Capítulo 29

858 108 5
                                    

Los nervios comenzaron a florecer en mi interior mientras el mayor me observaba con una mirada retadora que me ponía aún más nerviosa.

— ¿A qué se refiere? — pregunto tratando de hacerme ver segura.

— Por favor, Kamila, no te hagas la que no sabes. Hay algo que te tienes bien guardado y no has querido mencionar — contesta algo irritado.

Menciónale uno de tus poderes, con eso puedes sacártelo de encima — aporta mi conciencia para librarme de la situación —, pero móntale un espectáculo, para que primero piense que es algo grande y luego le dices esa pequeñez.

— Sí Tom, hay algo que me ha estado carcomiendo por dentro — le digo obedeciendo a mi conciencia —. No les había comentado nada sobre esto porque no sabía cómo se lo iban a tomar — prosigo dramáticamente mientras él me miraba curioso. Tengo tantas ganar de reír que temo que se me salga una carcajada y me descubra.

— ¿Y qué es? — pregunta con desespero notable en su voz.

— Descubrí mi otro poder — digo soltando el aire que estaba conteniendo de manera actuada y Tom suspiró con frustración.

— ¿Sólo eso? — pregunta sorprendido y yo asiento —. ¿Cuál?.

— Super audición — le dije, creo que es el más simple, así no me preguntará nada más.

— Oh, ¡Eso es fantástico! — soltó y su celular comenzó a sonar.

El mayor me dedicó una sonrisa y se fue.

— Qué bueno que no hablaste de más — menciona alguien a mis espaldas y al girar me encuentro con mi amiga de ojos verdes —. Ha estado paranoico últimamente.

— Sí, y creo saber porqué — le digo y me mira curiosa.

— ¿Me vas a contar o me dejarás con la intriga? — pregunta retante y suelto una pequeña risita.

— Está bien, pero léeme la mente — de inmediato Becky comienza a ser rodeada por su aura violeta y yo comienzo a pensar.

"Un día estaba hablando con Alex en mi habitación, estaba bebiendo algo de alcohol mientras conversábamos. Él me comentó que había escuchado a Tom diciéndole a Raquel que uno de nosotros era el Krístal Supremo. Y pues, yo lo soy. No se lo dije por supuesto, no puedo dejar que nadie se entere de esto. Pero te lo digo a tí porque en serio no puedo seguir tragándome algo tan grande."

Y con eso, la pelinegra volvió a su estado normal y me miró asombrada, pero luego me lanzó una sonrisa pícara.

— ¡Uuh! Así que andabas con... — no le permití finalizar la oración ya que le había tapado la boca con mi mano.

— ¿Quieres que nos escuchen? — pregunté y ella comenzó a reír, al ver que se calmaba, retiré mi mano —. Y sí, sí estaba con él — culminé con algo de vergüenza.

— Pareces un tomate — mencionó y salió corriendo a dentro de la casa mientras reía y yo la perseguí riendo también.


(...)

Era casi media noche cuando decidí escabullirme en la biblioteca en busca de ese libro con respuestas que me dejó mi abuela en la sección prohibida. Una vez con éste en mis manos, me senté en un sofá individual, me puse mis lentes y después de encender una pequeña lámpara que encontré, me dispuse a continuar leyéndolo.

Lo leí casi todo, solo me faltaron algunas páginas. Lo que logré obtener leyendo —además de leer constantemente el párrafo que decía que yo era salvación y perdición para el planeta, lo cual fue algo bastante traumático para mí memoria—, fueron algunos expedientes acerca de Zed y sus secueaces principales, como la fecha en que nacieron y la serie de delitos que habían cometido, que eran cada vez más trágicos que los anteriores; descubrí la existencia de un mapa de la casa, que indicaba los pasadizos que habían y las diversas cosas que se encontraban en estos.

Ángeles CaídosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora