Capítulo 29.

769 26 15
                                    

Daniel Pov

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Daniel Pov.

No me había quedado en el novenario. No podía ser partícipe de esa farsa. Y podía quedarme allí, viendo como la única chica que me ha gustado para algo serio. Para algo que no fuese un polvo anónimo, se encontraba junto a un tipo que ni siquiera conocía pero con él que debía casarse.

¿Qué clase de fiasco era ese?

No me da vergüenza aceptarlo.

He estado enamorado de Valerie Remington desde que estábamos en cuarto año de primaria. Al principio solo la veía como una mocosa quejosa y presuntuosa, que siempre se metía en problemas pero que era muy divertida. Luego que padre murió no la había vuelto a ver, pues se había marchado a Inglaterra con su madre. Pasaron siete años y no sabía  nada ella esta que regresó ya cuando íbamos empezamos la secundaria.

Fue cuando caí en cuenta que Valerie no solo era mi amiga.  ¡Yo la quería!

¡Quería que fuera mi novia!

Ahora tiene que aceptar que se fuera a casar con desconocido, por puro capricho de su difunto abuelo. No, no, no y ¡NO! Yo no podía aguantarme, eso. No podía soportar que incluso me tratase a mí como si yo fuera el intruso aquí.

Por eso me podía seguir en el novenario.

Salí por la puerta principal, y escuché el sonido de unos tacones siguiéndome. Me voy de vuelta esperando que sea Valerie pero no era ella sino Giselle.

―Regresate al novenario, Gi.―le pido.

―Danny, no te puedes ir así.―usa ese tono conciliador que usa siempre cuando hay problemas.―está muy alterado.

―¡Gi!―la paró en seco―estoy bien. Solo necesito estar solo. Necesito pensar muchas cosas.

―Daniel, por favor.

La escucho pero no tengo ganas de seguir escuchándola. Yo sé mejor que nadie que Giselle no quiere lastimarme. Pero yo necesitaba en este momento no un hombro donde llorar sino vía de huida. Sacó del bolsillo de mi pantalón el juego de llaves de mi auto. Necesitaba salir de esta casa, alejarme de toda esta gente.

¡Solo quiero olvidar todo!

Olvidar que le dije a Valerie que estaba enamorado de ella. Olvidar que me mando al carajo. Olvidar que su abuelo estaba obligado desde la tumba prácticamente a prostituirse por una herencia.

¡Solo quería olvidar!

Pulse el botón que desbloquea los cerros de las puertas de mi Aston Martin Viz. Abrí la puerta y me dejé caer sobre el suave asiento de cuero y puse en marcha el motor. Amaba mi auto pues fue el primero que me compre yo sin que nadie me ayudase, amaba rugido del motor de este bebe. Pero hoy, este día. Nada me satisfacía, lo único que podía hacer era concentrarme para ser capaz de conducir y no estrellarme del coraje.  Le meti un pisotón al acelerador, tan fuerte que el deportivo salió hacia delante tan rápido como un misil.  Conduje hacia el noroeste. No tan lejos de la ciudad pero tampoco tan cerca como para hallar tráfico en camino tener que dejar pisar el acelerador.

Las Reglas del AbueloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora