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Roberta...

Nos quedamos en silencio,  yo ya no tenía ánimo de hablar, me senté un rato para relajarme, se hace tarde y los niños no han cenado, ellos no tienen la culpa de lo que sucede.

Diego solo caminaba de un lado a otro con las manos revolcándose el cabello. No sé que pensaba pero en este momento ya no quería oírlo o terminaría enviándolo al demonio porque ya me dolía la cabeza y el corazón.

Respiré profundo muchas veces y me hice una coleta alta en el cabello para ir a preparar la cena, Diego se quedó mirando como me marchaba pero no dijo nada.

Una vez en la cocina dejé desatar el nudo que tenía en la garganta con las lágrimas abriéndose paso, resoplé enojada conmigo misma por sentirme tan mal si yo no había hecho nada, pero es que como duele la indiferencia entre nosotros dos. Respiré hondo y retiré las lágrimas, tengo que ser fuerte porque debo de darle la cara a mis hijos y ellos no pueden enterarse de lo que sucede.

Me dispuse a preparar algo para así tratar de entretenerme hasta que detrás de mi la voz de Diego me interrumpió.

Diego: Te hablan -con voz despectiva y de mala manera dejó mi celular sobre el mesón de la cocina y se retiró. ¿Ahora qué hice?

Quedé perpleja asimilando lo que había pasado. Sequé mis manos y sin prestar mayor importancia respondí.

Roberta: Buenas noches -esperé que del otro lado respondieran y nada, habían colgado. Observé el registro de llamada y era un número desconocido,  sin embargo me carcomía la duda por la reacción de Diego y devolví la llamada.

Javier: Hola ¿Roberta? ¿Estás ahí? ¿Si me escuchas?

Me quedé pasmada con la respuesta de la otra línea. El sonido se esfumó al no recibir respuesta de mi parte ¡No! ¡No! y ¡No! ¿Qué hacía él llamándome a esta hora? ¿Quién le dio mi número? Esto empeoraría todo. Seguido escuché la puerta cerrarse fuerte, Diego había salido de la casa y furioso por lo ocurrido, pero como siempre creando sus propios juicios.

¡Maldición! La cabeza quería partirseme en dos, me sentía tan triste, desmotivada, agobiada que solo deseaba recostarme y que todo esto fuera solo una pesadilla.

•••

Alex: ¡Mamá! ¡Papá! -escuché a los niños venir y traté de disimular mi estado de ánimo.

Roberta: ¡Aquí estoy! -dije desde el comedor, pues me encontraba sirviendo la cena.

Karen: ¡Mami! -mi niña corrió sonriente hasta mi, me dio un abrazo y muchos besos. -¡Que lico! -dijo mirando la cena.

Alex: Hola mamá -se sentó y volteó a ver el puesto de Diego desocupado - ¿Y papá? -sentí un gran vacío en mi pequeño al pensar que a mi me preocupaba lo mismo, pero procedi a excusarlo.

Roberta: Papá no puede estar con nosotros ahora porque tiene que terminar algunas cosas del trabajo -vi la cara de aburrriemiento en mi pequeño, le tomé la quijada- pero les mandó un saludo de buenas noches y un besito a cada uno.

Alex: Ahora trabajan mucho y ya no están los dos con nosotros, tú en la tarde y él ahora -dijo triste mientras Karen disfrutaba muy concentrada de su comida y yo extrañaba a una personita.

Roberta: y Karol?

Karen: Esta dolmida, en la talde no quiso jugal con nosotlos y después de bajar subió y se acostó -mi pobre niña se llevó una parte de nuestra tensión, tengo que ir a verla y darle un par de besitos por no haberle prestado atención.

Alex: Mami tú no cenas?

Roberta: Ya cené cariño -mentí, no tenía apetito ni ánimo de nada. -Solo espero que ustedes terminen para ayudarlos a acostar porque quiero dormir ya que estoy cansadita.

Lo Mejor De Mi Vida ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora