"Ya no más madre..."

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-Deja de estar de gruñón ya, supéralo. -rodeé los ojos exasperada.

Ha estado molestándome para después ignorarme desde que salimos del Burguer King.

-¿Cómo no quieres que esté así cuando tu y ese chico se han estado coqueteando toda la tarde? -gruñó.

Kevin, el chico lindo de ojos mieles y cabello dorado, se acercó a nuestra mesa y ya que lo veía muy solitario, lo invité a comer con nosotros. Después Daniel se volvió un jodido ogro desde que comenzamos a hablar.

-No coqueteamos, conversamos como personas normales lo harían. -rodeé los ojos por milésima vez en la tarde y me crucé de brazos.

-Tus padres quieren que te quedes durante un tiempo en mi casa. -murmuró bajo.

-¿¡Qué!?

-Que tus padres quieren que te qued...

-Si te escuché, estúpido. -manoteé su brazo- ¿Por qué? ¿qué clase de locos son mis padres?

-Ya lo haz hecho antes. -se encongió de hombros con indiferencia.

-Espera... ¿tu y yo...? -nos señalé con horror.

-¿Qué? -carcajeó entendiendo- claro que no.

-No le veo lo gracioso. -gruñí.

~~~~~~~~~~~~~~

Abrí la puerta, miré a mis padres viendo televisión con mi hermana entremedio de ellos.

-¿Qué es lo que les pasa? -gruñí.

-¿Qué? ¿de qué hablas? -me dijeron confundidos.

-¿Cómo piensan ustedes que estaré en casa de un chico que apenas conozco por no sé cuanto tiempo? -hablé molesta, mi voz se hacía cada vez más y más aguda.

-¿Apenas conoces? Jordan, se conocen hace más de dos años. -mi madre se puso de pie- ¿Te sientes bien, cariño?

-Sí, yo, arg. -carraspeé- No lo entenderías. Me voy a mi habitación.

Subí las escaleras con las miradas confundidas de mis padres perforandome la espalda.

Me tiré de cara en mi cama, comencé a pensar en muchas cosas, diciéndolo mejor, a recordar.

Mi padre me golpeaba con su cinturón, sentía el ardor en la parte trasera de mis piernas. Mi madre lo hacía también, sólo que ella tomaba su sandalia de suela dura. El último recuerdo lo sentí más real y doloroso que los demás.

"Jugaba con mi hermana y ella se había caído por estar brincando en la cama. Mi padre entró al cuarto furioso sin preguntar que había pasado, retrocedí con miedo a su expresión y ni siquiera vi venir su enorme mano cuando esta impactó contra mi espalda."

Jadeé en busca de aire y abrí mis ojos. Miré a mi alrededor y todo estaba en su lugar, toqué mi espalda y me paré en busca del espejo. Me puse de espaldas mirando mi espalda, no había nada ahí.

Bajé corriendo directo a la cocina, ya era tarde y había anochecido, mi madre entró preguntándome por un aparato nuevo que había comprado.

-No, ni siquiera sabía que lo tenías. -murmuré terminando de prepararme mi emparedado de queso fundido.

-Esta bien, si lo miras me avisas, por favor. -hice un ademán con las manos y salió.

Tomé un vaso de la alacena y lo llené de leche. Salí de la cocina.

-¿Jordan, has visto el nuevo aparato de tu madre? -me frenó.

-No. Ya le dije a ella que si lo veía se lo daría. -gruñí, sólo quería comer tranquila.

Murmuró un "está bien" y se sentó en el sofá, subí corriendo antes de que me preguntaran algo de nuevo. Muy tarde.
-Jordan, ¿has visto mis zapatillas café? -corría de un lado a otro. Estaba maquillada y llevaba un vestido extremadamente pegado a su cuerpo.
-Eh, no. -la miré extrañada por su vestimenta- ¿saldrás?
-Sí, hoy con tu padre saldremos, Leila ya está dormida. -me miró- ¿enserio no has visto mis zapatillas?
-¡Que no! -bufé.
-¡Nunca sabes nada! -me miró fastidiada.
La miré incrédula, ¿qué carajos le pasaba hoy a todo el mundo?
-Mamá, ¿te está llegando la menopausia? -reí divertida.
-¿Disculpa? -me miró indignada.
Gruñí y me dirigí a mi habitación, me senté a comer tranquilamente mi emparedado con mi fría leche. Estaba a punto de terminar cuando mi madre entró tirándo fuego con cada paso que daba. La miré con indiferencia y terminé mi comida.
-¿No te dije que hicieras algo? -habló tranquila, más tranquila de lo que normalmente hablaría- ¿¡qué no puedes hacer nada bien!?
Esta vez gritó asustándome.
-¿Qué te pasa ahora? -alcé la voz levemente.
-¡Que no me haces caso me pasa! -gritó- ¡eres una maldita floja atenida, me tienes harta!
"¿Y tu crees que tú no me tienes harta a mí con tus malditos gritos de loca?" pensé enojada.
-¡Sólo quiero comer tranquila! ¿qué ya no puedo hacer eso?
-¡Es que no puedes hacer un maldito favor!
-Sí puedo, que no me lo hayas dicho es otra cosa. -repliqué bastante enojada, no era su sirvienta para andarle buscando todo.
-¡No me contestes, mal educada! ¿cuándo te enseñé a hacer esto, maldita sea?
La miré y me paré de la cama ignorándola.
-¡CONTÉSTAME! -gritó logrando que los cristales de las ventanas temblaran.
-¿¡QUÉ MIERDA QUIERES!? -grité aún más fuerte que ella lastimando mi garganta, quedó en blanco por unos segundos- ¿¡QUÉ MIERDA QUIERES!? PORQUE NO LO SÉ, QUIERES QUE NO TE CONTESTE Y LUEGO QUE SÍ.
Su mano impacto en mi mejilla obligándome a voltear la cabeza a un lado.
No la toqué, no lloré, mis ojos ardían de la rabia que sentía, levanté mi mirada en busca de la suya. Me miró con superioridad e hice una sonrisa torcida.
-Tus golpes ya no me duelen, ya no más madre. -siseé venenosamente.
-Eres una estúpida que no sabe hacer nada. -seguía gritando.
-Entonces ya sé de quien lo heredé -gruñí, iba a salir por la puerta justo cuando mi padre iba entrando.
-¿Te crees superior, no Jordan? -me miró cínico- ¿crees que puedes hablarle así a tu madre sin recibir nada a cambio?
Su sonrisa daba miedo, sus ojos estaban fríos como los de mi madre. Fue desatando su cinturón levemente mientras yo miraba expectante por lo que haría.
-No eres nada, Jordan. -escupió- Sólo eres un error.
Tomó el cinturón impulsándose para golpearme, lo tomé antes de que impactara en mi brazo.
-No les temo más, ya no más. -lo tomé desprevenido y arranqué el cinturón de sus manos empujándolo hacia mi madre- ¡YA NO MÁS!
-¿Ustedes se creen la mejor cosa por ser mayores, no? Ustedes son los estúpidos. Unos estúpidos inmaduros que creen tener algún derecho para golpearme. -los miré venenosamente- Yo no seré así de COBARDE como ustedes lo han hecho.
Tiré el cinturón por las escaleras y los señalé.
-Me vuelven a poner a Leila o a mi sus dedos encima y los que la van a pagar caro son ustedes. -reí- Unos cuantos golpes sólo serían evidencia de una muy segura violencia en casa.
Sus caras se desfiguraron y se colocaron pálidos como si un fantasma hubiese pasado frente a ellos.
Salí de la habitación sintiéndome aliviada de todo lo que había dicho. Incluso en mis sueños comáticos -en realidad, no sé si esa palabra exista, pero que más da- ellos me golpeaban, ya era tiempo de parar.
Corrí hacia la puerta rosa adornada con brillos, castillos, princesas y más brillos, la abrí después de dar unos leves toques mirándo a Leila dormir ajena a todos los gritos anteriores. Tomé un campo a un lado de ella en su espaciosa cama rosa.
No dormiría en mi habitación con mis padres ahí cagados en sus propios pantalones.
Mi celular vibró en mis pantalones, lo saqué mirando un mensaje nuevo.
"Hey preciosa dama, sólo quería desearle unas muy buenas noches. ;)
Su caballero de brillante armadura, Kevin."
Sonreí inconsciente y dormí con una sonrisa presente a pesar de la tormenta que pasaba afuera.

¡El amor no existe!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora