25. Caray, eso si es de cuento.

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———Olivia———

Desde aquel portal que se formó encima de mí (a unos metros del suelo), salieron Bruno y Mario cayendo encima del esqueleto que me retenía, desmontándolo. Esmeralda contemplaba la escena con horror en su cara. 

Al sentir mis muñecas libres me incorporé, y aticé un par de puñetazos al esqueleto que retenía a Tooth. Ella empezó a revolotear y con mi ayuda terminamos de liberar a los guardianes. Había dejado mi bate de béisbol arriba. 

Mierda.

—¡No!—gritó Esmeralda viendo como sus planes peligraban. Estábamos todos libres, desafiándolos con la mirada. 

Bruno vio a la abuela tirada en el suelo y absorto de todo lo que le rodeaba corrió hacia ella atravesando "el campo de batalla". Él, con sus graciosos andares, llegó hasta la abuela para sentarse a su lado y abrazarla. Inocencia. 

—¿Ya es media noche?—le preguntó Santa curioso a Mario. Este negó con la cabeza. 

—Bruno ha decidido adelantarse—acto seguido me miró—. Me alegro de verte viva—sonrió. Yo solté una carcajada irónica. 

"Viva, pero a qué precio" pensó mi consciencia. 

—¿Pero qué hacéis?—gritó Esmeralda—. No os quedéis ahí pasmados, inútiles, ¡atrapadles!—ordenó entrando en cólera. 

Decenas de esqueletos salieron por la pequeña puerta de madera escondida tras los tronos. 

Esqueletos empezaron a acercarse a nosotros. Afortunadamente para mis nudillos el fuego no quemaba. Con que Bruno y la abuela estuviesen bien me bastaba. Por suerte nadie parecía tener interés en ellos. Empezamos a pelear para acabar con los esqueletos. 

Jack, Sombra y Esmeralda solo miraban. 

Los esqueletos caían alrededor de Mario como moscas, ya que era cinturón negro de kárate. Mis nudillos estaban enrojecidos y con algo de sangre reciente. Por suerte o por desgracia la rabia anestesiaba el dolor físico. 

—No creo que quieras seguir peleando, Olivia...—escuché decir a sombra. Me giré hacia él, descubriendo que tenía sujeto en sus brazos a Bruno.

—¡Suéltalo!—le ordené yendo hacia él. Sombra retrocedió un paso negando con la cabeza.

—Si das un paso más...—dijo sacando una daga de arena negra y pegándola a la cara de Bruno—...la vida de tu hermano terminará aquí—bruno se revolvía nervioso y asustado. 

—¡Todos quietos!—ordenó Sombra mirando al resto de guardianes—. Si no queréis que el pequeño Bruno, el tierno bebé, muera...—dijo haciéndole un pequeño corte en la mejilla. Bruno se retorcía con muchas ganas, pero el agarre de Sombra era más resistente. 

—¿Por qué Jack no nos ayuda?—escuché preguntar a Mario. La pregunta que tanto temía salió a la luz—. Él está de nuestra parte, ¿no?

—No...ya no—respondió Conejo serio. 

—Suelta a Bruno, por favor—le insistí de nuevo a Sombra—. Haré lo que sea. 

—Olivia, no...—dijo Conejo a mis espaldas. Suspiré hondo y esperé la respuesta de Sombra. Este rió. 

—Arrodillate—me dijo. Le hice caso—. Harás el ritual—sentenció. 

Esqueletos volvieron a apresar a los guardianes aunque esta vez sin ponerlos de rodillas. Sombra dejó a Bruno en el suelo.

—Ve con el Conejito de Pascua, corre—le dije lo más tranquila que pude. Bruno salió corriendo hacia Conejo y se refugió en sus patas. 

—¿Me vais a cortar las palmas de las manos?—pregunté en un hilo de voz. 

No se quien es Jack Frost.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora