フェチ O C T - KINKTOBER 2018 [Detroit Become Human]

Claro y constante

Fetiche de hoy: Snowballing.

Siempre una aclaración del fetiche no está de más, así que snowballing es una práctica sexual en la que una persona tiene en su boca el semen  de otra, y luego se lo pasa a la boca con un beso. Veamos qué sale de eso. :D

Detalles de la historia: Hank (16), Human!Connor (12); Hank (21) x Human!Connor (17)

¿Les parece que tengo un problema con las edades? Me asusto bastante de mí a veces. xd

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Lo que menos querían los padres de Hank era que el joven se pierda con sus amigos todo el día, así que lo pusieron a trabajar en el negocio. Probablemente debían afrontar el hecho de que robe algo de helado o no sepa servir correctamente pero era un riesgo que estaban dispuestos a tomar por no ver a su hijo descarriándose en vacaciones.

Así que ahí estaba Hank, con su delantal celeste y su sacabolas en mano, entretenido con parar tres porciones de helado de distintos colores en una torre. Luego llegaba el turno de colocarle los añadidos encima. Una vez hubo terminado, apreció su obra un segundo antes de estirársela al niño que estaba frente al mostrador.

-Aquí tienes, amiguito.-le dijo, sonriente. No podía evitar pensar que los primeros días le había resultado un poco tedioso el no involucrarse en las actividades de sus amigos por estar ahí, pero luego le agarró la gracia y le divertía el hacer elaboradas combinaciones. Tenía una sensación de ser desafiado.

El ambiente de la heladería era muy famoso por ser muy de niños. La ambientación de veras era la hipérbole de lo infantil. Usualmente los únicos adultos que se veían eran los responsables de los más pequeños. Era para gente poco cohibida u orgullosa trabajar ahí. Hank compartía su espacio de trabajo con Kara, una chica súper dulce que atendía en caja y con Jerry, un sujeto optimista que lo superaba con creces en amabilidad; aún así Hank cabía en ese grupo bastante bien. 

Mientras atendía en esa tarde de verano, Hank vio a cuatro chicos aproximándose. Uno moreno parecía estar contándoles muy buenos chistes a sus otros amigos, de los cuales dos reían. El otro solo tenía una sonrisa pequeña y amable. Intrigante, pensó el adolescente, viendo cómo los niños se asomaban pegando la cara al vidrio de la nevera. Uno, castaño de ojos grises, veía el poco interés del chico más callado.

-¿No ves todos los sabores que hay?-lo empujó suavemente con el codo.

-Ya sé cuál quiero.-respondió, con una vocecita breve. El moreno fue el primero en fijarse en la presencia de Hank y empezó con su pedido. Hank apreció que el chico tenía los ojos de distinto color y señalaba los añadidos del helado con ansias. Cada uno iba pidiendo semejantes combinaciones, con las que Hank solo reía y servía. Les fue alcanzando mientras miraba al más callado.

-¿Y tú, Connor?-le volvió a insistir el niño de ojos grises. Connor miró a Hank con sus ojos avellana, muy llamativos.

-Un cono de vainilla, por favor.-Hank asintió y tomó un cono simple para colocarle una porción de helado. Le señaló a Connor la vitrina de añadidos.

-¿Lo deseas con algo?

-Con una servilleta.-Hank estaba algo asombrado. Ese no solía ser el pedido de los niños, que ni siquiera se preocupaban por lo que utilizarían luego para limpiarse las pegajosas manos. Aún así, le entregó su orden. Los chicos se fueron en colita hacia la caja para pagar y salir.

No sabía por qué exactamente esos clientes se le quedaron bien grabados en la mente desde ese día, pero siempre los observaba por ahí cada intervalo de dos o tres día. Claro que luego empezaban a sentarse juntos en una mesa, conversar y hacer monerías. El chico Connor solo hablaba y miraba los adornos mientras un rubiecito algo cohibido le seguía la corriente al chico de ojos heterocromáticos en todos sus juegos. De solo escucharlos, Hank aprendió que se llamaban Simon y Markus. Luego estaba el de ojos grises, muy bullicioso y saltarín. Ese se llamaba Gavin y después de dos semanas, empezó a llegar con un parche en la nariz.