Capítulo 23.

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Martha Pov

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Martha Pov.

Entre a mi habitación lo antes posible. Aquella conversación con Valerie había resultado ser más extenuante de lo que había siquiera imaginado en alguna de las más horrendas pesadillas.  La cabeza me iba estallar a causa de la migraña o sería la presión que nuevamente la tenía por las nubes. Tuve que tomarme la presión con el brazalete de aire que me aprieta las arterias para saber cuánto tengo la presión. Mire la pantalla digital donde indicaba que tenía la presión 140/90.

Demasiado alta.

Pero no era la presión lo que me preocupaba. Sino que parecía que con la muerte de George todos los secretos que habíamos guardado tan celosamente para proteger a Valerie, comenzaban a revelarse.  Solo le agradecia: al cielo, a Dios, a los santos que Valerie solo hubiera escuchado que soy media hermana de George y no otra cosa porque eso sí sería catastrófico. Conocía a mi niña de cabecita loca, ella no se detendría a saber todo los secretos familiares que había guardado por su bien.

Richard. George. Grace y... yo incluso la propia Victoria. Había acordado guardar todos los secretos familiares, para permitir que Valerie siguiera metida en su mundo color de rosa. ¡Estaba mal! Eso siempre había sabido desde que acordaron  todos el secreto. Pero muchas veces "la inocente ignorancia" es preferible a "la realidad tan dolorosa".

¡Existen verdades que hay que guardarse. Verdades que deben quedar guardadas bajo siete llaves. Hundidas en lo profundo del mar. Que nunca deben sacarse a flote porque si salen a flote podrían matar a alguien!

<nadie puede ser feliz, ignorando la verdad>>. Me recrimina mi conciencia

―Lo jure.―solté un suspiro. Abrí el cajón de la mesa de noche donde se encontraba mi propia versión de la caja de pandora. En aquella caja de ébano, tan oscura como los secretos que se encontraba dentro.―y debo cumplirlo.―volví a colocar la caja dentro del cajón de la mesa de noche.

Tome del burro de mi habitación los medicamentos para controlar mi presión alta. Siempre tenía una jarra de agua fresca en mi habitación, serví un poco en un vaso y luego tomé el medicamento. En un rato serian los novenarios tenía que estar preparada para todo lo que pudiera pasar. Mezclado con el agua las píldoras bajaron por mi garganta de manera pesada.

Pero lo más pesado en mi vida son los secretos que he jurado guardar para siempre.

***** ***** *****

Arthur Pov.

Cuando llegué a la mansión Remington, no tenía la apariencia de ser típico novenario. Todos estaban vestidos de negros, eso sí. Pero todos estábamos vestidos con elegancia, las mujeres llevaban puesta mejores las joyas de sus alhajeros... tal vez algunas incluso hicieron un encargo especial alguna pomposa joyería. Se supone que un novenario solo están presente los familiares del difunto pero aquí parecía que se encontraba los mismo que fueron al velorio los días pasados.

Las Reglas del AbueloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora