Capítulo 14

994 112 14
                                    

Moto de Kamila en multimedia

~~~~~~~~~

— Mmm, ¿Qué haces aquí? — pregunto incómoda y pido otro trago.

— Lo mismo que tú, despejarme un poco — dice. Pide algo para tomar y se sienta a mi lado. ¿No pude hacer una pregunta más estúpida? Es obvio que está aquí por eso.

— Debes tener a varios chicos locos por tí ¿No es así? — su voz sale llena de picardía y me observa con detenimiento.

— No.

— Eso es lo que no sabes — responde con el mismo tono mientras se acerca a mí, yo por instinto me alejo —. Es una pena que no te des cuenta de lo hermosa que eres — dice con la lujuria desbordando de él. A este punto ya está totalmente pegado a mí y me toma de la cintura para que no pueda separarme.

— Ya déjala tranquila, Zack — dice una voz que se me hace conocida, pero no logro detallar bien al dueño por la oscuridad.

— Nos estamos divirtiendo — contesta Zack —, ¿Verdad linda? — pregunta mirándome a los ojos y yo niego inmediatamente, él suelta un bufido y se va dejándome con aquel chico misterioso.

— Gracias.

— No hay de que — contesta y logro verlo bien.

¡Santa madre de Dios!. ¡Este chico sí que es todo un Dios Griego!.

Lleva puesta una camisa de botones que está adherida a su tonificado cuerpo como si fuera una segunda piel, se ve extremadamente apetecible; el cabello castaño, labios carnosos, no logré detallar sus ojos por la oscuridad pero deben ser tan hermosos como él.

— ¿Quieres bailar? — pregunta aquel chico que tengo en frente, ¿Cómo le digo que no si lo que posee es belleza pura y natural?.

— Claro — me limito a decir con una sonrisa a lo que él me la devuelve.

Un momento, esa sonrisa ya la había visto, solo que no recuerdo en donde, pero de igual manera siento que mis piernas tiemblan. Qué bueno que estaba sentada.

Nos dirigimos a la pista de baile.

Estaba sonando una canción demasiado sensual para mi gusto, pero igual la bailé. Movía mis caderas muy pegada a él, mientras el chico me sujetaba con sus fuertes y bien formados brazos, luego me dio la vuelta quedando de espaldas a él, y me seguí meneando. De un momento a otro sentí una leve erección contra mi espalda baja, pero seguí moviéndome de la misma forma, hasta que me cansé y nos fuimos a la barra por algo de tomar.

Estuvimos allí por un largo rato entre trago y trago conversando incoherencias, aunque él es muy divertido, decía tantas cosas graciosas que a cada minuto me carcajeaba. Ya puedo decir que estoy totalmente ebria. De pronto comenzó a sonar Soy el mismo de Prince Royce, bachata, ¡Amo la bachata!. Tengo que bailar, tengo que hacerlo o no estaré tranquila durante toda la noche.

— ¿Sabes bailar bachata? — le pregunto, ojalá y me diga que sí, o de lo contrario tendré que bailar sola.

— Sí — responde.

¡Aleluyaaa!.

— Bien, vamos — digo jalándolo hacia la pista.

Una vez allí comenzamos a movernos al compás de la música, éramos los únicos bailando, por lo tanto todos en el club tenían sus miradas posadas sobre nosotros. ¡Ay qué nervios! ¡Líbranos del mal, amén!. Debo admitir que este chico sí que se sabe mover, demasiado bien diría yo. Comenzamos a movernos más sensual y ¡Aah! me encanta esto, me volveré loca, ¡Ya, cásate conmigo, Dios Griego!. De un segundo a otro una luz nos iluminó únicamente a nosotros y logré ver los ojos de mi pareja, son mieles. Pausa al juego, esos ojos ya los había visto ¡Este es Alex!. Eso explica muchas cosas, como su fisionomía, su voz. ¡Señor, ten piedad de los pecadores!.

Ángeles CaídosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora