Capítulo 9.

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Martha había insistido en que llevará aunque fuera un abrigo negro puesto para disimular por lo menos. Pero le había dicho que no. Aún no estaba convencida de que realmente fuera cierto eso de que el viejo había estirado la pata. Kyle y yo íbamos en el mismo auto, Giselle había decidido irse con Martha y aparecido ese cuyo nombre no recordaba.

De hecho no recordaba casi nada de anoche. Solo que había llegado a The Hollow. Me había encontrado con Liam Lowen y la antipática odiosa de Billy-Ann Rother. Me había dado unos shots de vodka mientras coqueteaba con Liam. Ha Liam no le importa un carajo que tenga una supuesta relación forma con Billy. Ella estaba bailando de manera muy poco correcta con un tipo mientras Liam me comía con la mirada.

―Oye.―le doy un empujón el hombro a Kyle―¿porque dejaste que aquel tipo me llevara de regreso a la casa?―le pregunto con la ceja levantada.―me arruino la noche y no recuerdo nada.

―¡Que carajo iba a saber yo!―expresa con un falsa mueca de dolor.―tú―me señala con el dedo―no me dijiste para donde ibas. ¿donde iba a buscarte?―me pregunta― Tú eres como un bello fantasma ebrio. Nunca se sabe donde rayos te metes cuando te das más de cinco shots de vodka.

―cualquiera que te escucha piensa que soy una alcohólica―masculló hundiéndome en el asiento del auto.

―No―sonríe y pone su mano sobre mi pierna. Al vestido ser largo únicamente el parte trasera me deja las piernas al descubierto. Las tengo cruzadas y se que aunque no las tuviera Kyle nunca se atrevería a intentar tocar más arriba de la rodilla.―pero eres una ebria muy complicada preciosa.―Ruedo los ojos y sacó su mano de mi pierna.

―Me encontré con Liam anoche―le dije, Kyle lo detestaba a muerte.―te mando saludos―sonrió de medio lado solo para molestarlo.

―y déjame adivinar―se golpea el mentón con el dedo índice, me regala una sonrisa que podría quitarle a la virginidad a una monja.―quiso meterte mano.―sugiere.

―nada del otro mundo.―me encojo de hombro.―También estaba allí la antipática amiga tuya.―siento un sabor amargo en la boca al recordar a ese idiota. Y Kyle suelta una escandalosa carcajada y me atrajo hacia su pecho para abrazarme y darme un beso en la coronilla como si fuera una niña pequeña

―Tan celosa―dice y me aprieta los cachetes―¡mi puchi puchi!―pronuncia con tonito que que me irrita los nervios y hace un puchero.―siempre le tuviste celos a Billy-Ann desde que nos encontraste jugando al doctor

Siento asco de un solo recordar ese espantoso episodio de cuando estamos en el cuarto grado en colegio. Kyle me dano la infancia cuando lo vi tocando de manera inadecuada a Billy-Ann. Y por culpa de ellos dos a mi terminaron castigandome y me impidieron asistir a la gira a la fábrica de chocolate.

―¡Eww!―me alejo de él―¡Que asco!―reprimo el vómito―aún me cuesta trabajo creer que tuvieras algo que ver con ella. Crei que tenias estandares.

―Ay, puchi puchi―hace un puchero y me sujeta el momento―eso fue en cuarto grado.

―Deja de decirme "puchi puchi"―hago una mueca al recordar ese odioso apodo que me tiene desde el jardín de niños cuando se pasaba jalandome el cabello―sabes que nunca me gusto. Ya no tengo seis años.

Kyle suelta otra carcajada que le agua los ojos y casi se los llena de lágrimas. Seguramente se está acordando de algún recuerdo de nuestra infancia, cuál. No tengo ni idea. Kyle y yo habíamos echo tantas cosas desde que nos conocimos en el kinder que no me puedo imaginar de qué se puede estar riendo. Tal vez de cuando golpe en la cabeza a la profesora de música en el segundo grado en clarinete porque decía que no cantaba como un ruiseñor

Las Reglas del AbueloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora