"Como quiera la princesa..."

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Acomodé mi extremadamente rosa maleta a un lado mío y toqué la gran puerta, y con gran me refiero a que es aproximadamente de dos o tres metros como las de las iglesias.

Levanté mi brazo para volver a tocar pero la puerta se abrió dejándome ver a una muy sonriente señora de cabello cobrizo y ojos chocolate.
-Oh Jordan, querida. -me abrazó efusivamente. Incómoda le regresé el abrazo.
-H-hola. -suspiré con tranquilidad, esta señora demostraba demasiado amor.
-Jaime, ven a ayudar a Jordan. -elevó un poco la voz mirándo hacia atrás. Un señor canoso se acercó con un traje impecablemente limpio y planchado.
-Buenas tardes, señorita Willia...
-OH DÍOS. -mis ojos se abrieron como platos, literalmente- ¡ERES UN JAIME!
Ambos ríeron.
-Jaime, hazme el favor de llevar las maletas de Jordan a su habitación- Jaime asintió- Jordan, tu puedes ir con Daniel a su habitación si quieres, estaré en la cocina.
Me guiñó al final y sentí mis mejillas calentarse. Entré mirando todo a mi alrededor, todo era... magnífico. Las paredes eran de un color chocolate con algunas otras blancas. En el resplandeciente piso blanco de mármol lograba verme reflejada, miré mis sucias converse y me sentí mal por ensuciar tal acto de limpieza pura.
Pasé por un gran salón donde había una chimenea y grandes sillones de cuero negro perfectamente acomodados. Justo frente a mi había unas enormes escaleras blancas, las subí con cuidado mirando todo. Subí el último escalón llegando a un largo pasillo. Habían 4 puertas. Extraño.

Abrí una sin permiso encontrándome a un mojado y en toalla Daniel.
-¡Oh Dios, lo siento, lo siento mucho! -tapé mi cara y me giré. Escuché su risa, maldito- ¡Debí haber tocado, debí haberlo hecho!

Volvió a reír de mis maldiciones hacia mi misma.
-Ya me he cambiado. -me giré confundida, bajé mi mirada a su parte baja encontrándome con unos bóxers negros Calvin Klein

Me giré con rapidez roja de la vergüenza y el estalló en carcajadas.
-Hijo de puta. -gruñí.
-Ya me puse pantalones.
-No confío en ti. -volví a gruñir.
-Vamos, linda. Me haz visto así miles de veces.
Me acercó a el tomándo por la cintura notando la textura de su pantalón en mi retaguardia. ¿Olvidé decir que llevaba el short más corto de zorra que pude encontrar? Bueno, sí.
-Aléjate de mi, Wade. -le di un codazo en el pecho.
-Oh nena, me encanta rudo. -ronroneó en mi oído haciéndome estremecer.
-¿¡Qué carajo te pasa!? -grité cuando fui consciente de todo.
Y por tercera vez desde que entré a su habitación, se largó a llorar de la risa al piso.
-No te diré hijo de puta porque tu madre es demasiado amable. -me crucé de brazos y giré dispuesta a salir.
-No, Jordan. -tomó mi brazo con delicadeza- No te vayas, estaba jugando.
-Basta de tus estúpidos jueguitos. -me giré y miré su torso desnudo.
-Es demasiado típico, pero toma una foto. Te durará más. -sonrió burlón.
Borró su estúpida sonrisa cuando mi puño se amoldó a su estómago. Del impacto cayó de culo, tomándose la panza tosiendo sin parar.
-D-dios Jor-dan -tosía tanto que me dio pena- m-me saca-ste todo el ai-ire.
-Lo siento, bebé. -reí irónica- y... ¿qué es lo que haces en una casa tan grande?
Se retorció extrañamente y se subió a la cama.
-Tengo una cuatrimoto. -sonrió orgulloso- También tengo unas cuantas motos acuáticas, está el salón de juegos. Tengo un estudio con instrumentos y una cancha de Basketball.
Rió leve cuando miró mi cara. Mis ojos estaban lo más abiertos posible y mi mandíbula probablemente si no estuviera pegada a mi cráneo tocaría el suelo.
-¿Vamos al cuarto de juegos y después jugamos un uno contra uno? -lo miré suplicante- Por favor.
-Como quiera la princesa.
Gruñí y nos dirigimos hacia abajo, pasamos por el gran salón y abrió una puerta dando a conocer un gran cuarto con un enorme sillón con los asientos como de un cine. Había una gran pantalla y una maquina para hacer películas, aparte de maquinitas.
-¿Qué te parece? Es como mi refugio. -apretó un botón en la pared y una pequeña compuerta se abrió y de ahí sacó un control- ¿qué y en qué quieres jugar? Tengo todas las consolas.
Aplastó un botón de aquel control y a los lados de la pantalla plasma como de 100 pulgadas se abrieron otras compuertas llenas de discos. Le dió a otro y debajo de estas se abrió una con demasiadas consolas, en cualquier momento explotaría.
-Juguemos Need for Speed: Hot pursuit. Por favor. -estaba a punto de tener un ataque epiléptico.
-Como quiera la princesa. -y besó mi mejilla cerca de mis labios antes de colocar el juego.

¡El amor no existe!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora