondicional.
- ¿Qué fue de tu resolución del domingo, aún sigues firme en no volver a ver a "La Bala" o cambiaste de parecer?
- Yo, ammm...
- No digas más, con eso me has respondido. Volviste con él, está bien, si eso te hace feliz me alegro por ti, solo ten cuidado Mina ¿sí?
- Lo tendré Morgan, no soy una niña.
- No, pero ya sabemos lo que pasó la última vez.
- No tienes que recordármelo. No llevaré cicatrices físicas visibles a simple vista pero no es necesario, está grabado en mi memoria a fuego.
Su mirada de comprensión me dice que sabe a lo que me refiero y no dice más sobre el tema. Terminamos de comer hablando sobre la pelea que se acerca, Morgan ha estado observando videos de peleas de Schianyna y me marca los distintos puntos que ha visto tanto que puedo usar a mi favor como los que debo mejorar.
Le he prestado atención y he estado procesando todo cuanto me ha dicho pero, a pesar de mis esfuerzos, no logré conseguir que mi completa atención estuviera en la mesa donde se está dando la conversación con mi entrenador, algo tan importante que podría darme la victoria. Una parte de mi mente está en otro sitio, en esa casa tan minimalista y moderna, habitada por dos hombres de los cuales uno debe llamarme o darme una muestra de vida en mi teléfono que no suena por más que lo mire intensamente, aunque de forma disimulada. No importa cuánto lo observe, la luz no se enciende y no me muestra ese nombre que tanta gracia me causa.
Así es, aún no he cambiado el nombre de contacto en el teléfono. Sé que dije que lo haría pero, no sé, cuando lo miro simplemente dejo el hacerlo para después, aun sabiendo que no lo haré.
Nos levantamos de la mesa y, al salir, cada quién va por su lado. Morgan debe volver para seguir con las clases del día y yo quiero volver a casa y darme una ducha y, tal vez, luego ir a lo de Chris a ver cómo está todo. Solo por si acaso...
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Lest-Out-Love (Serie Amor Enjaulado I)
RomanceA unos pocos meses de ganar el cinturón de campeonato, Mina está en la cima de su carrera y su vida es muy buena. Aun siente que algo le falta pero no le importa, ella es feliz con su vida tal y como es. Todo es perfecto hasta la noche de la pelea a...