Dieciocho.

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Después de pasar el peor rato de mi vida (Adrián me tuvo que besar delante de todo el restaurante, y lo que es peor, de Nash y Sarah) por fín nos montamos al coche y termina esta noche, Dios, se me ha hecho demasiado larga.

—No pareces demasiado contenta, ¿he hecho algo mal? —pregunta Adrián dedicándome una mirada de preocupación mientras conduce.

—No, si estoy muy contenta, es solo que estoy muy cansada, son las doce y media y yo me suelo acostar a las once —miento. Vale, la primera mentira en la relación. Mal, Ashley, mal. La sinceridad es la base de la relación.

—Ah entiendo —dice llegando al edificio—, si quieres bájate ya, yo tengo que buscar aparcamiento y voy a tardar —me sonríe.

—Vale —sonrío yo también y abro la puerta. De repente me acuerdo de que no puedo ser tan dura con él, todo lo ha hecho por mi, asíque me vuelvo a colocar en el asiento del copiloto y le doy un dulce beso—. Adiós —le digo sonrojándome un poco.

Subo pensativamente al ascensor. Quizás he hecho mal en decirle que sí si no me termina de gustar. Le podría terminar haciendo daño... pero por otro lado puede que por fin me termine de olvidar de Nash y, quién sabe, enamorándome de Adrián. Él es muy bueno y guapo, de eso no le falta.

—¿Y qué tal la cita, eh? —pregunta divertida Samantha abriéndome la puerta.

—Un desastre, me pregunté durante toda la cena si había quedado conmigo o con Sarah —me senté cansada de un suspiro.

—¿Qué? —grita asombrada lanzándose a mi lado en el sofá.

—Lo que oyes, me llevó al Times Square y se apareció la parejita del siglo, se sentaron con nosotros y para colmo solo hablaron Adri y ella todo el rato —me salté el mayor detalle.

—¿En serio? Qué descaro —ríe—, entonces ¿lo vuestro no fluye o qué?

—Bueno eso es otra cosa, va y me pide que sea su novia delante de ellos dos y encima me besa delante de todo el restaurante..

—¿Le dijiste que sí, no? 

—Pues claro que sí.

—Pero, ¿al final te gusta? —vuelve a preguntar por enésima vez en el día.

—¡Otra vez! —me quejo—, ¡que no lo sé, pesada!

—Vale, vale —dice alzandolas manos en señal de defensa—, si que se te ha hecho larga la noche.

—No sabes tú cuánto... ¿Y Cameron? —pregunto recordando que se iban a quedar solos toda la tarde noche hasta que yo volviera.

—Ah, a las once se tuvo que ir a grabar, me invitó a que fuese con él y no dejarme sola pero estaba demasiado cansada, mírame en pijama —dice riéndose.

Me pongo el pijama y vuelvo con Samantha al sofá porque echan una buena película, "Todos los días de mi vida", la he visto puede ser que, sí, todos los días de mi vida. Río para mis adentros. Vale, no tan exagerada pero esa película era una de mis favoritas. Siempre lloro cuando Peige no reconoce a su marido, es muy triste que ella recuerde todo y a todos excepto a él después de todo lo que vivieron juntos. Perder la memoria debe ser demasiado doloroso.

—¿Dónde están los pañuelos? —me quejo, Samantha sabe que con esta película necesito pañuelos.

—Joder —se levanta y me tira a la cabeza un paquete.

—Ay —logro articular aunque no me ha hecho daño, un paquete de pañuelos no va a hacer daño a nadie.

 Después de una larga lloraera por parte de las dos -sí, Sam dijo que no lloraría otra vez pero así lo hizo-, acabó ésta y decidimos irnos a dormir, éste había sido un largo día, sobre todo para mí.

More Than A Travel (Nash Grier)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora