08. Alguien había estado haciendo abdominales.

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———Olivia———

Sentí como un hormigueo recorrió mi cuerpo, y por un momento perdí la noción de la gravedad. En dos segundos llegamos al otro lado del portal. Mi cuerpo se tensó y se relajó inmediatamente dejando una sensación agradable en mis extremidades. Jack me dejó cuidadosamente en el suelo de un sitio muy amplio, lleno de estanterías con juguetes ordenados por categorías, mesas de trabajo y muchas puertas por doquier. El portal se cerró. Veía varios pisos los cuales estaban unidos por un ascensor que ahora mismo estaba quieto en alguna de esas plantas.

—¿Hola?¿Santa?¿Guardianes?—preguntó Jack al aire—.¿Hay alguien?— él me miró—. Esto está muy tranquilo...ni yetis, ni duendes...por no haber no hay ni luces.—y tenía razón, aquello estaba oscuro que daba miedo. ¿A donde me había traído Jack? Si imaginaba algún sitio donde estuviera Santa Claus, desde luego no era tranquilo.

Echó un vistazo rápido a todo el lugar. Entonces empezó a caminar. De repente una cuerda disimuladamente dejada en el suelo le atrapó de los pies colgándolo bocabajo. Su bastón cayó al suelo y todas las luces se encendieron.

Su sudadera se había caído hasta su cabeza por orden de la gravedad, tapándole la cara y dejando al descubierto su torso. Alguien había estado haciendo abdominales, ya que ligeramente algo se marcaban.

—Venga ya, ¡Conejo! No tiene gracia—dijo riéndose, cosa que resultaba contradictoria.

Varios yetis y muchos duendecillos con cascabeles salieron de las puertas y de varios escondites más yendo a colocarse justo delante de Jack. Todos se dirigían hacia él rodeándome, pero sin prestarme mucha atención. Me pregunté si me veían.

—Oh, venga Phil, soy conocido aquí—dijo Jack retirando la sudadera de su cara. Me pilló observando su figura cuando coincidí con sus ojos que me miraban a mi. Me sentí tan incomoda y vergonzosa que la primera reacción que tuve fue darme la vuelta quedando de espaldas a el. ¿Qué haces Olivia?

—Bueno, bueno...—dijo una voz desconocida para mí con un marcado acento ruso. —.¿Qué tenemos aquí? El mismísimo Jack Frost ha vuelto a mi taller—me giré en dirección a Jack, de donde provenía también la voz. Me preguntaba si tendría que hacer el mismo esfuerzo para ver al resto de guardianes que el que hice para ver a Jack. No podía ser—. Te dije que si te cogía de nuevo te colgaría de los pies, ¡mocoso irresponsable!

Al darme la vuelta comprobé que no tendría que hacer ningún esfuerzo. El resto de guardianes estaban allí. Santa Claus, el mismísimo, estaba juzgando con los ojos a Jack. También el creador de sueños merodeaba por allí, aunque sin juzgar. Por otro lado el hada de los dientes que miraba de arriba a bajo a Jack. También estaba...¿el conejo de pascua? Aunque más bien parecía una mutación musculosa, adorable y grande de un conejo de pascua.

—Claro, ¿con quién te crees que hablas? Mi centro es la diversión, ¿esperabas menos?¿o a caso me has vuelto a añadir a la lista de los niños malos?—dijo riendo, lo que provocó una leve risa en mi. Sin embargo, por muy leve que sonase, los guardianes la oyeron.

Mierda.

Todos se giraron a mirarme. Incluidos yetis y duendes. Un rubor subió a mis mejillas.

—¿Sorpresa?—dijo Jack ironizando, pretendiendo ser inocente.

—¿Qué hace ella aquí?—preguntó Santa recalcando la palabra 'ella', cosa que hizo que sonase como si ya me conociese de antes.

—Es una larga historia que estaría encantado de contar si me bajáis ya al suelo—respondió Jack. Conejo no dejaba de mirarme, y sentí unas tremendas ganas de abrazarle, aunque lógicamente me contuve.

No se quien es Jack Frost.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora