Capítulo 41

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Narra Melanie.

No era consciente de que me caía una lágrima por la mejilla, él se acercó rápidamente para quitarla; pero antes de tocarme se detuvo. Como meditando si era correcto o no tocarme. Entonces apartó su mano sin siquiera rozarme.

-He venido en cuanto pude. Quiero... - Le costaba hablar, se trababa. - Quiero explicarte lo sucedido.

-¿Ahora? -pregunté con un hilo de voz, casi inaudible. Pero él lo entendió. Se sentó en un lado de la cama, haciendo que esta, bajara un poco. Yo me aparté para dejarle espacio.

-Por favor, nunca me dejaste aclararte el malentendido... - Se calló, seguramente estaría pensando como seguir. - Supongo que no quisiste saber nada de mi por Bárbara. -Ahora la modelo tenía nombre, y era Bárbara.

-¿Y te extraña? -pregunté.

-Verás...

-¡No! -le detuve. Noté como miraba todo mi cuerpo, igual asustado por la pinta que tenía con el pijama del hospital. Pero me concentré en lo que iba a decir. -Se han reído de mi, Niall. Por fin llegué a sentir que era feliz, pero te marchaste. Y fue duro que te fueras, muy duro. Pero confié en ti, en que me querías - Empecé a llorar, casi se oía más el llanto que mi fina voz. - Pero no es así.

-Deja que te lo explique, y lo entenderás.

-¡Que no! -grité, estaba enfadada, pero a la vez me sentía débil. Como si en cualquier momento me fuera desplomar allí mismo.

-Disculpen... -dijo una enfermera entrando- No se puede gritar, esto es un hospital.

La chica vio mi cara, seguramente horrible; llena de lágrimas. Bajó la mirada y nos volvió a dejar solos.

-Contrato -soltó de repente Niall, antes de que fuera capaz de decir nada. Me limpié las lágrimas y sequé mis manos en las sábanas con rabia hasta que oí la palabra y le miré fijamente.

-¿Qué?

-Fue todo un contrato, me vi obligado a hacerlo. Necesitaban promocionar a Bárbara, y qué mejor manera que saliera con alguno de nosotros. Solo tenían que vernos un día juntos, saliendo. Nada más.

Asimilé la información, mientras que seguramente, quedaba con cara de imbécil. Igual era lo que soy. ¿Un contrato? Tenía sentido lo que decía, pero ¿quién niega que lo inventara para tapar el marrón y estar bien conmigo mientras tuvo algo con esa chica? Desconfiaba, pero no sabía por qué me alegraba. Como si en el fondo siempre hubiera tenido la esperanza de que ocurriera algo como esto, que me diera una explicación lógica.

-Sabes que para mi las modelos son perfectas, y que eso es aburrido. Los perfectos, con las perfectas. Yo estoy lleno de defectos, como mucha gente. Y sé que tú también tienes, pero me gustan. ¿Sabes?

Me calmé. No sabía que decir, ni qué hacer. Simplemente dejé que mis ojos se perdieran en los suyos. Él no hizo ninguna mueca ni expresión con la cara, como yo. Era como si de repente, el tiempo se congelara. Tan solo oía mi respiración junto con la suya. Ambas aceleradas. De repente noté una expresión en su cara, tristeza. Y vi sus ojos llorosos, cosa que nunca antes había presenciado. Decidió decir algo.

-Por favor, no quiero que te ocurra nada. Y a veces siento que soy el único que puede salvarte...

Tardé en responder, me intenté sentar a su lado. Cosa que costó lo suyo, ya que estaba destrozada. Pero cuando lo hice, me acerqué, y nuestras rodillas se rozaron, más tarde las piernas y al final los hombros. Intenté capturar su mano, lo hice y la cogí con fuerza. Tenía ganas de llorar, pero no de tristeza. Tampoco de alegría. No sabía por qué pero lo hice. Entrelacé los dedos, y vi que él miró el gesto. Cuando alzó la vista hasta mi rostro, hablé.

-Es que eres el único que puedes salvarme.

Continuará...

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