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~Diego...

Había dormido en el despacho, no me di cuenta del momento en el que el sueño se adueñó de mi, me removí un poco porque estaba incómodo y escuhé un ruido incesante que no me dejaba volver a conciliar el sueño, abrí los ojos para buscar ese aparato y responder.

Diego: Sí -mi voz sonó torpe y adormilada -¿Qué? ¿Está segura?..pero si ellos estaban en la casa -pensé que era una broma o una mala pasada de la resaca que traía, pero la mujer detrás de la línea se escucaba seria-. ¿En qué clínica? ¡Voy para allá!

Las pulsaciones de mi corazón se aceleraron a un ritmo que parecían querer salir por mi garganta mientras las lágrimas se agolpaban en mis ojos. No podía creer lo que me habían dicho y aún guardaba las esperanzas de pensar que aquello era parte de mi imaginación, subí de manera apresurada las escaleras hasta nuestra habitación, la puerta estaba abierta y la cama desordenada, repetí la acción en el cuarto de los niños y la respuesta fue la misma, las sábanas desorganizadas y las habitaciones vacías.

Tenía miedo, mucho. Y más porque no me dieron información de ellos, sentí un dolor muy agudo que no calamaba ni con las lágrimas y me sentía culpable, no me iba a perdonar si algo malo les llega a pasar.

Tomé el coche y desperado arranqué, miles de imágenes negativas rondaban mi cabeza.

Al ser hora pico se me dificultaba la movilidad, había mucho tráfico. En este momento me encontraba atascado en un semáforo en rojo que llevaba una eternidad en ese color. Oprimía la bocina de mi carro impaciente al ver que los vehículos que estaban delante no se apresuraban en avanzar cuando el maldito semáforo cambió al verde, algunos conductores me miraron mal y decían palabras grotescas, pero no me importa.

Al llegar al hospital corrí directo a recepción de la sala de emergencia.

Diego: Señorita -agitado me detuve frente a ella- trajeron aquí a mi esposa e hijos, necesito que me diga como están. La joven que me llamó dijo que habían encontrado sus documentos, así que deben de estar registrados. - lo solté todo de una manera muy rápida.

Recepcionista: Le voy a colaborar pero por favor cálmese y dígame el nombre de las personas. -era tan paciente esta muchacha.

Diego: Roberta Reverte Rey, Alexander, Karol y Karen Bustamante Reverte.

Ella asintió y se dispuso a buscar en el computador mientras para mi estos segundos parecían eternos.

Recepcionista: Así es, los niños ingresaron a las 3:12 de la mañana por un accidente automovilístico.

Diego: ¡Continúe por favor! ¿Cómo están?

Recepcionista: Siga al siguiente consultorio, el doctor está disponible para darle los detalles- me entregó una hoja y un ticket con un número y me dio unas indicaciones, casi corriendo me dirigí a ese lugar.

Toqué antes de que me dieran el visto bueno para ingresar, el doctor era un hombre mayor pero no me detuve mucho a detallarlo, eso no es lo que más me importa ahora.

Diego: Buenos días, necesito información de los siguientes pacientes- entregué la hoja que me había dado la señorita.

Doctor: Buenos días- revisó el documento que le entregué y procedió a buscar en los archivos del computador- Dos de los niños se encuentran estables, algunos rasguños y golpes leves por el hecho pero nada más.

Diego: Y que más?

Doctor: Una de las niñas llegó en estado crítico, según los diágnosticos logró convulsionar por la fiebre tan alta que tenía, pero logramos atenderla a tiempo y salvarle la vida, la niña tenía apendicitis que logramos detectar a tiempo, la remitimos de emergencia a cirugía y en este momento podemos decir que se encuentra estable, así que no tiene que preocuparse por ellos porque van a estar bien y en cualquier momento puede pasar a verlos.

¿Apendicitis? ¿En qué momento mi hija estaba enferma y no me di cuenta? Soy un imbécil.

Diego: ¿Mi esposa? ¿Cómo está ella?

Doctor: ¿Perdón? -preguntó como si no supiera de que le hablaba.

Diego: Sí, mi esposa iba con ellos ¿no?

Doctor: Creo que no está al tanto del todo- dijo despegando los ojos del computador- fue un hombre quien llamó por la ambulancia, cuando se dirigieron al lugar solo estaban los tres niños en la parte trasera del auto, encontraron las pertenencias de la conductora y por eso logramos localizarlo, la señora no ingresó a la clínica y tampoco se encontraba en el lugar de los hechos. Hemos llamado a la policía para que se encarguen de realizar su trabajo ya que el acontecimiento es extraño porque en la parte delantera se vieron rastros de sangre y alguien debía ocupar ese puesto. - Él lo decía muy serio, yo no entendía nada, todo esto era como una maldita pesadilla.

Diego: Esto que me dice es una broma ¿Verdad?

Doctor: No es ninguna broma señor, los oficiales están esperando afuera por un adulto responsable de los niños para poder tomar la declaración ya que ellos son los únicos testigos del hecho.
Ellos pueden tomar la declaración ya o cuando los niños estén mejor, pero cada minuto que pase de más será un minuto más que no sepa donde está su esposa.

Todos los momentos con Roberta pasaron en ese instante por mi cabeza, las lágrimas me acompañaban al recordar aquellas imágenes. Mi Roberta tiene que estar bien a ella no le puede pasar nada malo.

Diego: Voy a llamarla, ella está bien yo lo sé, espere - él me miraba como con lástima, tomé el celular y marqué, el buzón de mensajes llegó como una espada directo en el corazón.

Doctor: Como le dije las pertenencias de la señora están acá, entre ellas su celular.

Mi móvil empezó a sonar y respindí rápido esperando escuchar la única voz que quiero escuchar en estos momentos.

Diego: Hola.

Luján: Hola Diego ¿Cómo estás? ¿Sabes algo de Roberta? Es que he estado llamándola pero siempre cae al buzón ¡Caray! Ella sabe todo lo que me molesta eso. -mi voz se quebró en ese momento, necesitaba de ellos en este momento.

Diego: No sé donde está- no pude contener el llanto por el temor.

Luján: ¿Estás bien? - Preguntó muy preocupada.

Diego: No, ¡No! -me detuve para tomar aire- estoy en la clínica y todo está mal, necesito que vengas.

Luján: Está bien, pero ¿Qué pasó? ¿Qué haces en la clínica? Me asustas.

Diego: Roberta desapareció, ocurrió un accidente y los niños están hospitalizados, por favor avísale a Alma y a los chicos que yo no puedo, los necesito por favor.

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Tomaba mucho aire tratando de asimilar esta situación, me preparaba para ver a mis hijos junto con los agentes que estaban frente a mi ¿Qué les voy a decir a los niños cuándo me pregunten por su mamá?, uno de los oficiales me dio el visto bueno para ingresar.

Los vi, a dos de ellos, eran Karen y Alex, exactamente como lo dijo el doctor solo tenían una venda en las cejas y rasguños leves, los dos nos miraron asustados y con lágrimas.

Karen: Papi ¿Dónde está mami? -dijo buscándola en la habitación.

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~Nos leemos 💌

~Diana 🌷

✔04/12/2018...

Lo Mejor De Mi Vida ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora