"¿¡Qué!?"

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Capítulo especial. 4/4

¿Dónde estoy? ¿estoy muerta? ¿he muerto junto con mi madre?

Pensé una y otra vez, me encontraba en una agradable pradera, había flores hermosas por doquier, llevaba un vestido corto y blanco e iba descalza, mi cabello se encontraba libre. Estaba sola hasta que alguien tocó mi hombro derecho, me giré y miré a mi madre sonriendo. Mis ojos comenzaron a escocer y las lágrimas pintaban el paisaje, ella hizo una mueca mientras mi vestido se hacía negro al igual que el cielo y todas las bellas flores se marchitaban.

Todo se volvió negro.”

Levanté mi vista y me encontraba en un cuarto triste y gris, intenté mover mis manos pero algo comenzaba a cortar mis muñecas, las miré. Estaban esposadas a la silla donde me encontraba sentada.

Estaba desorientada, no entendía nada y probablemente quien me viese pensaría que estoy hasta las trancas de drogada.

La puerta se abrió y de ahí un hombre uniformado entró a la pequeña habitación.

-¿Qué pasa? ¿Por qué me tienen aquí?

-Señorita Williams, su madre fue asesinada hace 2 días. Necesitamos saber toda la información que tenga acerca del homicida.

-¿Mi... mi madre qué? –tartamudeé y mis ojos poco a poco se llenaron de lágrimas.

-Lo sentimos mucho, pero necesitamos la información si quiere atrapar al asesino de su madre.

Intenté recordarlo todo, pero todo era tan borroso, todo tenía una nube gris que me dejaba ver cada vez menos.

-Creo, creo que su nombre es Eric y es un hombre alto, robusto y rubio. –hablé confusa.

-¿Qué más?

-Llevaba tres o cuatro años de relación con mi madre, si mal no recuerdo ella me llamó y cuando llegué él la tenía atada y con una cinta en sus labios. –señalaba todo lo que contaba como si fuera una niña pequeña y desorientada- Él dijo que sólo quería divertirse con nosotras.

Lágrimas bajaban por mis mejillas una vez más, mi madre estaba muerta, ya no estaría más conmigo por culpa de un estúpido desgraciado.

-Es todo lo que recuerdo.

-Muy bien. –dejó de apuntar en su pequeña libreta.

-Tengo una pregunta, -intenté levantar mi mano pero la esposa corto en mi muñeca una vez más, me quejé- ¿por qué estoy esposada a esta silla?

-Lo sentimos pero como estaba en la escena del crimen era una sospechosa del homicidio.

-¿Ustedes creen que podría ser capaz de matar a mi propia madre? –grité eufórica.

-Hay gente tan loca en el mundo.

Negó, se dirigió a mí y sacó unas llaves de su bolsillo trasero, las metió en el pequeño agujero de las esposas y estas se abrieron dejando mis muñecas libres. Las sobé con cuidado.

-Ya puede irse.

Me retiré, busqué en mis bolsillos y encontré las llaves del coche de Daniel, presioné el botón y se escuchó un leve pitido a lo lejos. Me dirigí al carro y me subí en marcha a la casa de el dueño de este.

Me faltaban unas cuantas calles cuando mi celular comenzó a sonar, lo desbloqueé y contesté la llamada.

-¿Aló?

Sollozos se escuchaban detrás de la bocina, bajé la velocidad, estaba a punto de llegar.

-¿Quién es?

¡El amor no existe!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora