Treinta y dos.

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—¿A quién llamamos? —pregunta Sarah una vez la desato y corre a coger su móvil con un 22% de batería, suficiente.

—A Nash —digo con prisas arrebatándole el aparato.

Ella me lo vuelve a quitar de las manos con una expresión de lo más perversa y dice:—Pero yo hablo.

—Pues hazlo rápido, Anthony no debe estar muy lejos y nos puede oir. ¿Sabrás dónde estamos, no? —pregunto por si acaso, sino, ¿de qué nos serviría llamar?

—Sí, sí lo sé —dice parándose a mirarme.

—¡Pero venga, llama! ¡No te quedes parada! —la grito en un susurro. Si nos pilla Anthony no tengo ni idea de qué puede pasar. Tal vez hasta me regrese a España como iba a hacer en un principio.

Ella reacciona y busca el número de Nash en su registro de llamadas, tenía el móvil en silencio y como unas veinte llamadas de él asíque tampoco le resultó muy difícil encontrarle. Pulsa el botón verde que aparece en su pantalla y se coloca el móvil pegado a su oreja derecha. Puedo oir el único pitido que emite el teléfono y la voz de Nash contestar en milésimas de segundo. No sé porqué tengo miedo... bueno sí, ¡que concho!, claro que sé porqué tengo miedo, Anthony puede venir aquí en cualquier momento.

—¿Dónde estabas? ¿Por qué te has ido? ¿Dónde está Ashley, eh? Mejor dicho, ¿dónde coño estáis? ¿Qué está pasando? Llevamos dos días buscándoos, tú no respondes y el móvil de Ashley está apagado...

—Shhhh —susurro al lado de Sarah para que Nash bajase el volumen de su tono de voz. Wow, espera... ¿llevábamos dos días aquí metidas? Pues sí que he dormido por ese apestoso olor —Nash, soy yo, Ash —me dispongo a hablar lo más cerca que puedo del teléfono de Sarah puesto que ella estaba paralizada en el sitio sin poder decir nada —. Escucha, Anthony nos ha secuestrado. Sarah, dile dónde estamos —me dirijo a ella esta vez pero mira al orizonte, a la nada. La zarandeo un poco a punto de agotar mi paciencia. Estoy asustada, quiero que vengan ya de una vez y nos saquen de aquí, y de paso que metan a ese loco en la árcel o en el manicomio. 

—¡Sarah, joder! —grita Nash al borde de la desesperación al otro lado de la línea.

—Esque... yo...

—¡Tú qué! —grito desesperada yo también.

—No sé dónde estamos...

Río irónica y oigo gritos del micrófono del móvil y unos cuántos suspiros de desesperación. Los chicos ya deben saber que Nash está hablando con nosotras.

—Esto debe ser una broma, ¡Sarah, dile ahora mismo dónde estamos! —grito zarandeándola otra vez.

—¡Que no lo sé, joder! —grita ella también.

—¿Y por qué mientes? —la grito tirándome al suelo, esto era el fín.

—Chicas tranquilizaos... —suena la voz tranquiliozante de Cameron. ¿Cómo vamos a hacer eso? Estamos secuestradas por un degenerado... Bueno, en mi caso estoy encarcelada por un degenerado y compartiendo "celda" con una loca. Bien.

Sarah está empezabdo a sudar por la cara... vale no, está llorando. La llamada sigue en silencio, un silencio que se ve invadido por unos fuertes y firmes pasos que se escuchan del exterior. Mierda.

—El jeep de Nash está en el aparcamiento del centro comercial grito antes de girarme alarmadamente tras escuchar el sonido de la puerta abrirse de un gran golpe y por la poca luz que entra puedo ver a Sarah escondiendo su teléfono detrás suya.

—¿Qué coño haceis? —grita dirigiéndose a nosotras furioso.

—Te van a pillar, asqueroso cabrón —grita Sarah plantándole cara. Él la coge por los hombros y la tira al suelo haciéndole un evidente daño. Después el dirige su mirada hacia mi y me intenta hacer lo mismo pero consigo darle una patada en sus genitales, lo que hace que se retuerza de dolor tirándose al mugroso piso en el que estábamos.

More Than A Travel (Nash Grier)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora