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~Roberta
Ya terminábanos de acomodar los documentos para partir a casa de mi mamá, quería ver a mis terremotitos. Esperaba que Diego viniera a recogerme pues las cosas entre nosotros estaban bien, le comenté a Luján lo de la nueva estrellita pero raro en ella que me dijo que no me preocupara y es cierto, debo de sentirme segura.
Diego: ¿Cómo están las abogadas más lindas del mundo, bueno más tú—Abre la puerta, me rodea la cintura y besa.
Luján:Oye gatita ¿Cómo le haces para aguantar tanta miel?
Roberta: Ya sabes lo que una hace por amor—Sonreí.
Diego: No te hagas que he escuchado al Teo decirte cosas con mucha azúcar.
Les encantaba molestarse.
Luján: Saben voy a aprovechar que aquí está el muñequito para que me lleve ¿Si me puedes llevar cierto? O ustedes hacen cochinadas en el coche miren que eso es irresponsable.
Diego: Nunca se sabe, tú verás si quieres venirte con nosotros.
Roberta: ¡Diegooo!—Le golpeé el hombro—Claro que sí te llevamos, llámale al Teo y dile que pase derecho.
Tan pronto como llegamos a la casa de mi mamá y escucharon nuestras voces corrieron alegres a recibirnos.
Karen:Papito hola ¿Qué me taesh?
Diego:Taran—Saca dulces para todos los niños.
Roberta: Yo se los guardo para mañana porque después no van a querer dormir ni comer— Se los arrebato y cargo a Alex y Diego a Karen para dirigirnos a la sala donde estaban todos.
Diego: Buenas noches—Saluda a Teo, Mia, Miguel, mamá y Franco.
Mia: Buenas noches cuñadito.
Roberta:¡Hola parejas sexis!
Alma:Hola mi reinita hermosa.—Mi mamita siempre de melosa conmigo.
Roberta: ¿Mamita en qué quedamos? Tú para eso tienes aquí al Culocci este—Le tomé las mejillas—Ámalo, ámalo mucho.
Franco: Nunca cambias, además no sé que tanto dices si eres igual con esas criaturas.
Roberta: Eso es diferente porque son mis hijitos lindos—Le saco la lengua— Y hablando de eso no veo a mi chiclesito por ningún lado.