27. Todo mental.

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———Olivia———

  ¿Qué iba a pasar ahora con aquella arpía?

—Qué final más conmovedor...el cubito de hielo andante y la llama viviente por fin juntos...—suspiró. Aún seguía con los pies en el agua congelada—. Qué pena que la llama de vuestro amor se vaya a apagar como lo hizo Flame por culpa del agua...

"¿No puede dejar de ser una impertinente? Me pone nerviosa..." Tranquila, pensé. 

—Eso tú no lo sabes—replicó Jack furioso. 

—Oh, querido, sí que lo sé... Te recuerdo que ella es mortal y tú no—realmente Jack aparentaba ser un chico de dieciocho, pero era un espíritu de por lo menos 300 años—. Mientras tú te quedarás joven para siempre, en los dieciocho eternamente, ella crecerá—hizo una pausa—. Crecerá y tendrá que vivir su vida. Tendrá que buscar a alguien mortal con quien compartirla, que avance en el tiempo al igual que ella...—dijo señalando a Mario en el suelo, inconsciente. 

—Encontraremos una manera—le grité segura. Su actitud, sus palabras, su soberbia, su carácter, toda ella me estaba cabreando a niveles que nunca había rozado. Cerré mis puños, conteniendo el enfado, brotando calor de ellos. 

—No hay manera que encontrar—me miró prepotente—. Lo he estudiado milimétricamente  para que si algún día consigues descubrir alguna, arruinártela—el calor en mis puños aumentaba. Estaba sintiendo toda la rabia que podría sentir Flame. Avancé un paso hacia Esmeralda, sorprendiéndome a mí misma de mi valentía. 

—Siempre has sido una envidiosa...—susurré sin ser consciente de mis palabras, como si alguien hablase por mí. 

—Como he dicho, crecerás, olvidarás a Jack Frost y su pasado contigo. Todo esto no servirá de nada—formó una estúpida sonrisa en su rostro, consiguiendo que la rabia me invadiese todo el cuerpo—. Yo, en cambio, no envejeceré. Me quedaré en los 18 eternamente, viendo y disfrutando tu mísera vida humana, acechando en cada rincón, cada esquina, cada sombra hasta que llegue tu muerte. Y estaré ahí para ver tu último aliento, antes de que muerdas el polvo...—dijo con voz macabra. Rió a carcajadas crueles. 

Esmeralda me lanzó una bola de fuego verde, esperando pillarme desprevenida y golpearme con ella. Sin embargo la bola nunca impactó. Antes de que me tocase la detuve con mi mano, rodeándola. Mi piel no tocaba en ningún momento el fuego, pero estaba bajo mi poder. Lo manejaba yo. La miré estando en mi mano. Poco a poco volví las llamas que envolvían la bola de energía de un naranja vívido, haciéndolo totalmente mío. 

Miré a Esmeralda, que quitó la sonrisa de golpe y abrió los ojos de par en par. 

Como si llevase controlando el fuego toda mi vida, lancé con facilidad la bola de vuelta a Esmeralda, aunque ella la esquivó torpemente. 

—¿Cómo ha...hecho eso?—preguntó Santa alucinado. Sombra se levantó del suelo y empezó a lanzar ráfagas de arena a los guardianes. Estos las evitaban ágiles. 

—Olivia, nosotros nos encargamos de Sombra, encárgate tú de Esmeralda—gritó Conejo. Sin darme la vuelta asentí con la cabeza. Se reflejaba el espanto en la cara de Esmeralda. 

No tenía ni idea de qué estaba pasando en mi cuerpo, ni de cómo era capaz de controlar el fuego. ¿Era Flame de verdad, o solo tenía sus poderes?¿Y por qué en ese momento? No sabía qué pensar, así que sentí. 

Alcé mis manos firmemente, explorando el poder, y levanté un círculo de fuego que nos rodeaba a Esmeralda (en su barreño con hielo) y a mí. Ella miró a su alrededor; una barrera de fuego que casi rozaba el techo nos separaba de los demás. 

No se quien es Jack Frost.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora