Capítulo 12

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¿Qué se supone que debería hacer?, tengo dos opciones: Mudarme a donde Raquel o quedarme aquí. Estoy colapsando, lo correcto es irme a vivir con Tom y su esposa, pero no quiero dejar a mi mamá sola, y más aún que hace dos días me enteré de que lo es.

Ninguna de esas opciones es factible ahora — dice mi conciencia ayudándome —. Primero tienes que hablar con Marta — Marta, ni ella lo procesa aún.

Tienes toda la razón, aunque no estoy segura de irme, estaría con personas desconocidas, aunque las conocí la vez que me quedé en su casa, pero no es lo mismo; no les tengo tanta confianza como para convivir con ellos. Esto me aterra, debo dar un paso el cual no me siento lo suficientemente preparada ni madura para dar — digo con tristeza —. ¡No quiero hacerlo! Tengo miedo, no soy independiente, ¡No soy útil!.

No digas eso, tú puedes con esto. Dejarás a tu mamá, sí, pero igual la podrás venir a visitar — me alienta —. Esta es una nueva experiencia, tómalo como un reto — dice con seguridad —, no dejes que la situación te intimide. Yo estoy contigo, y mientras me tengas siempre tendrás apoyo, no te dejaré sola — dice la doñita dándome algo de confianza.

Gracias. Necesitaba esto.

No me las des, ese es mi deber, llevarte por el buen camino — dijo con voz de cura y yo trato de no reír para no despertar a Becky.

🎶 Vuelve, a decirme lo de siempre, que me quieres pero no puedes tenerme🎶.  Okey, esa no es mi alarma. Busco con la vista por la habitación de donde proviene dicho sonido. Me levanto de la cama y piso un celular, lo recojo y me doy cuenta que es de Becky, son las 6:00. ¡No dormí nada!. Ay Diosito, ¡Debo de verme horrible!. Procedo a apagar la alarma y dirigirme al baño y al verme compruebo mi teoría. ¡Estoy más fea que la otra madre de Coraline en su verdadera faceta!

<<Cálmate, Kamila, cálmate. No hay nada que un buen baño no arregle>>.

Me quité la ropa, me metí a la ducha, abrí el grifo y dejé que el agua corriera por todo mi cuerpo logrando relajarme un poco y despejar mis ideas. Ya se lo que haré: le diré a mi mamá sobre la propuesta de Raquel.

¡Eso fue lo que te dije!

Bueno, voy a hacerte caso.

Salgo del baño y camino hacia el clóset, saco un conjunto deportivo que consiste en un suéter que deja ver mi ombligo y un mono, todo de color vino tinto y mis zapatos deportivos blancos. Luego de vestirme decido despertar a Becky, al parecer la estruendosa alarma no rindió frutos en ella.

— ¡Despierta, bella durmiente! — grito no tan alto, pero lo suficientemente como para despertarla.

— Buenos días — contesta mientras se estira en la cama.

— Buenos días — respondo —. Ve a cambiarte, prepararé el desayuno — dije y salí de la habitación.

Me dirigí hacia la cocina. Solo soledad, no había rastro alguno de mi mamá, así que hice el desayuno y serví comida para Kira. Guarde en el microondas la de Marta y le dejé una nota para que supiera que yo había cocinado y no se preocupara por hacerlo. Al rato bajó Becky con mi cachorrita persiguiéndola, desayunamos y al cabo de diez minutos ya estábamos en su auto camino al instituto. Debo admitir que no sabía que ella tenía carro, pero es muy lindo, es de color blanco. Llegamos y entramos a nuestra primera clase: matemática, donde presentaríamos el examen final, si saco 10 en esto voy a emborracharme como si mañana se acabara el mundo.

Esperamos algunos minutos y la profesora entró, pasó por nuestros asientos para darnos la prueba. Pensé que estaría difícil, otros salones la hicieron y la máxima nota fue un cuatro, en fin. Terminé el examen a los veinte minutos de que me lo dieron y después entregó Becky. Como no nos quisieron dejar salir comenzamos a hablar por mensaje, tuvimos que ingeniárnosla.

Ángeles CaídosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora