Capítulo 10

1.1K 131 16
                                    

Seguí disfrutando del tierno abrazo hasta que dejé de sentir que lloraba y su respiración se iba calmando, la separé de mí un poco para verla; sus ojos estaban rojos e hinchados al igual que su nariz y sus labios. Tengo tantas ganas de besarla, pero no lo haré; no sé si lo corresponda o me rechace y me dé una bofetada.

Limpio con mi pulgar algún rastro que haya quedado de sus lágrimas y la miró a los ojos, su mirada se conecta con la mía generando una corriente eléctrica que embriaga todo mi ser, su vista baja hacia mis labios y vuelve a subir, de un segundo a otro se separó y me sonrío.

— Gracias — lograron pronunciar sus delicados y apetecibles labios.

— No tienes nada que agradecerme — dije con una sonrisa boba.

¡Aaaghh! ¿Por qué soy así con ella?. Ni siquiera con mi hermanita soy así.

Porque te gusta — dijo mi conciencia saliendo de la nada.

¡Claro que no! Yo no siento nada por ella — contesto seguro.

¿Ah no? ¿Y si Zack u otro chico la besara?.

Le partiría la cara — respondo inmediatamente sin pensar.

Y tú dices que no te gusta. Buah, ¡Estás enamorado de ella, idiota! — dice con cierto tono burlón.

Ya cállate y desaparece — espeto fastidiado.

Luego de un rato Kamila se sentó en la arena, acción que imité. Después de unos minutos ella me mira y me pregunta.

— ¿Qué crees que debo hacer? — suelta con nerviosismo.

— Pues deberías hablar con tu... — me quedo mudo, ya que no sabía cómo referirme a aquella mujer.

— Madre, pero mejor digámosle... Marta, si mal no recuerdo ese era su nombre verdadero — dice con ironía.

— Bueno, deberías hablar con Marta, escúchala, deja que te explique por qué hizo lo que hizo. Permítete saber y comprender su situación — le aconsejo.

Wao, eso sonó como... mi conciencia.

¡Já! ¿Viste? ¡Sí soy útil!.

Sí sí, ya vete.

— Sí, tienes razón — dice y sonríe para ella misma —. No puedo creerlo, mi mamá está viva, no soy huérfana — suelta con tanta alegría que logra contagiármela.

Ella recuesta su cabeza en mi hombro y yo la rodeo con mi brazo. Nos quedamos viendo el atardecer así; juntitos, no puedo negar que esta es una de las mejores experiencias que he tenido, poder ver el atardecer en la playa con alguien que... ¿Me gusta?, no lo sé, pero sé que este momento no lo olvidaré jamás.

— Alex — me llama Kamila en un susurro.

— ¿Sí?.

— No le digas a nadie sobre esto, de que mi tía es mi madre y mucho menos que me viste llorar — habló un poco apenada.

— Tranquila, no lo haré — digo suavemente. Ella cierra sus ojos, supongo que se durmió.

La recosté en la arena y abracé su cintura, me quedé viendo como algunos de sus mechones caían por su cara y respiraba calmadamente. Se ve muy linda así, tan tranquila y frágil; si alguien la lastimara, juro que sufriría probablemente más que ella. De a poco mis ojos se fueron cerrando hasta que me quedé dormido.

Kamila.

Desperté sobre una superficie algo dura, la tocó un poco y me doy cuenta de que es arena. Abro completamente mis ojos y veo las olas chocando entre sí. Es un hermoso despertar, ojalá despertara así todos los días.

Ángeles CaídosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora