"¿Qué te haz hecho, Daniel?..."

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-Uhm, ¿cómo te fue en t-tu cita? -preguntó y cerré la puerta a mis espaldas.

-Uh, bien. -murmuré decepcionada.

Imaginé que Kevin sería una mejor persona.

-¿Estás bien? -se levantó de su cama y tomó mis manos.

-Sí, claro. -sonreí cansada- ¿Por qué no habría de estarlo?

-Porque te conozco. -me miró cruzándo sus brazos sobre su pecho- ¿Qué ha hecho?

-Primero que nada me ha llevado a un restaurant demasiado fino y pidió ensalada para mi. -una sonrisa burlona se formó en su rostro- Después te llamó imbécil, claro que te defendí. Después de todo eres mi amigo y prácticamente estoy viviendo contigo.

Reí nerviosa, el me miró extrañamente y se acercó a mi lentamente. Enrolló sus brazos alrededor de mi atrayéndome a su pecho, su carlor me irradió completamente.

-Te dije que no debiste haber ido. -susurró en mi oído haciéndome estremecer.

-Te odio, deja de hacer eso. -reí por las cosquillas que me dieron al sentir su nariz y labios rozar mi cuello.

-Sigues siendo la misma cosquilluda de siempre. -se alejó y sonrió.

Mi móvil vibró. Lo saqué del bolsillo de mi suéter y miré la pantalla, era un mensaje de Kevin.

"Permíteme disculparme. No quisiera disculparme por aquí pero supongo no me quieres ver por el momento, prefiriría pedirselas en persona.
Lo siento; he sido un completo idiota y he arruinado nuestra cita al involucrar mi enojo.
Ojalá me perdone mi bella dama.
-Su caballero de brillante armadura, ahora manchada."

Sonreí y miré a Daniel, me miraba fijamente y se cruzó de brazos molesto.

Agaché la mirada intimidada por la suya y mis ojos se posaron en sus brazos.

-¿Q-qué te ha pasado? -murmuro confundida. Me acerco a el.

-¿Ah? -señalé sus brazos los cuales inmediatamente tensó y colocó detrás suyo. -Nada, nada. Sólo, yo. No.

-¡Hey! -tomé su rostro y lo miré fijamente a los ojos.- ¿qué te has hecho?

-N-nada...

-No me mientas, Daniel. Enséñame tus brazos, ya. -le ordené. Me miró con miedo, parecía un niño pequeño siendo regañado por sus padres.

-Y-yo, por favor. No me hagas hacerlo. -me miraba con súplica.

-Está bien. -suspiré resignada. ¿Qué te haz hecho, Daniel?- Ven, dame un abrazo.

-Sé que esa es una táctica para ver mis brazos, no lo haré.

-No, sólo olvídalo. -miré la cama- ¿te acuestas conmigo?

-¿Enserio quieres eso? -su rostro serio fue deshecho por una pícara sonrisa.

Tapé mi boca horrorizada. No, claro que no.

-¡Estás loco! -chillé- ¡Hablaba de tumbarnos en la cama y dormir. Sólo eso!

Asintió y nos sentamos en la cama, uno a cada lado.

-¿El te gusta?

-¿Uh? -giré mi cabeza en su dirección. Sus ojos irradiaban tristeza.

-K-kevin. -su nuez se movió lentamente- ¿El te gusta?

-Uhm... -jugué con mis pulgares nerviosa- sí, bueno. Es lindo y... es un buen chico, yo...

Miré como sus ojos se cristalizaron rápidamente y su cabeza se inclinaba hacia adelante. Su cabello caía por su cara ocultando hasta la mitad de sus mejillas.

-Daniel... -susurré y miré sus brazos.

-Sólo... sólo míralos.

Lo miré, su cuerpo estaba tenso, su mandíbula estaba apretada y sus puños lograban que las venas de sus brazos se notaran más de lo normal.

Tapé mi boca alucinada- ¿Qué te pasó? ¿quién te ha hecho esto?

Sus brazos se encontraban llenos de moretones y rasguños, apenas se distinguía el color de su piel.

-Lo siento.

¡El amor no existe!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora