Una vez ha recogido su maleta, camina con rapidez por el aeropuerto, deseando no haber metido casi veinte kilos de una en su equipaje, pues casi le es imposible esquivar la gran aglomeración de personas que se extiende ante él.
Sigue adelante con calma, hasta llegar a su destino, al fin ha pasado la puerta.
Mira al cielo detenidamente, maravillándose con el clima que le ahora le azota de forma desmedida. Retira su chaqueta con cuidado, dejando que los rayos de sol incidan perpendicularmente sobre su piel.
Echaba tanto de menos ese tiempo.
No lo malinterpretéis, no es que el Nueva York no haga buen tiempo, pero no hay punto de comparación con la humedad y la sensación que se extiende por Hawaii.
Tras varios minutos sumido en su propio mundo, visualiza dos figuras a lo lejos, que le resultan demasiado familiares.
Corre con entusiasmo hasta chocar de lleno con el pecho de su madre y sintiendo cómo poco a poco sus mejillas se llenaban del rojo carmín que provenía de los cálidos labios de la mujer.
Después nota una fuerza extra a su espalda y observa cómo su padre también ha comenzado a abrazarle.
Aquella es la vez que más tiempo ha estado sin verles, porque en la que se suponía que iba a ser su última visita, éstos tuvieron que acudir a una reunión de negocios muy importante, por lo que se canceló.
Ya no era un niño, pero a pesar de que pasó la infancia en un orfanato, se ha vuelto algo dependiente de su familia, le gusta mucho pasar algo de tiempo con ellos, de hecho, solían hablar por WhatsApp muy de vez en cuando.
No por que él tuviera tiempo, ni mucho menos.
Pero aprovechaba al máximo cuando sus padres podían dedicarle unos escasos minutos, y dejaba de hacer lo que fuera que tenía por tarea importante en ese momento.
—Os he echado de menos. —Admite por primera vez en voz alta.
Sí, nunca lo había dicho. Jamás se había atrevido a confesar cómo se sentía verdaderamente, porque sabía que sus padres le habían mandado a estudiar lejos por su bien, pero a veces se sentía solo.
Aunque eso no significaba que lo estuviera realmente.
Pero esos ocho años fuera, le han ayudado a convertirse en una persona mucho más madura, responsable e independiente. Ahora está plenamente centrado en cuáles son sus objetivos y no va a dejar pasar ninguna oportunidad que pueda contribuir en mejorar su futuro.
—Y nosotros a ti, cariño. —Dice la morena mientras acaricia su mejilla con parsimonia, limpiándola levemente y haciendo que ésta vuelva a su tono habitual de piel.
—Eres todo un hombre, Jungkook. —Comenta el hombre, que le da unas palmaditas en la espalda a medida que habla. —Eres hasta más alto que yo. —Dice casi con fastidio, añadiéndole un tono de humor a sus palabras.
—¡Hombre, por supuesto! —Se engrandece y saca pecho.
—Nuestro niño ha crecido tanto... —Repite ésta, ahora repeinándole el pelo y haciendo que Jungkook vea las estrellas, porque odia que le agachen el flequillo de tal manera.
—Mamá, mamá. —Trata de frenar ambas manos. —Ya no soy un niño... —Intenta objetar, pero el hombre se coloca entre los dos.
—¡No le digas eso a tu madre! Siempre vas a ser un bebé al que hay que cuidar para ella. —La morena asiente por detrás y acto seguido comienzan a seguir. Su padre mira el reloj y resopla, sin necesidad de añadir algo más, los tres se dirigen hacia el coche que estaba ya aparcado allí, pues el chófer estaba esperando por ellos.
—¿Mucho lío en el trabajo? —Pregunta, tratando de no denotar el fastidio que le produce el saber que pronto tendrán que marcharse nuevamente.
—Estamos en medio de un proyecto bastante importante, mañana vendrás al hotel conmigo y te mostraré las reformas que hicimos, también empezaré a informarte sobre los beneficios anuales y demás, al fin y al cabo eres el futuro de nuestra empresa, Jungkook. —Comenta el hombre satisfecho y sonriente.
El castaño también esboza una sonrisa ante esas palabras.
—Una pregunta, ¿puedo quedarme en la playa? —Dice, haciendo que sus padres se giren hacia él, obligándole a explicarles la razón. —Es el sitio que más he echado de menos... La playa de Nueva York no se parece en nada a las de aquí. Aparte, no estoy cansado, conseguí dormir algo en el avión. —La madre es la que se apresura a responder.
—Está bien Jungkook. Pero procura no tardar mucho en llegar a casa, debes descansar. Nosotros trataremos de salir antes de tiempo para que nos cuentes todas las experiencias de Estados Unidos que desees. —Asiente, contento.
—Ya lo has oído, para primero en la playa que está a escasos kilómetros de aquí. —El chófer asiente y redirige el automóvil.
No puede parar de mirar por las ventanas.
Existen momentos en los que extrañas las cosas más pequeñas, las sensaciones que experimentaste y en ese momento no eras consciente de lo mucho que podían significar para ti en un futuro. Pues esa sensación es ahora la que invade a Jungkook.
Ya ha ido por esas carreteras, ya ha pasado tiempo en aquel lugar.
Pero su corazón parece oprimirse al darse cuenta de que, años atrás, no las valoraba tanto como las llegó a valorar estando lejos de su casa.
Se despide de sus padres al llegar, y cuando ve el coche alejarse, mira la playa con melancolía, quitándose los zapatos para poder caminar descalzo por la arena, dejando que los pequeños granos invadan sus pies y los entierren a cada paso que da.
Acaba sentándose en una de las rocas, cerrando los ojos y permitiendo que el sonido característico del mar chocando consigo mismo lo haga entrar en un trance, simplemente, maravilloso.
La brisa va azotando su cara sin demasiada intensidad, despeinándole y despertándole de lo que parecía ser un sueño.
Es bastante pronto, por lo que apenas hay gente en la orilla.
Tan sólo consigue ver a un muchacho que agarra con fuerza su tabla de sur y, a pesar del frescor de la mañana, se introduce con valentía entre las olas, acabando por cabalgárlas a su antojo.
Abre la boca ligeramente, sin poder apartar sus ojos del rubio que continúa subido sobre la tabla, haciendo que parezca fácil por unos instantes.
Traga saliva, quedando a cada momento más y más embriagado del chico, no sabe bien si es por la envidia que le produce la manera de moverse de éste, o por el afán de sentir lo que él parece experimentar sobre las olas.
Él no está siendo domado por el mar, él parece estar doblegando la marea, y eso es algo que jamás ha vivido antes.
Con que así debe ser sentirse libre.
Piensa, después notando el largo tiempo que ha desconectado de la realidad, dándose cuenta de que la gente ya ha comenzado a transitar la playa.
Por lo que, cuando el chico al que no ha parado de observar, sale del agua, él se retira del lugar que había adoptado, casi con urgencia, queriendo volver a casa y tratando de describir la sensación que ha experimentado apenas unos momentos antes.
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SUMMER PARADISE🏝 ••KookV••
FanfictionDicen que los polos opuestos se atraen... Y no importa cuanto hagas para evitarlo, pues no lo conseguirás.