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Lo primero que hizo Jungkook al llegar a su casa, fue azotar la puerta a sus espaldas y tirarse en el primer mueble que se le atravesó.

Ahogó un grito en un cojín, ocultando su rostro en este. En todo el maldito camino estuvo cuestionándose si estuvo bien lo que hizo; dejar a Jimin en medio de la calle y por si no fuera suficiente, con un pie torcido.

Jungkook volvió a retomar sus palabras. Park Jimin, el niño orgulloso que no bajaba nunca la guardia y permanecía con el ceño fruncido, realmente le había pedido perdón.

Si le hubiesen dicho que eso sucedería hace unos meses se negaría rotundamente a creerlo.

— Tan caprichoso y manipulador... Créeme que ya no caeré rendido ante ti, Park Jimin.— Jungkook se reincorporó — Puede que esté enamorado de ti, pero eso no significa que tu linda sonrisa me haga cambiar de opinión. Si quieres que te perdone, tendrás que ganarte ese honor.

El azabache nunca pensó en volver a ser tan drásticamente ese chico tan engreído, pero creyó que no tenía más opción si quería recuperar el respeto que se merecía.

No iba a renunciar a Jimin aún, pero sinceramente estaba harto de todo, de humillarse así mismo de esa forma.

Uno de sus mayores logros fue hacer que el pelinegro lo odiase menos, o algo así.

Consiguió robarle un beso en la piscina, y desde allí, trató de convencerlo de que había una mínima posibilidad de ser amantes. Pero joder, siempre salían obstáculos de la nada, como si el mundo conspirara para que no estén juntos. Se trataba de una relación muy complicada.

¿Y si de verdad no estaban destinados a estar juntos?

¿Jungkook estaba perdiendo el tiempo detrás de un chico como él?

No, no iba a permitir que su cabeza se llenara de pensamientos tóxicos.

Había visto muchos programas de televisión y películas donde la pareja principal atravesaba casi que un millón de problemas, sin embargo siempre lograban encontrar una solución y al final terminaban felices y enamorados. Jungkook mantenía esa esperanza con Jimin, aunque sabía perfectamente que el mundo real no se comparaba al ficticio.

Iba a luchar, sí.

A su manera, sí.

Se iban a invertir los papeles, quizás.

El azabache suspiró y se peinó torpemente con sus dedos, lo cual fue casi inútil pues su cabello seguía igual de desordenado. Estaba cansado, pero no estaba seguro de poder dormir bien esa noche, todavía estaba enojado con el imbécil ex novio de Jimin. Aún no le cabe en la cabeza el que se haya atrevido a ponerle una mano en ese bello rostro, sabía que era un hijo de puta, pero tenía más curiosidad de la conversación que tuvieron antes de eso y de saber si le ha hecho eso a Jimin más de una vez.

Miró la hora en su celular y decir que le importó fue innecesario ya que igualmente decidió tomar un poco café que había preparado Hoseok el día anterior. Igualmente no tenía en mente dormir por el momento.

Lo que necesitaba era hablar con su mejor amigo, pedirle esos consejos que sólo él podría dar.

Entonces preparó una segunda taza de café por si a su amigo se le antojaba, Jungkook le había pegado ese extraño hábito de tomar café en la noche así que no le molestaría.

Jungkook metió su celular en el bolsillo trasero de su pantalón y tomó las dos tazas de café caliente con cuidado de no derramarlo para seguidamente subir las escaleras.

Para su suerte no había derramado ni una gota y vió que la puerta de la habitación de Hoseok estaba abierta. Cuando se detuvo en el marco de la puerta, se percató que el pelirrojo estaba dándole la espalda con la cabeza gacha.

Rivals ➳ KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora