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Llegaron mas tarde que de costumbre, justo a tiempo de la comida.

-¡Bienvenidos!- la reina se veía emocionada por la presencia de JiMin. Agarró sus cachetes y beso uno de ellos con ternura.-Te extrañe mucho, cariño.

Sus ojos brillaban con algo que no supo identificar pero le hacia sentir bien.

Tenía miedo, algo malo presentía que estaba sucediendo pero no hallaba nada extraño.

-La comida ya esta lista, pasa al comedor.- escuchó a YoonGi que iba caminando ya hacia el comedor.

No estaba listo para lo que veía.
Quería negarlo pero al voltear a ver a Gina, lo supo, era una despedida definitiva a su príncipe.

En la mesa ya se encontraba una hermosa joven. Esperando con una actitud muy relajada.

Sus miradas conectaron y al parecer la princesa noto tu desconcierto al fruncir el ceño.

YoonGi hizo una reverencia antes de esperar a que se sentara su madre, la cual jalo el brazo de JiMin para que se sentaran juntos.

Ya que estuvieron sentados el mayor se acomodo esperando la comida.

Sentía el ambiente de incomodidad.

JiMin sabia el propósito de la chica ahí. Había visto a muchos chicos pasar por el comedor en su castillo con sus hermanas.

-¿Como te ha ido, pequeño?- empezó la platica Gina, agradecía que estuviera ahí, notaba a su hijo tan perdido sin él.

-Bien, supongo.- su voz tierna sonó muy baja ahí pero todos alcanzaron a escucharla.- Ya sabe que me aburro mucho en el castillo. Es muy grande para mi.

-Pero siempre ha de estar lleno, todas tus hermanas y las sirvientas.- animó aun la reina. La pareja solo observaba.

-Nunca fui apegado a ellas.- trazaba círculos en su servilleta.

-Que bueno que vuelves a estar aquí. Se siente mucho mas solo esto.

-Yo también la extrañe- sonrió a la reina muy dulce. No podía mostrar felicidad absoluta, se sentía destrozado y traicionado.

Al finalizar la comida, YoonGi se retiro para seguir con su trabajo.

La princesa seguía todos los movimientos del menor. Podía notar que estaba decaído y que se sentía incómodo con su presencia.

La reina solo le prestaba atención y se sentía ofendida al estar ya varios meses asistiendo al castillo y ella siempre la ignoraba o era muy silenciosa.

No se sentía apoyada en absoluto.

Los tres se dirigieron a la habitación de Gina y en un momento desapareció dejándolos solos.

JiMin solo estaba sentado en una orilla de la gran cama que se encontraba en medio.

Se veía tan tranquilo. Suspiró y se acercó al gran tocador que había ahí. Se veían muchas joyas y productos de belleza. A la princesa le dio curiosidad. No había observado eso por respeto pero el niño parecía conocerlo bien.

-¿Hace mucho visitas el castillo?- preguntó rompiendo el silencio. Se sentía mas incómoda que antes.

-Uh, si- asintió lentamente mientras tocaba una pieza en el tocador- Desde mis cinco años.

El asombro en la chica no fue oculto. Ahora comprendía la confianza que tenía.

-He venido desde hace unos meses y aún me siento nerviosa cuando esta la reina, supongo que tanto tiempo te ha ayudado a no sentirte así- prosiguió la chica queriendo levantarse e ir con él.

JiMin nego con ternura.- Gina me trató muy bien desde el primer día. No me conocía y me preguntó que hacia aquí, estaba confundida pero aun así me aceptó muy rápido. Recuerdo que me invitó a estar aquí y comimos pastelillos ahí.

El chico señalo sonriente a una de las esquinas donde se encontraba una hermosa mesita adornada con flores y dos sillas a juego.

La chica recordó su primer día en el castillo.

Su madre la había mandado muy feliz de lo que había hablado con el príncipe. Preparó una maleta con suficiente ropa y llego al castillo muy rápido.

El castillo se veía sombrío y daba escalofríos, parecía que nadie vivía ahí.

Pero el príncipe Min la esperaba en la puerta, tan apuesto.

Al entrar, se encontraba la reina con un semblante molesto. Negó hacia su hijo y se retiro sin saludar.

YoonGi se disculpó por su actitud y la invitó a conocer el castillo. Al pasar por la habitación de su madre pudo notar que estaba cerrada y una de las sirvientas pidió silencio porque la reina no estaba en sus mejores momentos.
Recordaba lo sola que se había sentido ahí cuando YoonGi tuvo que atender un asunto.

Nadie la veía con buenos ojos aunque fuera la servidumbre y obviamente no se sentía en absoluto aceptada.

Habían pasado cuatro meses y era la primera vez que entraba ahí.

La reina había puesto sus límites conforme a ella.

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