Capítulo 32

904 95 10
                                    

Ya Diciembre había llegado a su fin. Celebramos las fiestas en la casa todos juntos, mi mamá estuvo allí con nosotros. Cuando llegó el año nuevo, me escapé un rato para celebrar con mi padre. Hablé con mamá sobre la relación que tenía el árbol de los deseos y Joseph, que ahora también es el árbol de la vida y la muerte, así le pusimos. Ella dijo que no pensó que funcionaría y que nunca decidió comprobarlo; le creí, se puso a llorar cuando se lo conté. ¿Cómo no creerle si se la pasa diciendo que Joseph es el amor de su vida?.

No he podido parar de pensar en lo que Marilyn escribió al final del libro, le he estado dando vueltas al asunto y aún no sé qué hacer. Hasta ahora no he tenido problemas, si omitimos el hecho de que debo ocultar que soy La Krístal Suprema de todos y que me ven sospechosa, no hay ninguno.

Finalizo de hacer mi valija y bajo las escaleras junta a Kira. Hoy me iré a Venezuela con Alex y como no pienso dejar a mi cachorra, pues, vendrá conmigo. Llego a la sala y me encuentro con todos allí menos al chico que me vuelve loca con solo mirarme. Pensé que ya estaba aquí.

Becky corre hacia mí y me estrecha entre sus brazos con algo de fuerza.

— Te extrañaré mucho — dice nostálgica —. No podré subsistir sin ti — dramatiza y reí.

— Solo será por una semana, no es para tanto. Además, tendrás a Finn para ti solita — mencioné esto en un susurro haciéndola sonrojar un poco —, lo digo por Alex.

— Agh, cierra la boca — espetó dándome un leve empujón y ambas reímos.

— ¡Oh, engendro! ¿Qué haré sin ti? — pregunta acercándose a mí y hace como si se quitará una lágrima.

— No lo sé, ordenar tu habitación ¿Talvez? — él finge ofenderse.

— ¿De qué hablas? Mi habitación es el sitio más pulcro y prolijo de la casa — dijo dramático y todos comenzamos a reír.

De pronto aparece un Alex con el cabello húmedo y una maleta en la mano. Me observa y sonríe.

— ¿Nos vamos? — pregunta y yo asiento tratando de contener las ganas de sonreír como estúpida, pero no lo logré.

— Que tengan buen viaje, chicos — dijo Raquel. Tom solo nos dió una sonrisa de boca cerrada.

Tomé mis cosas y cargué a Kira, ambas con la misma mano. Anastasia se acerca a Alex con los brazos extendidos.

¡Ya vámonos!.

— Alexiño, te extrañaré un montón — habló con ese típico tono zorruno e hipócrita suyo.

Alex tomó mi mano apresuradamente, nos rodeó su esplendor azul eléctrico y huimos de la pelirroja.

Aparecimos en la sala de una hermosa casa, bastante grande y espaciosa; miré a mi alrededor para tratar de localizarme, visualicé las escaleras y una ventana tipo arco que dejaba ver la cocina. Tengo esa agría sensación de que ya he estado aquí, solo que, es diferente, como si fuese un recuerdo ajeno a mí.

De la cocina salió una mujer esbelta de cabellos castaños y ojos pardos, que al vernos sonrío abiertamente.

— ¡Julián, ya llegaron! — gritó con euforia.

La mujer se acercó a nosotros y abrazó a Alex con fuerza y este le correspondió con las mismas ansias. Luego la señora pasó su mirada a mí y su sonrisa se ensanchó aún más.

— Hola, querida. Mi nombre es Laura — se presentó ofreciéndome su mano, la cual yo estreché con ganas.

— Soy Kamila — apenas terminé la frase me envolvió entre sus brazos y dió un ligero apretón, pude sentir una sensación de afecto emanando de ella y sonreí al instante.

Ángeles CaídosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora