Estuvimos conversando por un rato, sobre mi padre, mi abuela y la relación que llevaban, hasta que decidí irme a mi casa. Cuando estuve frente a la puerta, escuché los pasos de alguien caminando por la calle, me di la vuelta y mi mirada paró en la chica de piel morena y cabello crespo que temprano llevaba unas partituras, la que se me hizo conocida. Tengo que hablarle, saber quién es, de donde la conozco o si tuvimos algún lazo.
— ¡Oye! — grité y ella giró a verme.
Se quedó allí, inmóvil, luego corrió hacia mí y una vez la tuve delante y la pude detallar bien. La recordé. Recordé todas esas mañanas en las que nos sentábamos juntas en la escuela, recordé todas esas tardes en las que solía venir a mi casa a jugar, recordé todas las charlas y veces en las que comíamos leche y galletas. Recordé a la niña que fue mi mejor amiga en la infancia. Sin darme cuenta las lágrimas corrían libremente por mis mejillas, al igual que por las de ella.
— ¿Kamila? — pregunta la morena dudosa.
— Sí, soy yo. Y tú Andrea ¿No es así? — ella asintió y nos fundimos en un cálido abrazo, en el que nos permitimos llorar sin temor.
Cuando nos separamos, la invité a pasar a mi casa. Hablamos de todo lo que hicimos estos años, de las personas que conocimos y las cosas que nos sucedieron. Le dije todo, menos lo de mi peculiaridad. Dijo que cuando me fui, lloró mucho, que le preguntó a mi abuela qué había pasado conmigo y que le contestó que me había mudado a Greenland.
Después de un rato se fue, pero antes acordamos que mañana nos veríamos a las tres para ver la novela. Fui a ver como estaba Kira y me la encontré jugando con una camiseta vieja, me puse a jugar con ella hasta que llegó mi abuela con comida china. Y como no, fui a sentarme a la mesa para comer.
Alex.
— Cariño — me llama mi madre sentándose en el sofá, yo me siento junto a ella —, me gusta esa chica para ti.
Sonreí abiertamente, eso es bueno.
— Me agrada que salgas con ella — dijo y mi sonrisa se borró —. ¿Qué pasa? ¿Dije algo malo?
— Kamila no es mi novia — solté frustrado.
— ¿Le has dicho lo que sientes? — pregunta mirándome atenta.
— Sí, ella me lo preguntó una vez y se lo dije como si estuviera... hipnotizado, o como si no pudiese pensar, solo salía la verdad — respondí pensativo.
— Debe ser su otro poder.
— No, es imposible. Su otro poder es la super audición — digo sin entender.
— No es imposible — puntualiza y la miro desconcertado.
— ¿Qué quieres decir?.
—... Ella guarda un gran secreto — suelta y me deja aún más confundido de lo que estaba.
— ¿Cuál secreto?.
— Si no lo ha revelado, es por algo — contestó con aires de misterio.
Se levanta del sillón y sube las escaleras, dejándome solo en la sala. Suena el timbre de la casa, me aproximo hasta la puerta y la abro, encontrando frente a mí una pequeña niña de cabellos oscuros y alborotados y ojos color pardo. Ella corrió hacia mí y me brincó encima.
— ¡Aleeeeeex! — gritaba mientras le daba vueltas en el aire.
La abracé y desordené más su cabello, ganándome un suave golpe de su parte.
— ¿Qué hay, pequeña?.
— Nada, lo de siempre — responde Sofía sonriendo tiernamente.
— Oye, quiero presentarte a alguien.
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Ángeles Caídos
Science FictionKamila, una chica de 16 años, descubre que no es una chica ordinaria como creía. Al ser secuestrada en el baño de su instituto por dos chicos de ensueño comienza a experimentar un pequeño enamoramiento por uno de sus secuestradores, quien correspond...