Capítulo 25

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Silencio a través de la línea, solo se escuchaba la pesada respiración de la mayor. Pasaron varios minutos, que para mí fueron eternos y habló.

— ¿La... hija de... Joseph? — preguntó finalmente, podría jurar que se le cortó un poco la voz.

— Sí — contesté insegura, ella soltó un gran sollozo.

— No lo puedo creer — dijo entrecortadamente —. La última vez que te vi tenías 5 años... ¿Qué edad tienes ahora? — dijo algo emocionada.

— Dieciséis — respondí finalmente, hubieron unos cuantos segundos de silencio, sin duda ninguna de las dos sabía qué decir.

Yo ni siquiera tengo recuerdos de ella, la olvidé por completo.

— Abuela, ¿Tú eres una krístal de la generación antepasada? — pregunto con inocencia.

— Sí, mis poderes son las visiones futuras y pasadas.

— ¿Alguna vez has entrado a la sección prohibida de la biblioteca? — pregunto para hacerla soltar de a poco.

— S...sí — contesta dudosa.

— ¿Por casualidad de la vida... existe un ángel caído que sea más poderoso que los demás de su especie?.

— Sí... Es La Krístal Suprema — responde rendida.

— ... Yo soy la Krístal Suprema — dije rápidamente, tanto que no estoy segura de si me logró entender.

Ella se quedó en silencio.

Creo que la sorprendí.

¿Tú crees?.

Sí, yo creo.

— ¿Encontraste... — no la dejé acabar, ya que la interrumpí.

— ¿La llave? ¿El libro? Sí — respondí obvia.

— Creí que aún no lo sabías — dijo y yo bebí un trago largo de la botella.

— Todavía no me lo termino de creer — solté para apaciguar la tensión que se había formado en la línea —. ¿Podría ir a visitarte? — pregunté, tengo muchas cosas que hablar con ella.

— ¡Claro! Puedes venir cuando quieras — dijo animadamente —. Tengo que colgar, hablamos en otra ocasión.

— Está bien, adiós — culminé y colgó.

Le di otro trago a la botella y la cerré, después se me va a acabar y no tendré que beber.

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Desperté con un terrible dolor en mi zona pélvica, Andrés ya me está golpeando feo. Me levanté de mi cama como pude y me dirigí al baño, me dí una ducha de agua caliente, lave mis dientes, me puse ropa cómoda y bajé en busca de comida, es por el único motivo por el que me desplazaría.

Le serví el desayuno a Kira y luego serví el mío con pesadez. Mientras comía bajó el par insoportable contoneando sus caderas y salieron de la casa. Gracias a Dios, no quería soportarlas. Después llegó Zack y se sentó frente a mí con la intención de entablar una conversación, no tengo ni ganas de hablar y llega éste.

— ¡Hola, guapa! — dijo con entusiasmo.

— Hola — dije sin ganas.

— Uuy, que humor — dijo burlón, yo solo lo ignoré y seguí comiendo.

Acabé de desayunar, lavé mi plato y me dirigí hacia mi habitación nuevamente. Cuando estaba pasando por el segundo piso, Alex salió de su cuarto sin camiseta.

Ángeles CaídosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora