Capítulo 32.

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Daniel Pov

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Daniel Pov.

Tuve que pasar rápido a mi departamento y darme literalmente un "baño de gato" como diría mi abuela. Ya que solo los gatos se bañan tan rápido, sí es que se bañan. Tome lo primero que saque del closet; un pantalon negro, una camisa color vino y un blazer.

Conduje casi comiéndome la carretera para llegar a tiempo. Desde que entré por la puerta del lobby, la mirada inquisidora pero hermosa de Valerie me perseguía. Foto, tras foto, tras foto... incluso dentro del elevador, presione el botón del piso de presidencia. El elevador no tarda mucho en llegar al piso de presidencia. Las puertas se abren y me agradable mañana llegas a su fin, parado en lobby hablando con de la recepcionista está el tipo ese. Futuro "esposo" de Valerie. El solo verlo hace que me retuerza el hígado. Se me hiela la sangre. Una respuesta muy primitiva, ya lo sé pero no puedo evitarlo. Mis manos se convierten en puños. El me mira como si no fuera nadie, suelto un suspiro y pasó de largo para hablar con la otra recepcionista que se encuentra detrás del escritorio con la vista fija en el monitor.

―buenos días.―saludó con cortesía forzada―tengo una cita con Valerie Remington.―me refiero a ella por su nombre de pila y me aseguro de decirlo en voz alta para que aquel me oiga claramente.

―¿su nombre, cuál es?―me pregunta la rubia, sigue con la vista fija en el monitor.

―Daniel Cleaver.―le informo. La rubia despega los ojos del monitor y me regala una sonrisa, digna de comercial de pasta dental.

―bienvenido, señor Cleaver―me saluda con una sonrisa de comercial dibujada en su rostro.―sígame por favor, la señorita Remigton lo espera. ¡Venga, conmigo por favor!

Sale de atrás del mostrador, y yo la sigo. Escucho el sonido de sus tacones resonando contra el suelo me molesta. Me lleva a la puerta de la oficina del viejo Remington que está cerrada. La recepcionista da dos ligeros golpes en la puerta y hasta escuchamos un "adelante" proveniente del interior de la oficina. La mujer gira sobre sus talones y se marcha. Ahora me siento increíblemente nervioso, mucho más que en la noche. Que cometí la estupidez de hablar con aquella hiena sin entrañas.

Y aún, no decido si le debo contar a Valerie lo que pasó anoche.

Armándome de valor, abro la puerta e ingresó al interior de la oficina. Todo está tan malditamente silencioso, parece un mausoleo. Fijó la vista en el enorme escritorio, que está ubicado en el centro de la oficina. Pero lo que más me llamó la atención, fue Valerie. Ella se veía preciosa, como siempre. Estaba sentada en una posición poco correcta, con las piernas estiradas, la espalda recostada en la silla y las manos tras las cabeza, con los ojos cerrados.

―Val.―la llamó. Al escuchar mi voz abre los ojos. Se acomoda, adoptando una posición más formal y clava sus ojos oscuros en mí persona. Es como si quisiera leer el pensamiento aunque para eso tenga que abrirme la cabeza.

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⏰ Última actualización: Apr 29 ⏰

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