Capítulo 20.

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Arthur Pov.

Nunca hubiese imaginado que un simple almuerzo con el pequeño monstruo resultaría tan "agradable".  Si esa era la palabra exacta agradable. Sí, omitimos el tema del matrimonio, ella resulta ser increíble, muy agradable y simpática.

Estabamos en una relativa tregua de amabilidad.

Habiamos almorzado juntos y los habías dedicaros a conocernos. Me había bombardeado de preguntas y para cada respuesta mía, tenía un comentario. Ahora estábamos disfrutando de un delicioso postre antes de irnos. Yo elegí un delicioso pedazo de tarta de Alaska horneado de chocolate y ella eligió un muy apetecible petisús de chocolate belga.

―Hmm―cierra los ojos y tiene una expresión de disfruta al saborear el último pedazo de su postre que me causa risa. Abre los ojos y sus mejillas adquieren una ligera pincelada rosada color melocotón que la hace lucir adorable.―de aquí al gimnasio. ¡Porque no quiero ponerme como O mayúscula!

―Yo creo, que te veias muy hermosa aunque estuvieras gorda―suelto sin pensarlo y veo como ella sonríe.

―Yo me veo bien, de todas las maneras existentes.―dice con suficiencia.―Pero, me tengo que cuidar. Y por que....―Su ánimo cambió y se torno por completo diferente. Se había vuelto seria de pronto―Porque tengo que hacerme pruebas para...el vestido de novia.

Ahora el que se sentía incómodo era yo. La tregua estaba tambaleando. Porque ella nunca me vería como otra cosa, que no fuera el tipo despreciable con el que se veía obligada a casarse. ¿Está enamorada?. Me viene a la cabeza ese tipo de lectura ¿Daniel? La forma en la que la miraba y trataba ¿Estará enamorada de él?

―Yo.―me habla ella. Me había quedado pensando sin darme cuenta―¿no me has escuchado nada verdad?―suelta un bufido.―a mi no me gusta que me ignoren. No importa, que estemos hablando tu tiene estar prestando toda tu atención a mí.

―Yo no te estoy ignorando.―me defiendo de su berrinche―solo me quede pensando en un asunto de trabajo―digo por salir del paso.

―Lo que es lo mismo―arremete―me estaba ¡ignorando!―pone los ojos en blanco

―No te estaba ignorando―vuelvo a decir―me estaba hablando algo de prueba del vestido de novia. Pero si mal no recuerdo en acuerdo matrimonial. Tu abuelo pidió que usaras el vestido que fue de tu abuela.

―Si―cruzo los brazos sobre su pecho―pero lo puedo mandar a modificar a mi estilo.

―¿Y cómo vas a ser eso?―le pregunto con la ceja levantada―¿Acaso estudias o sabes algo de diseño de modas?―le pregunto y ella suelta una risita musical.

―No sea tonto. En la vida uno tiene que saber hacerlo todo―me dice con una sonrisa cómplice como estuviera a punto de contarme un secreto de estado o algo muy privado.―sino hay que tener el teléfono de cada persona que sepa hacer cada cosa.―me dice como si eso explicara todo. Pero aparece mi rostro me delata porque ella decide profundizar su elaborada "estrategia" de planeación―mira tengo varios conocidos, he sido modelo. Conozco: fotógrafos, diseñadores, coordinadores de eventos, publicistas y demás. Va ser muy fácil ponerme en contacto con la gente adecuada para lo de mi vestido de novia. Porque quiero que mis tres estilos de vestido queden de infarto.

―¿Para qué quieres tres estilos?―le pregunto extrañado.

―¿Como que para que?―me mira como si no tuviera sentido común―para la boda.

―Solo nos casaremos una vez.―le repito aun no comprendo para qué necesita tres estilos de vestidos.―No veo porque necesita tres vestidos.

―¡Hombre, tenias que ser!―me acusa poniendo los ojos en blanco―Tal vez no lo recuerdes pero el abuelo, estipulo que esta charada debe cumplir con todos los pormenores y prerrequisitos.―dice en tonito sarcástico que me ya dejó parecerme adorable y comienza fastidiarme.―lo que significa que tiene que verse y sentirse ¡CREÍBLE!―toma su cuchara y toma un pedazo de mi postre. Lo hace tan rápido que apenas me da tiempo a reaccionar cuando ya se ha llevado una pequeña porción de helado con parte de merengue a la boca―Hmm...hay que compartir.

Las Reglas del AbueloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora