20. Un pie, otro pie.

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——Olivia———

Los esqueletos nos llevaron hacia el gran salón. En aquella habitación redonda se quedaron Esmeralda, Sombra y la abuela. Una vez en el gran salón, los esqueletos nos pusieron a unos cuantos metros del barreño. 

El barreño estaba hasta los topes de agua. Aún teníamos a los esqueletos agarrando nuestras muñecas y dudaba que fuesen a quitarse. 

Esmeralda bajó las escaleras con Sombra detrás. Más esqueletos les seguían sujetando a mi abuela en medio, como si fuera una pieza rígida. Ella seguía en la hipnosis. ¿Dónde estaba Jack? No sabía donde lo tenía Esmeralda encerrado. Tan sólo el pensamiento de que esté solo, intentando salir y cohibido de ayudarnos me destrozaba. No sabía nada, y le echaba de menos como nunca. Aquel hubiera sido un buen momento para que apareciese y nos hubiese salvado a todos heroicamente. 

Los esqueletos dejaron a la abuela al lado del barreño. Esmeralda se sujetó de otros esqueletos y metió los pies en el barreño. 

"Un pie, otro pie. Ahí se resbale y se abra la crisma..."

— Que sepáis que esto no es personal. Lo hago porque quiero recuperar mis capacidades— dijo Esmeralda mirándonos inocente—. Bueno, y porque quiero vengarme de mi hermana— rió.

— Ella no tuvo culpa de nada de lo que te pasó— intenté hacerla entrar en razón, pero resultó inútil.

— Quizás si ella no se hubiera interpuesto en mi vida, ahora mismo no estaría pasando esto— escupió las palabras como si de veneno se tratase. Mi mente no podía analizar todo lo que estaba pasando.

— A lo mejor lo hizo sin querer. A veces las personas se equivocan— seguí insistiendo.

— Mira, no me importó que ella fuese la menor y aún así fuese la futura reina. Me contaron un rollo sobre los ojos verdes y sin creerlo acepté con tal de no causar problemas— dijo y miró a mi abuela— . Acepté porque la quería, o algo parecido. Tampoco me importó que a ella la eligieran como guardiana, y no a mi. Eso os incluye a vosotros, guardianes— señaló furiosa a los guardianes—. ¿Por qué ella?

— Ella...— respondió Conejo—...ella era una persona maravillosa...y todavía lo es— dijo y me miró sonriendo. Luego volvió su vista hacia Esmeralda, que tenía el ceño fruncido y los ojos llenos de rabia.

— Eso no es culpa nuestra. Lo elige la luna, no nosotros. Ninguno de nosotros escogió ser guardián— intervino Santa.

—Ya...qué casualidad...— Esmeralda se cruzó de brazos—. Siempre ella.

—Si no fue eso lo que te importó— pregunté interesada—, ¿qué fue lo que condenó a Flame?

—Verás, Olivia. Había un chico. Un chico al que por su culpa perdí— hizo una pausa.

—No lo mencionaste en la historia...

— Dije que hubo un problema sin importancia. Tampoco habría sucedido si ella no se hubiera interpuesto. Pero como siempre pasa, ella me quitó otra oportunidad de ser feliz— dijo bruscamente—. Ella se enamoró de él, y como era de esperar él también de ella. ¡Y me hizo quedar en segundo plano!— dijo gritándole a mi abuela, echándoselo en cara. Mi abuela no se inmutaba. Era desgarrador ver aquello—. Ahora simplemente pagará por lo que hizo. No os preocupéis, es karma.

Paró de hablar y se metió hasta el cuello dentro del barreño. Se tumbó derramando agua. Entonces suspiró y cerró los ojos. 

—Hazlo— le ordenó a uno de los esqueletos que sujetaban a la abuela.

Este sacó un cuchillo tan brillante como punzante. Extendió el brazo de la abuela sobre el barreño y puso el cuchillo en la palma de la mano de la abuela. Le hizo cerrar el puño dejando el cuchillo dentro y lo sacó rápidamente, haciendo un gran corte en la palma. 

— No...— susurré llena de impotencia.

Un poco de sangre cayó dentro del barreño, la suficiente como para tintar ligeramente el agua. ¿Qué se supone que tenía que pasar?

—Esmeralda, ¿notas algo distinto?— preguntó Sombra acercándose al barreño.

—La verdad es que...no— Esmeralda abrió los ojos extrañada—. No puede ser, ¿has cortado bien?— le exigió al esqueleto. Este asintió con miedo.

Sombra y Esmeralda se miraron extrañados.

—Repítelo en la otra mano— volvió a ordenar. El secuaz repitió los pasos en la otra mano, derramando más sangre. Solté un quejido. A mi abuela no parecían importarle los cortes de sus manos.

— ¿Y ahora?¿Te sientes distinta?— preguntó Sombra— .¿Alguna energía?¿Algo?

— No, nada— respondió perdiendo los nervios.

— ¿Ni por mínimo que sea?— insistió Sombra.

— ¡He dicho que nada!— Esmeralda se levantó rápidamente derramando más y más agua fuera del barreño— ¿Por qué no funciona?¡Inútiles!

Todos se alejaron de ella. ¿Tanto miedo le tenían?

Santa rió haciéndome girar la cabeza hacia él. 

— ¿Y a ti qué te hace tanta gracia?— preguntó Esmeralda andando lentamente hacia él, empapando el suelo a su paso.

— Estás ridícula intentándolo...¿todavía no te has dado cuenta?— respondió Santa en una ligera carcajada.

— ¿Qué es lo que tengo que saber— indagó mirando fijamente a Santa. Gotas de agua resbalaban por sus dedos y caían al suelo. La iluminación de la luna y de la lampara de vela del techo, eran bastante para ver todo con detalle. Tooth le negó con la cabeza a Santa.

— Amelia no es la princesa Flame— dijo serio.

Justo entonces la luz de la luna que entraba por las ventanas se intensificó hasta convertirse en una luz blanca cegadora, obligándonos a cerrar los ojos.

No se quien es Jack Frost.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora