22. Recuerdos de Flame. Guardiana.

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——Flame———

Recuerdo despertarme una noche, por una luz brillante y plateada que entraba a mi cuarto a través de las ventanas.

Me asomé por estas, hasta ver a la luna llena dando de golpe en mi delicada piel. Aún no sé cómo me transmitió aquella información, pero nada más mirarla supe que había sido elegida guardiana. En menos de un segundo tuve en mi cabeza toda la información que debía saber: que había sido elegida guardiana de la imaginación, que el resto de guardianes me buscarían y me explicarían por qué y que cada guardián protegía una cualidad de los niños. 

La luna dejó de brillar tan intensamente y volvió a la normalidad, allí alejada en mitad del cielo nocturno. Volví a dormir esperando que aquello no hubiese sido un sueño. 

Al día siguiente me desperté con más energía que nunca. Bajé las escaleras tarareando cualquier canción y marcando pasos de baile, como si estuviese bailando un vals, con cuidado de no enredarme con el largo vestido. Llegué al gran salón como de costumbre. Al llegar me encontré con mis padres en los tronos, y Esmeralda ocultándose tras estos. Un poco más retirados descubrí a los guardianes, contando cualquier cosa a unos reyes de fuego. Santa Claus, El Hada de los Dientes, el Creador de Sueños y el Conejo de Pascua estaban allí en mi salón. 

— Los guardianes...— musité una vez analicé la escena.

— Flame, han venido a por ti. Dicen que eres una guardiana, ¿es eso cierto?— preguntó mi padre, dudando de las palabras de los guardianes.

— Sí, padre— dije acercándome a los guardianes— Ayer en la noche la luna me habló. Me contó que soy una guardiana, que protejo algo importante para los niños, como ellos— dije señalando a los guardianes.

Los guardianes me miraron e hicieron una reverencia a modo de saludo.

— Oh, no hace falta que hagáis reverencias. Ahora soy de los vuestros, ¿no?— pregunté con una sonrisa agradable.

— Tenemos que hacer la iniciación, colega— me dijo Conejo simpático. Yo reí feliz. Conejo me transmitía buena energía, confianza y seguridad. Desde entonces sería mi guardián favorito.

— Pero...¿cómo va a ser un espíritu del fuego un guardián de niños?— interrumpió Esmeralda aún desde atrás de los tronos frunciendo el ceño—. El fuego es peligroso, no puede proteger— dijo fastidiada. Su voz sonaba imponente y dura.

— No importa que sea un espíritu del fuego, Esmeralda— respondió Tooth—. Basta con que proteja algo importante de los niños. Ella protege la imaginación, puede salvar a niños gracias a eso, y ella es capaz. Por eso es una guardiana— concluyó su explicación con una mueca tranquila.

— Sandy protege los sueños— irrumpió Santa—, Conejo la esperanza, Tooth los recuerdos y yo la ilusión. Cada una de esas cosas ayuda a criar a un niño, y son tan importantes como la vida misma. Flame también tiene algo muy especial dentro que la luna ha sabido ver...— yo miraba a Santa maravillada por su discurso. 

— Tranquila Esmeralda...— le dije intentando calmar la situación— Todo va a salir bien. Además, ya he salvado algún que otro niño...— dije recordando la escena de hacía tan solo días.

Recuerdo como patinando con Jack y con su hermana, ella resbaló. Justo antes de que se diese con un trozo de hielo puntiagudo en la cabeza, lo derretí con una ráfaga de llamas y lo convertí en un tobogán haciendo que resbalase y que no se diese en la cabeza con el pico. 

Le expliqué que si imaginaba que estaba en un parque divirtiéndose, todo sería más fácil. La imaginación nos salvaba de muchas ocasiones tristes, aburridas e incluso que pudiesen darnos miedo. La pequeña me agradeció ese consejo. 

Por otro lado, Jack me agradeció con un abrazo que salvase a su hermana. Recuerdo sus manos frías sobre mi espalda calmando mi calor. Fue un abrazo real e intenso. Mantuvimos la mirada unos segundos, sonrojándonos. 

—Tú, Flame de Fiery...— comenzó Santa leyendo el gran libro de los guardianes. Todos me rodearon. Todos menos Esmeralda, que se quedó mirando la escena apartada detrás de los tronos— ¿Prometes cuidar de los niños del mundo...— dijo Santa captando toda mi atención—...protegerlos con tu vida, así como sus esperanzas, sus deseos y sus sueños, ya que ellos son todo lo que tenemos, todo lo que somos y todo lo que seremos jamás?

— Sí, lo prometo...— acepté sonriendo.

— Pues entonces enhorabuena, Flame, porque ya eres ahora y para siempre...— dijo Santa cerrando el libro— ...un guardián.

Todos empezaron a felicitarme y a festejar el suceso. Esmeralda siguió apartada, ardiendo por dentro de rabia seguramente, detrás de los tronos y con la mirada oscura. Entonces salió por la puerta de atrás de los tronos que daba a un largo pasillo y al ala de los criados. Esperaba que no prendiese fuego a nadie ni a nada.

— Tranquila, ella estará bien...—  me consoló Conejo al ver que me quedé mirando por donde había salido Esmeralda—. Ya sabes, envídia de hermanos...

Entonces le sonreí tiernamente. 

Durante todo el día los guardianes me enseñaron los escondites/viviendas de cada uno de ellos, impresionandome a cada cual más. Cogí confianza rápidamente con ellos, sobretodo con Conejo. 

Aquel día no me dio tiempo a ir al lago a ver a Jack, y me pregunté qué estaría pensando él. Al día siguiente esperaba volver a verlo para contarle mi nueva facultad de guardiana y todo lo que había vivido en ese día tan intenso. 

Deseaba, sin yo darme cuenta, volver a verle.

No se quien es Jack Frost.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora