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Roberta...

Esto es horrible, definitivamente lo es...me agacho y acuclillo la cabeza frente al inodoro para descargar lo poco que he comido el día de hoy.

Las arcadas no me dejan en paz, siento como si se me saliera el alma con esto, las lágrimas empiezan a aparecer involuntariamente mientras me tiembla el cuerpo y mi corazón galopea tan rápido como si estuviera corriendo una maratón.

Bajo la cadena y descanso un poco retomando fuerza para levantarme, pero todavía no me siento bien y justo cuando vuelve a atacarme otra arcada una mano gruesa y cálida se posa sobre mi hombro, luego recogen mi cabello.

Diego: Tranquila, vas a estar bien. -siento su aliento cerca de mi oreja, yo solo quiero que esto termine.

No tengo ánimo para discutir con él en este momento, más bien agradezco que esté aquí y solo trato de que mi respiración se desacelere y mi cuerpo vuelva a la normalidad para poder ponerme de pie.

Cuando me siento capaz de levantarme él me ayuda, trato de ignorarlo y voy hasta el lavamanos para enjuagarme la boca, puedo ver por el reflejo del espejo que él sigue ahí mirándome sin disimulo.

Roberta: Ya estoy bien, puedes irte -le digo mirándolo por el reflejo del espejo mientras me seco la cara.

Diego: Me preocupas Roberta, entiende... ¿Estás enferma? Estás pálida y vi que no comiste nada -Intenta acercarse a tocar mi brazo, pero se lo impido.

Roberta: Gracias, pero no tienes que estar preocupándote por mí y por favor no me hagas repetir.

Él resopla y pasa las manos por su cabello con desespero.

Diego: No seas así, intento hacer las cosas bien.

Roberta: Bien por ti. -no quiero volver a caer ante sus palabras, más sabiendo lo débil que me hago al estar cerca de él.

Diego: Roberta por favor... -por fortuna deja de hablar cuando ambos vemos que llega Alex.

Alex: Papi ya traje el limón y el agua fría. -le entrega lo que trae y luego corre hasta donde estoy yo -¿Estás bien?

Roberta: Sí mi amor -sonrío y le acaricio el cabello.

Diego: Toma esto que te hará bien, yo creo que lo mejor es que descanses -me entrega lo que trajo nuestro hijo- Yo me encargo de dejar a Alex dormido y luego me voy, te lo prometo, pero ve a recostarte.

Niego repetidamente.

Roberta: Gracias, pero no creo que sea necesario que te quedes más tiempo. -volteo a ver a Alex- despídete de papá que él ya se va.

Alex: Sí mami. -se suelta de mi agarre y va hasta él- Chao papi, te quiero mucho. -le da un beso en la mejilla y luego chocan los puños.

Diego: Chao campeón.

Diego me mira desilusionado, yo sostengo la mirada hasta que él niega con la cabeza.

Diego: Adiós Roberta que te mejores -dicho esto da la vuelta y lo veo alejarse.

Mi corazón quiere gritarle que se quede con nosotros, pero la mente me recuerda que no puedo ser tan tonta. No puedo hacerlo aunque me duela todo esto.

Mi pequeño enfermero no permite que lo ayude a buscar pijama para que se vista y mucho menos me deja acompañarlo a recostarse a la cama, por el contrario, él me toma de la mano y me lleva hasta la cama junto a las niñas. Me hace tomar el agua y oler el limón, mientras yo permanezco recostada él me quita los zapatos.

Alex: Te quiero mucho mami -me dice bajito mientras masajea mis pies.

Roberta: Yo también te quiero mucho, pero ya no es necesario que me cuides, más bien ya es hora de dormir que mañana hay colegio.

Lo Mejor De Mi Vida ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora