02. "Ja Fos"

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———Olivia———

A la mañana siguiente me desperté sobre las siete, pensando en las cosas que tenía que hacer; levantar a Bruno, llevarle a la guardería e ir a clases.

Entré al cuarto de Bruno y le desperté.

—Arriba campeón...—le dije mientras le cogía en brazos. Él se frotaba los ojos, mientras echaba su cabeza en mi hombro. Con Bruno en brazos bajé a la cocina para desayunar.

—Buenos días abuela. —dije al entrar a la cocina. La abuela cogió a Bruno y lo sentó en su regazo. Mientras, yo preparé los desayunos. — ¿Ya has desayunado tú?— le pregunté.

—Hace un buen rato... Jack también desayunó conmigo.—dijo y sonrió mirándome.

Estupendo... pensé, y seguí a mi bola.

Después de desayunar despedí a la abuela, dejándola sola hasta la hora de volver. Llegué al colegio-guardería de Bruno, y como los otros días, llegó la hora de darme un abrazo mañanero, allí en la puerta rodeado de más padres y niños.

—E coco...—dijo acercándose a mi. Entonces me abrazó. —Tanquila, Ja Fos te cuida.—me separé un poco de él y le miré sorprendida.

Entonces pregunté.

Gran error.

—¿Ja Fos? Quieres decir... ¿Jack Frost?—pregunté levantando una ceja. Bruno asintió, rió y miró a mis espaldas. Luego se giró y se fue corriendo hacia su clase.

Yo me quedé de pie, mirando como se iba, cuando sentí una ráfaga de aire frío rozó consistentemente mi hombro, y yo me estremecí. Después, me dirigí hacia mis clases, donde las tres primeras horas pasaron como siempre aburridas.

Hasta que tocó la hora del descanso.

—¡Buenos días!—me saludó Mario tan enérgico como siempre. Mario era un amigo mío de hace tiempo. Había oído algún que otro rumor de que yo le gustaba, pero no quería hacerles caso.

Claro que también tenía a mi amiga Aurora, y a más que no veía todos los días. Aurora no vino ese día, así que me tocó estar a solas con Mario.

—Buenos días Mario, ¿qué se te ofrece?—dije poniendo mi mejor sonrisa.

—Pues no mucho, lo típico. —rió. —¿Y a ti?

—También lo típico, supongo. Bruno con más pesadillas, y mi abuela hablando con Jack Frost. —Mario me miró incrédulo.—Si, Jack Frost, lo sé. —puse los ojos en blanco momentaneamente. —Pero ella es feliz.

—Oh, bueno, supongo que es típico. Los primeros noventa y tres años de la infancia son los más difíciles. —dijo torciendo la boca, gesto que me hizo reir. — ¿Has visto que hay menos estrellas?

Ya tenía que oir esa frase esta mañana.

—Si, lo he visto. Y es una tontería. No es ningún misterio que haya contaminación lumínica, y cada vez se vean menos. Eso es todo. Como tú sueles decir: no lo digo yo, lo dice la ciencia. —cogí mi mochila y me levanté del banco en el que estaba sentada, empezando a andar.

Mario se puso a mi lado en seguida, y nos dirigimos hacia las escaleras, por un pasillo solitario.

—Entonces... no crees en Jack Frost...—me dijo con una sonrisita cómica.

—No. —respondí riendo.—Eso de que alguien traiga el invierno es poco fiable. Además, soy mayorcita, no tengo casi tiempo para pensar tonterías.

—¿Tú conoces el mito que dicen sobre él? —negué con la cabeza.—Dicen que si te quedas por más de dos segundos mirando sus ojos, quedas enamorada. —bromeó con intención divertida—. O eso dicen los cuentos.

No se quien es Jack Frost.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora