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Javier...

En dos días se acabaría todo ese teatro, había pasado una semana desde que tomé el avión rumbo a ciudad de México, me encontraba residiendo en hotel de mala muerte donde a León no se le ocurriera buscarme porque tengo claros sus deseos para mí.

En ocasiones le seguía los pasos a Diego buscando el momento perfecto para decirle todo, pero siempre andaba con la mosca muerta de Belén, además no salía mucho de la casa lo que complicaba todo el proceso porque por allá no puedo asomarme demasiado ya que León podría tener vigilado ese lugar y llamar a Diego sería ser idiota, él no aceptaría una cita conmigo a la buenas, motivo por lo cual iba a ser a las malas.

Había logrado organizar todo para quitarle la venda de los ojos y sería en dos días, ya después él verá como hace para rehacer su vida, no sé si Roberta pueda perdonarlo por no haber confiado en ella, pero por lo menos podré vivir tranquilo y con la satisfacción de haber hecho lo correcto.

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~Roberta...

Hace cinco días había logrado firmar el acuerdo de divorcio entre Diego y yo. Volver a verlo fue tedioso porque seguía con su arrogante actitud.

A veces me reprocho por ser tan idiota y seguir pensando en él, pero es que la cama para mi sola se me hace tan grande que antier soñé con él y no puedo negar que fue bonito, después volví a la realidad cuando desperté, había jurado entre lágrimas amargas tratar de olvidarlo y aunque el proceso iba a ser difícil tenía que lograrlo por mi bien porque no es sano ni justo para mí.

Ahora vivo en un apartamento que renté para vivir con los niños porque no quería causar más molestias en la casa de mi madre aunque ella insistió bastante en que no era necesario, Diego parecía buscar excusas para no firmar el divorcio y quería pegarse de la casa para eso, así que se la dejé, yo ya tenía a mis niños que era lo más importante.

Esta mañana picaba algo de fruta para el desayuno de mis hijos que eran unos dormilones y en vacaciones los dejaba un poquito más. Desde el día del veredicto del juicio sentí mucha tranquilidad que logró contrarrestar algunos sentimientos de tristeza que me invadían, con ellos y sus locuras los días son muy entretenidos y movidos sin cabida para pensar en otras cosas.

Alex mañana cumpliría los siete años, están creciendo tan rápido. Estaba muy ilusionado con la fiesta con temática de fútbol y aprovecharía el día de hoy para terminar de comprar algunas cosas porque es sábado y es el día de la visita de los niños con su padre.
A pesar de que no me gustaba la idea, era lo acordado en los documentos y tenía que cumplirse, mi intensión era no ver a Diego así que le pedí el favor  a Peter de llevarlos con él y en unas horas pasaría.

Alex: Buenos días mami, ya me bañé -se asomó sacándome de mis pensamientos y sonrió mostrando todos sus dientes, a propósito llevaba dos de ellos flojos.

Roberta: Buenos días, pero que juicioso -Sonreí mientras exprimía las narajas.

Alex: Es que ya estoy grande mami -Se acercó a ver que estaba haciendo- Si quieres yo puedo ayudarte a decorar los pancakes -sé porque le gustaba hacer tanto esa tarea.

Roberta: Pero no te pases con el chocolate eh -le tomé el mentón y ambos sonreímos. -¿Ya te he dicho que estás bien guapo?

Alex: Mami ya -sonrió sonrojado, pero es la verdad es bien guapo este niño.

A los pocos minutos estuvo listo el desayuno y las niñas se dignaron a aparecer después de que estuve llamándolas bastante rato, se dirigieron a la sala todas perezosas con sus pijamas y despeinadas.

Lo Mejor De Mi Vida ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora