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La reina de Daegu estaba ansiosa, su hijo había llegado después de varios días quedándose en Busan y podía traer buenas noticias.

JiMin salio del baño con su nana y espero a que esta avanzara, aprendió a identificar cuando estaba algo distraída.

Camino lentamente por el pasillo de espaldas y cuando supo que tenía el suficiente espacio para ya no ser visto, dio la vuelta y corrió dando vuelta en otro.

No tenía que hacer ruido así que no fue tan veloz ni fuerte. Sin embargo, chocó con una persona.

-Auch- al alzar la mirada, una mirada gatuna lo observaba con detenimiento. Su mano apresó con fuerza el vestido de la mujer.

-Pequeño, no deberías estar aquí- la mayor hablo con suavidad, no quería asustar al niño.

-Uh... solamente quería ir al baño- no dijo toda la verdad, porque su objetivo al estar en el piso superior si había sido ir al baño pero lo había cumplido así que de cierta manera estaba mintiendo.

-¿Solo?

-¿Que insinúa? Soy un niño grande- no sabia que significaba eso pero lo había escuchado mucho de su nana y del guardia así que suponía que era correcta la forma en la que lo había dicho, debía preguntar sobre ello.

-Oh, si, veo que eres un niño muy grande, no cualquiera selecciona esas palabras- la reina sonrió pero algo no cuadraba, conocía la vestimenta del chico pero no podía deducir de donde.

-Claro, no se sorprenda cuando sea un príncipe genial- sonrió realzando sus mejillas regordetas y sus ojos se hicieron medias lunas.

-¿Un príncipe, eh? ¿Por eso estas aquí?

El niño puso una mano en su barbilla pata después sonreír con orgullo- Mi madre me mando aquí con el príncipe Min y así aprender de él. Ya tengo cinco años, soy lo suficiente grande para aprender.

La reina solo pensaba en lo lindo que era el pequeño y no podía evitar si reír por su vara tan tierna y expresiva.

-¿Y lo buscabas a él o el baño?- pregunto con una ceja alzada, no creía que el pequeño anduviera por si solo en el castillo.

-Pues...

Solo no cuadraba en su cabeza lo que habia mencionado, su madre lo mandó.

Sintió su corazón acelerarse cuando vio a una chica extranjera a lo lejos. Suponía que estaba buscando al pequeño por su expresión de alivio. Pero lo que le angustiaba era el escudo de su traje.

El pequeño se escondió tras ella en pánico.

-Lo siento por las molestias, su majestad.

-¿De dónde vienen?- pregunto sin rodeos. Una madre no dejaba ir a su pequeño así de fácil.

-Del reino de Busan.

Gina soltó el aire que no sabia que estaba reteniendo y se excuso para ir a su habitación.

Cuando encontró el papel que el vidente le había dado suspiro con fuerza, ahora tenía una frase: "Solo queda aceptar la verdad".

°

La puerta del despacho de YoonGi se abrió bruscamente y pudo divisar a su madre con la respiración un poco agitada, cerrando la puerta con rapidez.

-Estas loco ¿cómo pudiste?- Min la observo confundido, estaba concentrado en el informe que debía entregar.- Te conozco YoonGi, sabía que ocultabas algo.

El chico empezó a ponerse nervioso, se había enterado de algo por otro medio y le iría muy mal.

-Si hubieras aceptado casarte con esa princesa años atrás, tendrías un hijo con la edad de ese pequeño.

YoonGi abrió los ojos sorprendido. Su madre no podía haber descubierto- ¿Co-co-como.

-¡Yo no crié un hijo pervertido!

-No soy un pervertido

-¡Es un niño, Min YoonGi, un niño que podría ser tu hijo! solo piensa en eso.- la reina Gina empezaba a desesperarse. No podía aceptar ese hecho. No podía. Le estaba quitando la oportunidad de conocer el mundo a una criatura tan pequeña.

-¡Aun así no lo es! ... No elegí esto, simplemente pasó y solo queda aceptarlo- frotó con sus manos frustrado su cabello.

Gina se sentó en una de las sillas de ahí, se sentía fatal en pensar el final de ese pobre bebé.

our happiness has been planned Donde viven las historias. Descúbrelo ahora