Capítulo 27

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Andrés en multimedia.
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Me alejé del espejo con el corazón acelerado tratando de regular mi respiración. Me calmé y fui a ver mi reflejo nuevamente; era yo, la "humana", era Kamila otra vez. Una bestia, de todos los poderes que podía tener, me tocó transformarme en una bestia.

¿Eso de qué me va a servir?.

¿Qué sabes tú?. Talvez te sirva para matar a alguien del susto, porque te veías bien horrenda — comentó mi conciencia como si fuera obvio y me hizo reír. Podrá ser muy fastidiosa y amargada a veces, pero nunca pierde el encanto.

Me quedé mirando mi reflejo por un buen rato hasta que me dió hambre y bajé a ver si ya la cena estaba lista. Fui a la cocina y me encontré a Raquel cocinando concentradamente; no quise molestarla, así que me fui al gimnasio para curiosear un poco. Cuando llegué, en lo único en que se fijaron mis ojos fue en el chico castaño que estaba haciendo barras de espaldas a mí, luego paseé mi vista por todo el lugar, y me percaté de que solo nos encontrábamos los dos. Solos.

Él no se había dado cuenta de que yo estaba allí, lo cual fue muy beneficioso para mí, ya que podía verlo tanto como yo quisiera. Lleva puesto unos shorts y zapatos deportivos. No traía puesta camisa alguna. Vi su tonificada espalda donde los músculos resaltaban a la perfección por el sudor que corría por ella, parece un verdadero Dios Griego. Como me encantaría pasar mis dedos por esa sudorosa espalda que proclama a gritos ser tocada.

Es una lástima que no hayas traído tu celular, no podrás sacarle ni una foto — comenta mi conciencia resignada.

Contemplé al chico por unos instantes, no duré mucho en eso ya que cuando terminó se dio la vuelta y me vió.

¡Nos han descubierto! ¡Aborten misión! ¡Aborten misión!.

— Hola — dijo con una sonrisa que me aceleró el pulso.

— Hola — contesté tratando de calmar los nervios.

Alex agarró su toalla y la frotó por su cara con la intención de librarla un poco del sudor, mientras yo detallaba cada uno de los cuadritos de su abdomen y sus pectorales. Cuando quitó el paño de su cara me hice la distraída, como si no me lo hubiese estado comiendo con la mirada. Me miró y sonrío.

Te faltó "mostrando sus relucientes perlas que adornaban su bellísimo rostro" — dijo doña conciencia con tono aniñado y tuve que contener una carcajada. Me costó, pero no fue imposible.

— Alex... Yo... — comencé a balbucear por los nervios que surgían en mí por verlo, sí soy idiota.

— ¿Sí?.

— Ve a ducharte, la comida está casi lista — dije directa y me fui de allí dejándolo algo confundido por mi reacción.

Fui a la cocina y no estaba Raquel, supongo que debe de estar en el comedor sirviendo la cena. De la nada, llega Lucas y me acorrala contra la barra sin titubear, como si hubiese venido aquí a eso.

— ¿Qué hay entre Alex y tú? — pregunta de golpe.

— Una simple amistad — respondo, eso me dolió.

Él sonrió y fue acercando su rostro al mío, yo trataba de retroceder, pero no era posible ya que estaba totalmente pegada a la barra, así que solo hechaba mi cabeza hacia atrás.

— Entonces estaría bien si entre nosotros existiese algo, ¿No crees? — pregunta seductor.

— No estaría mal — contesto —, lo único complicado sería que yo quisiese — respondo intentando no ser tan dura.

Ángeles CaídosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora