Capítulo 31

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La figura del tronco volteó a mirarme y habló.

— ¡Oh! ¡Pero qué grande estás! ¡Y muy hermosa, mi niña! — exclamó este con una voz dulce, muy familiar. Creo que la he escuchado antes, pero no lo recuerdo.

— Disculpe, señor — lo interrumpo educadamente —. No ha respondido mi pregunta.

— Ah, claro. Sí es cierto, que torpe soy — respondió soltando una leve risa —. Como verás, soy un árbol, al cual le han transferido mis cenizas cuando morí. Sí, era una persona. Me llamo Joseph, he estado esperando a que te dieras cuenta de mi paradero — dijo con cariño y añoranza.

— ...De acuerdo — respondí —. Pero, me ha dejado confundida, ¿Acaso usted me conoce? — pregunto frunciendo el ceño.

Él tronco puso un semblante triste, contagiándome su sentimiento. ¿Será que dije algo malo?

— Veo que Marta no te mencionó nada sobre mí — comentó con un hilo de voz.

— Pero ya estoy aquí, así que puede decírmelo — digo logrando sacarle una sonrisa.

— Sigues igual de curiosa — dijo riendo un poco.

Yo lo observaba expectante, y un poco impaciente. Quería saber lo que sea que mi madre no me había dicho. Debe ser algo importante, ya que a Joseph le ha afectado.

— Kamila — no estaba enterada de que sabía mi nombre —. Kami — okey, ya me estoy poniendo un poco nerviosa, los que me dicen así son mi madre y Alex. Antes lo hacía... No, no puede ser, eso es imposible.

Él parece estar pensando, vuelve su vista a mí y confiesa.

— Soy tu papá, Kami.

Me quedé callada pensando en lo que acabo de escuchar.

¿Cómo es posible? ¿Qué no había muerto?.

A ver, recapitulemos — comenzó mi conciencia apareciendo, creo que decidió llevarse bien conmigo —. Joseph, el tronco, había mencionado que antes era una persona y que sus cenizas habían sido transferidas al árbol. Como el árbol tiene la peculiaridad de conceder deseos, entonces...

La persona que puso sus cenizas en el árbol —mi mamá— deseó que mi padre reencarnara en él — finalizo sin poder creerlo.

¡Bingo! Diste en el clavo.

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Desperté bastante emocionada. Ayer me quedé hablando con el árbol —bueno, mi papá— durante toda la noche; lloré demasiado, le decía lo mucho que lo extrañaba y que lo necesitaba. Solo hablamos sobre mí, no le pedí ninguna explicación. Creo que aún no estoy preparada para escuchar todo lo que tiene que decirme. Le comenté sobre la falsa muerte de Marta, de cómo me iba en el instituto, de que me secuestraron para decirme que era un ángel caído, le mostré mis alas, y otros disparates más.

Lavé mis dientes con entusiasmo y bajé a la cocina para ver qué había para desayunar. Allí me encontré con un Alex solitario comiendo un plato de waffles, el cual al verme me ha sonreído, y yo feliz corrí hasta él y le dí un eufórico abrazo.

— Despertaste de buen humor — saludó divertido.

— Así es — respondo sonriente.

— ¿Se puede saber por qué? .

Me quedé unos segundos debatiendo en si contarle o no, pero a la final lo solté todo.

— Ayer después de que te fueras — dije en un susurro y el castaño afincó su frente sobre mi hombro, aún seguíamos abrazados. Por alguna extraña razón, comencé a sentirme nerviosa —, yo... he deseado poder estar con mi padre cada vez que yo quisiera — continúe en voz baja —. Y resulta que... el árbol... — aghh estos nervios — habló, mostró un rostro y... resultó ser mi papá. Mi madre enterró sus cenizas en la raíz del árbol y ha reencarnado en él — concluí soltando un suspiro y él me pegó un poco más a su pecho.

Ángeles CaídosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora