-¿Qué mierda te pasó Daniel? -preguntó Mario.
Aún se dignaba a venir a sentarse con nosotros, Kyle no había llegado, seguramente faltaría, Kate lo miraba mal y yo, bueno, si las miradas mataran, justo ahora Daniel tuviera 39 dagas diferentes enterradas en su cuerpo.
-Y-yo -me miró suplicánte- me caí por las escaleras.
Reí con ganas, pobre e ingenuo hijo de puta.
-Flashback-
Toqué desesperadamente la puerta.
Un Daniel adormilado y únicamente en pantalones de chándal abrió la puerta.
¿Cómo supe su dirección? oh Mario, te amo.
-Williams, ¿qué haces aquí? -habló con su voz roca y sonrió.
Gruñí, oh niño bonito, te tiraré todos esos dientes perfectos de porcelana, que ni siquiera pensarás en volver a sonreír.
Juraría que de mis ojos salían chispas y mi nariz y orejas exhalaban humo de lo furiosa que estaba. Él simplemente estaba tan bien y perfecto como siempre.
-¿Vas a deci... -mi puño de estampó contra su dura mandíbula haciéndolo caer de culo.
-¿Vas tu a darme ordenes? ¿quién te crees que eres? -sizeé con veneno- ¿uhm? vamos, habla.
Tomó su mandíbula con su mano moviéndola de lado a lado.
-¿Qué mierda te pasa? no puedes simplemente venir a mi casa a golpearm... -esta vez mi puño se estrelló contra su pómulo derecho, dejándolo rojo al instante.
-¿Qué mierda te pasa a tí? no puedes simplemente ir, besar a mi mejor amiga y decir mi nombre después de eso. -me coloqué a su altura y jaleé su cabello desde la raíz haciéndolo quejárse, golpeé su nariz.
-Agh, ¿qué? -se quejó tomándo su nariz, si tenía suerte no se la fracturé- ¿te enteraste tan rápido? la gente puede ser muy chism...
¡Bam! directo al ojo izquierdo, lo tendría morado para en un rato.
-Si tienes pelotas para ilusionar a mi mejor amiga, tenlas para soportar la paliza de una niña. -susurré en su oído y solté su cabello bruscamente.
-Joder, duele. -se tapó la cara con ambas manos quedándo tirado boca abajo en el piso.
-Espero aprendas la próxima que quieras meterte con alguno de mis amigos.
-No lo entiendes, creo, puede ser que empiece a sentir cosas por ti. -susurró débil.
Mi corazón se paralizó y la adrenalina recorrió una vez más mi cuerpo entero.
Proporcioné una ligera patada con la punta de mi vans en su estómago.
Gimió de dolor y se tomó el estómago.
-Puras mierdas. -fue lo último que pronuncié y salí de la casa más relajada y con esa sensación de tranquilidad.
Miré mis nudillos con algo de sangre, no dolían, nunca lo habían hecho, estaban rojos completamente, los acaricié y me dirigí a la casa de Matthew.
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¡El amor no existe!
RomanceElla no creía en el amor, el pensaba que era una de las cosas más maravillosas y dolorosas del mundo, ¿podrá él cambiar de parecer o... ella aprenderá lo que es el amor de verdad?