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Roberta...
Esta vez salí muy temprano del despacho para ir por las niñas al kinder, mientras las esperaba parqueé mi coche a una cuadra, revisaba algunas cosas en el celular que no me da tiempo de revisar antes, pero esta vez mi labor se vio interrumpida por una presencia no muy grata.
Javier: Hola- saludó y golpeó el vidrio del auto mientras yo solo deseaba que se desapareciera. Negué con mi cabeza y resoplé. Insistió en tocar y bajé el vidrio.
Roberta: ¿Qué quieres?
Javier: Hablar, sal del auto por favor.
Miré el reloj y faltaba algo de tiempo para que las niñas salieran, no podía permitir que me vieran de nuevo hablando con él, así que abrí la puerta y decidí escucharlo.
Roberta: Dime -me paré frente a él, crucé los brazos y fruncí el ceño para parecer más seria y molesta.
Javier: Roberta... yo quiero que ustedes me perdonen por favor, sé que hice muy mal pero estoy tratando de redimirme y no cargar con culpas.
Yo estaba muy molesta con él, no quedamos en los mejores términos porque no me gustaba que me vieran la cara de estúpida y él disfrutó haciéndolo. Sin embargo no debía sentir nada por él, así que le daré lo que quiere escuchar para que me deje en paz.
Roberta: ¿Quieres perdón? Esta bien, te perdono -si él quiere oír eso que más da, solo así va a alejarse y sentirse mejor. Intenté dar la vuelta para volver al coche pero me detuvo.
Javier: Así no Roberta -su cara de desespero me causó curiosidad ¿A caso no era lo que quería escuchar?
Roberta: Ahora ¿Qué quieres? -Estaba muy cerca de mi y me incomodaba, así que intenté soltarme de su agarre pero no pude y él habló.
Javier: Quiero que volvamos a tratarnos, a ser amigos como antes, si quieres podemos salir con Diego, sus hijas y la mía.
Sería una locura permitirle la entrada de nuevo a nuestras vidas, es que él es así, parece inofensivo pero luego no sé.
De un momento a otro empezó a llorar y no sabía que hacer.
Roberta: ¿Qué te pasa? -traté de levantarle la cara.
Javier: Es que Roberta, esto es muy difícil... Yo soy padre soltero y no puedo con esto por eso necesito de tu ayuda, tú que eres madre entiendes, ella es una niña y no sé como educarla bien, ya viste lo que pasó con ella y tu pequeña... Yo lo siento tanto. Yo volví y no conocía a nadie hasta que te vi en esa reunión y entonces fue como si fueras mi luz en tanta oscuridad. -No paraba de llorar y me tenía inquieta.
Roberta: Javier, tranquilo por favor -no supe que hacer y cometí el error de abrazarlo, entonces llegó Diego como un toro y nos separó, le propinó un golpe a Javier y luego se dirigió furioso a mi.
