Capítulo 41

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Todo aquello, todo lo que estaba ocurriendo, es parte de mi pesadilla. Tenía tanto miedo que no podía moverme, y no solo por eso, sino que estaba tan débil por la falta de calor en mi cuerpo. Estaba esperando el impacto contra mi pecho, pero nunca llegó. En su lugar, solo fui empujada contra la nieve; al levantar la mirada vi a Alex sosteniendo el cuello de una chica despampanante de cabello fucsia. Él le arrancó la cabeza y esta cayó al suelo junto a su cadáver.

Junto a la mano de la chica, visualicé una especie de diamante de un color entre azul y verde, que resplandecía ligeramente. Era pequeña y algo puntiaguda. Alex me observó y en su cara se formó una mueca preocupada. Corrió los pocos metros que nos separaban y se agachó frente a mí.

— Por Dios, Kami — dijo y me levantó del suelo al estilo nupcial —. Estás helada. Te llevaré adentro — aviso y corrió velozmente hacia la cabaña.

Me acostó sobre el sofá y me cubrió con una frazada, se sentó en el suelo frente a mí y comenzó a hacer caricias por mi cabeza.

— ¿Estás bien?.

¡Dios! ¡Cada gesto de este hombre me causa ternura!.

— Sí — murmuré y sonreí. Él formó una sonrisa en sus labios —. Oye, la chica... — mencioné y Alex me miró atento —, ¿No escuchaste lo que dijo? — pregunté con temor, había dicho que yo era la Krístal Suprema y nadie a excepción de Becky lo sabe.

— No, no logré escuchar — respondió con pesar —. ¿Qué te dijo?.

— Ya ni lo recuerdo. Pero cuando su cadáver tocó el suelo, al lado de su mano se encontraba una especie de diamante — mencioné y él agrandó los ojos.

— Una Optus — dijo y se levantó rápido —. Despertaré a Tom para que vaya a buscarla — avisó y yo cerré mis ojos, estaba muy débil como para seguir despierta. Me dormí.

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Sentí una leve caricia sobre mi frente, era tan cálida que no quería ni abrir los ojos, pero al recordar lo que había sucedido antes de que me quedara dormida, los abrí. Observé que el dueño de dicha caricia era nada más y nada menos que el chico más guapo que pudo haber pisado el planeta.

— ¿A qué hora pasó todo? Aún estaba oscuro — menciono y el pasa sus dedos por mi mejilla, pero separa la mano como si temiera a que me corriera.

— Eran las 3am.

— ¿Y qué hora es ahora? — pregunto y suelto una leve risita por la rima que acababa de formar.

— Las 9. ¿Quieres ir a desayunar? — preguntó y asentí.

Me levanté y fui a cambiarme de ropa, colocándome un conjunto de acuerdo al clima. Salimos de la cabaña mientras yo le hablaba de cosas paranormales, le conté sobre la vez que en Venezuela estuve en presencia de un espíritu —omitiendo la parte en la que me volvía una espantosa y repulsiva bestia—. Entramos a una bonita y acogedora cafetería, no había mucha gente. Nos sentamos en una mesa y de inmediato llegó un mesero a tomar nuestras órdenes; ambos pedimos una ración de medialunas con una taza de chocolate caliente.

— Alex, ¿Qué hicieron con... el diamante? — hablo en voz baja y él se tensa un poco.

— Tom la metió en su valija, dijo que no correríamos riesgo ya que no duraríamos mucho tiempo aquí — respondió y el mesero volvió con nuestros pedidos.

Comenzamos a comer mientras hacíamos bromas y nos tomábamos fotografías alocadas. Cuando acabamos, el castaño pagó y salimos del lugar. Íbamos tomados de la mano, parecíamos una pareja de enamorados, aunque supongo que en realidad lo éramos. Íbamos hablando de todo un poco, hasta que se me pasó lo de ésta madrugada por la mente.

Ángeles CaídosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora