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Alma...

Iba junto con Franco de camino para la casa después de la fiesta de las niñas.

Observaba a través de la ventana del carro la noche con un aire de melancolía, habían muchas personas sonrientes por la navidad, la época que une a todos y la perfecta para compartir en familia, pero este año nada va a ser igual para nosotros sin mi Roberta.

Suspiré resignada y posé mi cabeza sobre el hombro de Franco. Él acarició mi cabeza y apretó más fuerte mi mano.

Franco: Llégamos. -dijo con una voz dulce, notaba que yo estaba triste.

Bajamos del auto, solo quería llegar a la cama y dormir para olvidar toda esta tristeza.

Caminábamos normal por el salón hasta que Lolita nos saludó bastante contenta, bueno al menos ella era feliz.

Lolita: Buenas noches señores. -nadie iba a quitarle esa sonrisa.

Alma: Buenas noches. -saludé dispuesta a subir con Franco a la habitación.

Lolita: ¿Cómo? ¿Van a dormir ya? -la sonrisa que llevaba se desencajó.

Franco: Sí.

La volteamos a ver, estaba como sorprendida de esta reacción que era normal ¿No?

Alma: ¿A caso hiciste la cena? Te dijimos que no, pero no importa guárdala y ve a descansar -la déjamos de ver para continuar subiendo los escalones.

Lolita: ¿No van a ver a la señora Roberta?

Esa frase llegó a lo más profundo de mi cabeza. Sentí una punzada en el pecho y volteamos a verla.

Franco: ¿Qué dijiste?

Lolita: La señora Roberta está aquí.

Alma: No juegues con eso Lola.

Lolita: No estoy jugando, es verdad, ella llegó hace como tres horas, yo le dije que iba a llamarla a usted pero no me dejó, dijo que usted sabía y ya venía para acá.
Me pidió una pastilla para el dolor de cabeza y se quedó en la habitación de ella, si no me creen vayan y lo confirman.

Estaba incrédula, pero tenía que confirmarlo, subimos muy rápido a la habitación de mi Roberta y con el corazón queriendo salir de mi pecho giré la perilla de la puerta.

Solté un jadeo de sorpresa al ver un bulto en la cama, no se distinguía quien era porque estaba arropado.

Las lágrimas empezaron a picar en mis ojos, temblando tomé a Franco de la mano para acercanos y... Lo cofirmamos, era ella, me solté de Franco y rompí en llanto de alivio, de alegría al ver a mi reina hermosa tan cerca de mi.

Estaba dormida, en toda mi vida no había sentido esta felicidad y alivio, cuanto tiempo pensando lo peor, cuanto tiempo sufriendo.

Me detuve a contemplarla, tenía grandes ojeras, lucía más delgada, pero era mi reina hermosa, estaba de regreso y se iba a recuperar, de eso me iba a encargar yo.

Alma: Está dormida -era algo obvio porque él la estaba viendo, pero no importa.

Franco: Es la mejor que nos pudo haber pasado, extrañé demasiado a esta loca -sonrió y sus ojos se veían brillantes.

Alma: ¿Qué le habrá sucedido? ¿Por qué llegó así?

Franco: No lo sé, ella es la única que nos puede explicar -me rodeó la cintura con sus manos y sonrío.

Alma: Es mi reina, mi reina hermosa, Franco. -Sonreí y limpié mis lágrimas.

Franco: Sí. Deberíamos de dejarla descansar, mañana de seguro aclarará las cosas.

Lo Mejor De Mi Vida ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora