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-¿Esta demente?- un furioso YoonGi entro en el lugar donde hacia sus trabajos el vidente. Este suspiro al verlo, ya lo esperaba. 

-Ni siquiera vi el papel, su majestad- contestó con la mirada hacia el suelo, era intimidante y no se sentía muy bien que le reclamaran por hacer su trabajo.- Quedaste en un acuerdo con la reina, eso es bueno.

-¡ES UN BEBE, MALDITA SEA!- grito con desesperación, no podía verlo tan relajado, como si eso no afectara en absoluto en su vida. 

-Tranquilo, por lo que sé, tendrá algo bueno, siguió las instrucciones, ese papel le dirá todo, yo ya no tengo nada que ver con usted.- YoonGi mas enojado que cuando llegó se acerco al vidente y lo tomo de los hombros para sacudirlo.

-No tengo idea de que hacer, estoy mas perdido que al principio ¿cómo pretende que un simple papel me ayude?- realmente la frustración estaba nublando sus sentidos.

-Pudo negarse a las condiciones de la reina, tenia el total derecho de reclamar lo suyo.

YoonGi se le quedo viendo, no había pensado en eso. Estaba concentrado en saber que rayos iba a hacer con un niño y las ideas de la reina le parecieron buenas en ese instante porque no se le ocurría alguna solución-¿Insinúa que pude llevármelo como si no fuera un BEBE RECIÉN NACIDO?

-Bueno, algo así. Digo, la conexión de su destino podía hacer que no se sintieran incómodos y pues supongo que podría cuidarlo usted- cada vez hablaba mas bajito. 

YoonGi salio apresurado sin decir nada, no quería cometer alguna locura. 



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-Hijo mio, llegó esto para ti- la madre de YoonGi le extendió un sobre aterciopelado con el sello de la reina de Busan. 

Su corazón latió fuerte. La tomó y caminó a su habitación dejando a su madre confusa. 

-¿Qué es, amor?- preguntó y él paro en seco. No quería que se enterara su madre, no aún, ya había pasado dos semanas de enterarse de su destino y no sabia cual seria el momento indicado. 

-Ah, no sé, te digo cuando la lea.- habló nervioso y camino mas rápido. 

Era una invitación para un cumpleaños. Lo que le erizaba la piel era que decía que era un invitado especial. 

Cuando su madre vio la invitación no tardó en alegrarse. Sabía de las hermosas princesas que había ahí. Las había visto en una ceremonia y todas eran bien parecidas, perfectas para su hijo. 

-Tienes que aprovechar estas oportunidades porque son únicas.- le había advertido con algo de gracia. Su cometido no era reprenderlo, solo que se diera cuenta del potencial en las princesas. 



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