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La reina de Busan había recibido una carta del príncipe Min, alguna de sus seis hijas tendría la oportunidad de contraer matrimonio con el guapo príncipe.
Tiempo atrás, un vidente le había dicho que llegaría el día en el que ella tendría que ofrecer a sus hijas y que se llevaría una sorpresa.

-Hijas mías, cada una estará en una habitación, las hemos acondicionado para que la pasen bien en la noche, independientemente de a quien elija. Necesitan quedarse toda la noche en su habitación.

El príncipe Min pronto llegaría y la reina estaba ansiosa, el Reino necesitaba alguien que lo gobernara y él era perfecto.

El gran palacio se alzaba ante sus ojos, era inmenso.
Había guardias por doquier y tenía bastante seguridad. Cerrojos tras otros.

Tener tantos hijos obligaba a los reyes a tener la máxima seguridad y más si eran señoritas.
Eran propensas a violaciones o secuestros.

Había escogido su mejor traje, era el día en que conocería a su destino, tenía que estar presentable.
Suspiro antes de entrar para no mostrarse nervioso.

-Bienvenido, príncipe Min, en un momento lo presento a su majestad.

YoonGi solo asintió y esperó.

Cuando la reina se acomodó en medio de la sala, recibió al príncipe y lo saludó con cortesía. No hablaron mucho pues fueron directos. Al motivo de su visita.

-La dinámica será que usted escogerá una habitación y usted podrá tomar posesión de quien este ahí. Podrá pasar la noche ahí.

-Gracias, su majestad.- YoonGi se inclinó con respeto y se dirigió al pasillo con lentitud.

Por lo mientras la reina sonrió y recordó que su bebito estaba durmiendo así que le pidió a la chica extranjera que fuera por él, evitando cruzarse con el príncipe.
La chica obedeció al instante y corrió al pasillo.

YoonGi estaba demasiado nervioso. No podía dejar de morderse el labio.
En el papelito donde antes se mostraba la fecha y el lugar, ahora decía: "A quien veas primero es tu destino".
Sus manos sudaban y las frotó en su traje, sí tenía que tomar su mano no podía hacerlo así.

Se detuvo al ver una puerta y su corazón se aceleró. Se acercó cuidadosamente y posó su mano en la manija. No podía decidirse si entrar ahí o no. Sacudió la cabeza y siguió caminando.

Encontró otra puerta y le dieron ganas de regresarse a la primera pero estaba decidido a abrir esa, lo pensó demasiado.

Tomó mucho aire y la abrió rudamente.
Soltó todo el aire al notar que era un baño.
Pegó la frente a la puerta con desesperación, esto le era muy difícil.

No podía tomar una decisión así.
A veces pensaba que habría sido mejor hacerle caso a su madre y casarse con esa princesa años atrás.
Pero no había tiempo para arrepentimientos.
Respiro con fuerza y se regresó a la primera puerta.
No sabia por donde estaba caminando pero recordaba algo de lo que había pasado.

Estaba muy confundido pero al fin encontró la puerta. No estaba muy seguro si era pero se decidió en abrirla, cualquier cosa le llevaría una sorpresa, sabia que la descendencia de la reina tenía una hermosura inigualable.

Armado de valor tomo la manija y abrió la puerta.
Era una habitación pintada de azul con un mueble blanco y grandes cajones, había un espejo y vio el reflejo de...
Una cuna.
Su respiración se fue al voltear.
¡Era un bebé!
Dejó la puerta abierta.

Se acercó a la cuna con lentitud, temiendo que fuera a despertar a esa pequeña criatura.
Mantenía los ojos cerrados y se veía tan tranquilo.
Empezaba a sentirse mareado al darse cuenta de lo que estaba pasando.
Iba a salir de la habitación, cambiar de puerta, nadie se daría cuenta.
Pero decidió no hacerlo, estaba mas indeciso que antes.

Cerró la puerta con cuidado y se sentó en una silla que había ahí. Se frotó la cara con frustración. No podía ser cierto.
Se levantó y retiró el velo que cubría la cuna.
Observó con detenimiento al bebé y de repente se abrió la puerta.

Los ojos de la extranjera se abrieron más de lo normal y casi gritó pero el bebé fue el primero en hacerlo.
La desesperación del bebé era palpable y el pecho de YoonGi se oprimió al escucharlo.
No sabia que hacer pero quería calmarlo, soltaba gritos desgarradores.

La chica se acercó apresurada a tomar al bebé y calmarlo.
Pero no fue hasta que YoonGi lo cargó que se calmó.
La chica le dijo como sostenerlo y así no se le cayera.
Se sentía culpable al saber que no llegó a tiempo por el bebé.
-Puede cuidarlo si quiere. Tenía que llevarlo a la reina pero pues no sé si se lo pueda quedar.

YoonGi levanto su mirada algo perdido, dejando de ver la delicadeza con la que el bebé posó su cabeza en su pecho.

-Ah, si. Tengo toda la noche.

-¿No quiere cambiar de habitación?- la chica insistió. La reina la condenaría a muerte si recibía esa noticia.

YoonGi sólo negó con la cabeza. Ni siquiera quería voltear a verla.

Nerviosa la chica salió.

El príncipe Min se quedó con el bebé en brazos.

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