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Roberta...

Después del gran susto que pasé en el centro comercial y de estar tan tensionada por pensar en León, decidí tomar un finde semana retirada de todo para tratar de conseguir un poco de calma.

A veces no puedo dejar de sentirme mal cuando volteo a ver a mis hijos, yo no quería esto, antes de conocer a Diego ni siquiera se me pasaba por la mente tener una familia, mucho menos niños, pero le di la oportuinidad a él.
La oportunidad de formar la familia que tanto conversamos y soñábamos cuando estábamos solos. Tantas promesas tiradas al aire y pisoteadas que me dan tanta rabia.

Expulso el aire por la boca y trato de enfocarme en otra cosa, siempre recurro a lo mismo y sé que no hago nada con esto, pero no puedo hacerlo de otra forma, no puedo controlar que las lágrimas se agolpen en mis ojos y sienta la opresión en el pecho, pero tampoco puedo permitirme que mis hijos me vean mal, no cuando han sido víctimas como todos en este juego.

Su voz me interrumpe a mis espaldas mientras paso las manos por mis ojos para limpiar la húmedad del resto de lágrimas en ellos.

Alex: ¿Mami ya casi nos vamos?

Roberta: Sí cariño- volteo y sonrío, es momento de volver a ser la de antes, de sonreír y luchar, de ser fuerte y dejar pensar en el pasado- solo esperamos que llegue Jesús.

Alex: ¡Ah, que bueno mami! ¿Él nos va a acompañar? -lo tomo de la mano para avanzar a la sala donde están las niñas.

Roberta: Así es -es el guardaespaldas que contratamos. No quise ir sola con los niños y más a un lugar alejado. Claro que no se quedará con nosotros, solo nos llevará y recogerá.

En la sala veo a Karen impaciente por salir, siempre que está vestida con ropa que no es de casa quiere irse lo más rápido posible. Karol por su parte sonríe por un programa de televisión.

Karen: ¿Mami y vamos a comprar comida para los patitos?

Roberta: Sí amor, cuando lleguemos al lugar.

Karen: ¡Sí! -salta en su lugar y sonríe.

Les pido paciencia y los dejo a los tres viendo la televisión para revisar que todo este listo cuando recibo una llamada al celular.

Roberta: Buen día ¿ Ya está aquí? -pregunto al identificar su número.

Jesús: Sí señora. ¿Necesita que suba y la ayude a bajar las cosas?

Roberta: No es necesario, ya bajamos.

Los niños estaban muy alegres, cuando bajaron se lanzaron a los brazos de Jesús porque él acostumbraba a levantarlos y hacerles volteretas en el aire como si fueran un avión. Son unos confianzudos.

Sonreí al escuchar sus carcajadas.

Roberta: Buen día.

Jesús: Buen día -baja a Alex y viene a ayudarme a subir el equipaje. Los niños se montan al carro.

Colocamos canciones infantiles en el estereo del carro y todos las cantamos, los niños no paraban de reír y yo tampoco, claro que a cada rato preguntaban cuanto faltaba para llegar, eran muy impacientes.

Una vez en el lugar la tranquilidad me alberga, nos despedimos de Jesús mientras observamos lo que hay.

Inspiro profundo, el lugar es bastante bonito, se siente la paz y la tranquilidad que emana el estar alejada del bullicio de la ciudad, de respirar al aire libre.

Karen: ¡Mami vamos al lago por fis! ¡Por fis! -me hala de la mano y lo señala, hay muchos patos y sé que es por eso que está impaciente.

Roberta: Ya casi vamos.

Lo Mejor De Mi Vida ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora